La compañía Sibila BAB Teatro inició el ciclo Luchana Muestra el pasado 13 de marzo con Actopatía. Esta pieza escrita por Laura Auzmendi es la primera de las obras que se podrán ver en esta propuesta. Protagonizada por Berta Álvaro y Vir Calderón, se pudo disfrutar hasta el 20 de marzo en los Teatros Luchana. Después, le cogen el testigo "Piso con bicho", "Cuando secuestramos al jefe" y "Vagas noticias de Klamm".
Crítica de 'Actopatía'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Actopatía
Título original: Actopatía
Reparto:
Berta Álvaro
Vir Calderón
Duración: 60 min. apróx.
Dirección: Laura Auzmendi
Dramaturgia: Laura Auzmendi
Producción: Sibila BAB Teatro
Sinopsis de 'Actopatía'
Actopatía – 1.f. Adicción patológica fomentada por la posibilidad de obtener éxito.
Si apareciera en la RAE, esta sería la definición. De momento, como no existe, se sugiere “antipatía”, pero eso no tiene nada que ver con nosotras. El romanticismo del desastre y la poética de la precariedad y las RRSS enmarcan una reflexión sobre el fracaso y la cordura a través de un proceso creativo. (TEATROS LUCHANA).
La desidia de la juventud
Laura Auzmendi pone sobre el escenario la crisis existencial que azota a toda una generación sumergida en los sueños rotos de las promesas de éxito que nunca llegaron. Así explora en Actopatía cómo la frustración y la búsqueda de la estabilidad ponen entre la espada y la pared a las ganas de seguir luchando por una pasión desdibujada. Se entiende la intención y el mensaje, se sabe lo que se desea transmitir y hacer reflexionar, pero, tal vez, sea más interesante exponerlo que incidir en ello de una forma constante y demasiado masticado desde el guion. El público debería ejecutar de forma activa la reflexión sin la necesidad de tener una guía constante de lo que se pretende con la pieza. También los giros de guion necesitan más consistencia, algo que se ve más claramente en el desenlace del conflicto.
Una de las principales bazas de la pieza es hablar de un conflicto común a varios jóvenes, pero se echa en falta que haya una peculiaridad, un sello de identidad, algo que vaya más allá de lo que ya se ha visto. El motivo no es otro que al tratarse de algo ya expuesto en el mundo del arte, es importante acotar la mirada y la perspectiva. Por otro lado, el metateatro que se utiliza en la historia acaba por no cuajar, sintiéndose algo oportunista en algunos momentos y gestándose una reiteración que le pasa factura. Los personajes de la obra ya hablan de esta frustración, por lo que, sus alter-egos podrían enfocarse de otra forma. No obstante, hay licencias creativas interesantes, que dejan ver que con más recorrido y puliéndose más, pueden subir de nivel.
Luchar o dejarse ir
Berta Álvaro y Vir Calderón son las encargadas de defender Actopatía sobre el escenario. En primer lugar, cabe mencionar que su trabajo interpretativo es uno de los aspectos que más se valoran de este montaje. Las dos actrices son el alma de la pieza, logrando levantar varios momentos gracias a su trabajo en conjunto. El desparpajo, las ganas y la energía se trasladan al patio de butacas, algo que permite contagiar de ese buen rollo a los espectadores. Es innegable que ambas tienen una personalidad y una conexión muy especial con la comedia. También es importante destacar la química que se genera entre ellas.
En particular, Berta Álvaro muestra un conocimiento alto de su expresividad corporal y gestual. Esto le permite transmitir las emociones por las que transita su personaje. Puede ser que en algún punto fuera interesante rebajar la potencia, con un mayor ejercicio de contención. Pese a ello, regala una interpretación en la que destaca y saca partido a sus virtudes dramáticas. Por su lado, Vir Calderón da algunos de los momentos más hilarantes y mantiene esa locura a lo largo del montaje. De esta forma, consigue captar la atención del espectador. Únicamente, en algunas escenas, se puede echar en falta más matices en su propuesta. Por último, en ambos casos, se debe tener cuidado con la voz y evitar lo impostado.
Homenaje a la precariedad
La propuesta escénica de Actopatía se concentra en una puesta minimalista, pero efectiva. Las cajas que adornan el escenario son visualmente muy atractivas y estéticamente muy cuidadas. Sin duda, es uno de los elementos más destacables. El vestuario apuesta por la cotidianidad, aunque atina en esa transformación a los 2000. Únicamente, estas referencias son generacionales y podrían no funcionar para todo tipo de públicos. Pese a ello, hay un despliegue artístico suficiente, prueba de ello es su particular joya de la corona, que, en este caso, es el espejo, todo un acierto. El diseño de iluminación cumple con su cometido, llamando la atención en aquellos tonos más llamativos.
El espacio sonoro se alimenta de pequeñas píldoras, el problema es que no llega a llenarse del todo. Por ende, se queda algo cojo en este término. La separación entre la acción principal y su metauniverso se podría potenciar más, otorgarle mayor dinamismo, más cuerpo y acción. Por otra parte, el ritmo se ve afectado por las partes a mejorar del montaje, dado que hay pasajes en los que se hace algo denso, pese a su duración. En consecuencia, el público puede desconectar en algunos momentos. Para terminar, especial mención al homenaje a la profesión, el cual es tierno y digno, sobre todo para aquellos que se dedican a ello.
Conclusión
Actopatía reflexiona sobre los sueños rotos, la frustración y la búsqueda de una identidad. Así, mediante un texto que desea reflejar a una generación, se plantean preguntas interesantes. Sin embargo, el desarrollo puede pulirse para aprovechar mucho más sus posibilidades. El elenco destaca en la conexión y la energía que transmiten al patio de butacas. La puesta en escena es minimalista, pero cumple. Hay elementos, como las cajas, que son visualmente muy atractivas. Una manifestación contra la precariedad que revela una buena base que está todavía por explotar.
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