"1936": Las grietas de la historia deben ser analizadas

1936 nos presenta el golpe de estado militar del 18 de julio de 1936 en España que dio lugar a una guerra civil que duró tres largos años. Si entendemos el “shock” como el golpe violento sobre una sociedad que da lugar a implementar un régimen económico, político y social, España en el 36 es el inicio de un gran shock que durará 40 años y que todavía tiene una influencia decisiva en todos los estamentos y clases de la sociedad española. (CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL). 

La sangre del pasado

Una de las propuestas más esperadas de esta temporada 2024-2025 es 1936, escrita a cuatro manos por figuras muy reconocidas en el mundo teatral: Albert Boronat, Juan Cavestany, Andrés Lima y Juan Mayorga. Bajo la dramaturgia de Boronat y Lima, la pieza desglosa las distintas fases que formaron parte de la Guerra Civil española, permitiendo un análisis exhaustivo en el que se combinan a la perfección emoción con datos. Por ello, se justifica al completo la duración de la misma, dado que es tanto el material a abordar, que hubiera sido imposible escoger qué parte debía quedar fuera. Por tanto, se aplaude la valentía de haber logrado componer este puzzle del dolor y salir triunfante ante el espectador. Gracias a ello, no solo cuenta con el apoyo documental propio, sino que se realiza de una forma directa y muy humana, que termina por calar en el público.

Además, se debe elogiar la forma en la que se lanzan preguntas al espectador ante lo que se ve sobre la escena. De esta forma, se evita establecer conclusiones fundamentadas, dando la posibilidad al espectador de poder reflexionar acerca de los terribles episodios que se ven sobre la escena. Lógicamente, hay un planteamiento desde una mirada concreta, que es necesario para producir una línea creativa específica. Se aplaude que no haya intención de ocultarla, siendo transparente en su desarrollo y lo que se busca con la propia pieza. Por otra parte, es un acierto la introducción de pequeñas pinceladas de comedia, dando al espectáculo bocanadas de aire y evitando en todo momento que caiga únicamente en la tragedia. En resumen, una obra redonda tanto en contenido como en forma, una pieza imprescindible para comprender el pasado.

La resurrección de los protagonistas

Uno de los aspectos más importantes de 1936 es el reparto que lo forma. En primer lugar, un magnífico Antonio Durán “Morris”, que pisa con fuerza y con personalidad el escenario y se lleva de calle a cada uno de los personajes que interpreta. Asimismo, Natalia Hernández y Blanca Portillo están magnéticas, frágiles, fuertes, logran brillar en todo momento con unos trabajos llenos de detalles y cuidados. También aplaudir la actuación de Paco Ochoa, Guillermo Toledo y Juan Vinuesa, están inmensos, controlan los tiempos de forma eficaz y se mueven como pez en el agua en cada uno de sus registros. María Morales consigue emocionar, se deja la piel, se ve su compromiso sobre las tablas, una corporalidad que se queda en la retina. Por último, Alba Flores está correcta, se echa en falta algo más de versatilidad. El Coro de Jóvenes de Madrid logra un acompañamiento plausible.

La puesta en escena es una maravilla, bebiendo completamente de sus predecesoras, se ve la marca “Shock” desde el principio. Una escenografía que se va transformando a cada momento, permitiendo que la escena esté todo el tiempo viva, en movimiento. Cada paso está medido al milímetro, cada escenificación, cada performance... hacen que el público entre de lleno. Por otro lado, el espacio sonoro y la música son fundamentales, una creación exquisita, elegante, muy cuidada, la emoción es un hecho. El audiovisual consigue posicionar al espectador en cada momento, con unos diseños atractivos, tal vez, sea mejorable el material en el que se proyectan. Por último, diseño de vestuario, atrezzo y movimiento, uns trabajos sobresalientes. Una obra con un ritmo vertiginoso, que se disfruta de principio a fin y sigue resonando con el pasar de los días.

Conclusión

1936 es una de las obras del año, necesaria por su contenido, brillante por su forma. La pieza cuenta con un texto exquisito, que apuesta por desglosar las distintas fases de la Guerra Civil española y triunfa por la riqueza de lo que se expone sobre las tablas. Una revisión exhaustiva, que no deja de lado la emoción, pero se fundamenta en hechos, documentos y realidad. Asimismo, un elenco brillante, que se deja la piel en cada registro y capta a los espectadores desde el principio. La puesta en escena contiene una grandeza a la altura del texto, una transformación dinámica y un cuidado en cada aspecto, que hacen que esta obra se quede en la mente del público durante días e, incluso, semanas. Una radiografía sobre uno de los episodios más dolorosos de la historia española, que triunfa por su mirada y por la firmeza con la que asume este reto.

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