A mil kilómetros de la Navidad es la apuesta navideña de Netflix, una película dirigida por Álvaro Fernández Armero (Vergüenza, Si yo fuera rico) sobre un tipo que odia la Navidad. Concretamente, un auditor al que destinan a un pueblo de los Pirineos para auditar una empresa de turrones, unos días antes del 25 de diciembre. En lo que empieza como un trabajo lamentable, que con el paso de los días se irá haciendo mucho más llevadero. Gracias a una hiperactiva vecina y una serie de entrañables personajes.
Esta comedia romántica está protagonizada por Tamar Novas (El desorden que dejas), Andrea Ros (Es por tu bien), Peter Vives (El tiempo entre costuras) y cuenta con la colaboración de Verónica Forqué (Bajarse al moro). A mil kilómetros de la Navidad se puede ver en Netflix desde el 24 de diciembre.
Resumen
Ficha Técnica
Título: A mil kilómetros de la Navidad
Título original: A mil kilómetros de la Navidad
Reparto:
Tamar Novas (Raúl)
Andrea Ros (Paula)
Peter Vives (Pablo)
Fermí Reixach (Antonio)
Verónica Forqué (Rocío)
Sergio Pozo (Lozano)
Daniel Barea Cabrera (Alberto)
Año: 2021
Duración: 101 min.
País: España
Director: Álvaro Fernández Armero
Guion: Francisco Arnal, Daniel Monedero
Fotografía: Sergi Gallardo
Música: Vanessa Garde
Género: Comedia romántica
Distribuidor: Netflix
Sinopsis
Raúl (Tamar Novas) es un treintañero al que todas las desgracias de su vida le han sucedido en Navidad. Por eso odia los villancicos, los Reyes Magos y todo lo que huela a espíritu navideño. Todos los años pasa las fiestas en alguna playa remota... pero este año, su jefe tiene otros planes: tendrá que viajar para auditar una fábrica de turrones de Valverde, un pueblo que vive por y para la Navidad. Y por si fuera poco, tendrá que compartir casa con Paula (Andrea Ross), la profesora del pueblo, que sueña con batir el récord del belén viviente más grande del mundo. ¿Podrá este Grinch madrileño sobrevivir a su peor pesadilla? (Netflix)
Dónde se puede ver la película
A mil kilómetros de la Navidad nos lleva a Valverde, un pintoresco pueblo de los Pirineos al que llega Raúl (Tamar Novas) para auditar la empresa del pueblo, "El Navideño". Un tipo al que todos conocen por su odio a la Navidad, pero al que su jefe no da opción. O hace su trabajo en este pueblo adicto a los belenes y dulces navideños o se queda sin trabajo. Así que Raúl se instala en la casa hostal de Rocío (Verónica Forqué) y empieza a aclimatarse al espíritu navideño que inunda cada callejón del pueblo.
Al principio todos son tiranteces por su parte, siendo incapaz de ver más allá de su mente numérica, pero gracias a Paula (Andrea Ros) su cerrazón navideño empieza a flaquear. Y es que Paula es una multifacética chica que además de maestra, se encarga de mil labores, incluida la preparación de un colosal belén viviente. Una chica alegre, que vive la Navidad con la misma ilusión que inunda a cada habitante del pueblo. Una forma de ser totalmente opuesta que parece hacer bueno eso de que los polos opuestos se atraen.
Una comedia romántica clásica con algunos gags divertidos
Y es que al final A mil kilómetros de la Navidad no deja de ser una comedia romántica. Una comedia romántica con muchas buenas intenciones, pero que también está impregnada de una gran fisicidad. Siempre muy elegante, la cinta consigue su tono desde su primera secuencia, en la que Raúl hace lo imposible por abandonar una cena de Navidad. Hasta que el trabajo le hace trasladarse a este pequeño pueblo, al que llega atropellando un pesebre. Aperitivo de los tortazos varios y otras secuencias divertidas que nos presenta esta historia. En lo que parece un camino de espinas, para un Raúl incapaz de sentir aquello que a los demás le saca una sonrisa. Aunque es verdad que celebrar con entusiasmo una pedrea en la lotería de navidad parece un tanto excesivo.
Una forma de ser extrema, la de Raúl, que el espectador podrá entender gracias a una serie de desternillantes flashbacks que nos retrotraen a su infancia. Porque el antipático, seco y poco amigable Raúl poco a poco se transmutará en alguien que llora sin remedio ante, por ejemplo, ¡Qué bello es vivir!. Y muy especialmente es incapaz de no dejarse llevar por la creadora del pesebre encargado de destrozar su coche. Aunque Pablo (Peter Vives), jefe de la empresa que Raúl audita, también anda suspirando por los huesos de Paula.
Entretenimiento irregular con un protagonista muy entonado
En una especie de triángulo amoroso inconcluso que A mil kilómetros de la Navidad prefiere obviar para centrarse en el arco narrativo de Raúl. No obstante, cuando nuestro protagonista se contagia del espíritu navideño la cinta se vuelve más convencional. Es cierto que desde el inicio uno puede adivinar lo que va a suceder, pero la originalidad del inicio te hace augurar algo más innovador que poco a poco se va diluyendo. Hasta que un enredo coloca al protagonista, primero en la posición de paria para posteriormente acceder, casi literalmente, a los cielos.
En un broche final que nos despierta del letargo y confirma el estupendo trabajo de Tamar Novas. Un actor que quizás no se ha prodigado mucho por este tipo de propuestas, pero que aquí está redondo. Pasando desde la racanería emocional del inicio, en la que brilla como un tipo apático y descreído. Hasta alcanzar un estado de enamoramiento, en el que vemos a un hombre más dulce y totalmente adaptado al pueblo. Evolución salpicada de tortazos varios o caminatas entre los parajes nevados. Y a su lado toda una serie de actores que si bien no destacan, como Novas, sí que están convincentes en sus personajes. Mención especial para la aparición de Verónica Forqué, dueña de una casa hostal muy navideña. En un papel pequeño, pero que como siempre consigue robar alguna escena a sus compañeros.
Así que podemos decir que A mil kilómetros de la Navidad es una elegante propuesta para estas fechas. Una película romántica, que puede recordar a cintas clásicas del género, con un Tamar Novas impecable en su papel de gruñón. Una interpretación divertida y tierna que regala alguna secuencias con mucho encanto, especialmente en su primera mitad. Porque aunque la cinta cuenta con un acertado tono, poco a poco parece ir desinflándose. Siendo paralelo el endulzamiento de Raúl a la pérdida de fuelle de la historia.
No obstante, cumple con todos los requisitos del género y cuenta con una de las últimas apariciones de Verónica Forqué, en un pequeño personaje tierno y divertido. Un sencillo y bonito homenaje a una actriz inolvidable.
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