"Adicto a mí": Navegar por la pulsión

Santi Senso considera que “la adicción es la resistencia a la frustración”. Durante su nuevo acto íntimo propone un encuentro insondable de la personalidad cuestionándoSE a qué es adicto, aceptando que es adicto. ¿Crees que hablar en tercera persona es un trastorno disociativo de la personalidad? Búscalo, te sorprenderás.

Además, ¿acaso no formamos parte de las múltiples personalidades? ¿Tengo que renunciar unilateralmente a mi intimidad y a mis necesidades condenándome así a cuidar, sanar, proteger o dar sin recibir? Esto me da placer. ¿Esto es lo que me sostiene? ¿Es una adicción la condición humana? ¿Qué valor doy a mi propio valor? ¿Por qué me cuestiono mis merecimientos como una posible enfermedad? ¿Qué tengo yo para atraerme? ¿Y si no encuentro el uso, o si abuso de ese uso? ¿Y si tengo dependencia de esa adicción y me encuentro con mi codependencia? ¿Se puede heredar una emoción, una adicción? ¿Una adicción es cuando te modifica la vida? Pasado este umbral, ¿en un periodo de cuánto tiempo identificas que ya es tu vida y estás de vuelta enganchado a ella? ¿Y tú, eres adicta, adicto? ¿A qué, a quién? (SURGE MADRID 2022). 

La crisis del yo

Santi Senso recupera uno de los formatos más reconocibles de su carrera: los actos íntimos. En esta ocasión, llega bajo el nombre de Adicto a mí, donde reflexiona sobre la dependencia excesiva de lo emocional, lo humano, lo carnal y lo propiamente relacionado con el imaginario que se tienen de las adicciones. Sin embargo, se aleja de buscar una obra puramente convencional, basada en diálogos, sino que a través de una estructura férrea, va dejando fluir las palabras y la experiencia. Por ende, en un primer momento, puede sorprender, pero para aquellos que ya conocen la carrera de Senso, entienden su estilo desde el principio. Una vez uno se adentra en esta energía tan propia, se deja llevar por los distintos habitáculos por los que transita el artista. Con lo cual, como si se tratase de un rito, se pasa por diferentes estados, cada uno de ellos interesantes.

Definir lo que se vive en esta performance y/o espectáculo sería caer en una búsqueda fija de un concepto, por lo que no encajaría con la idea inicial de este tipo de propuestas escénicas. Por lo tanto, hay una muestra de encontrarse a uno mismo en las palabras, que se conjugan con una cotidianidad absoluta. Asimismo, no faltan los momentos en los que se da rienda suelta a la comedia de la propia vida, a la improvisación más pura, que permite completar el diálogo de forma activa con el espectador. Después, no se limita a establecerse una evolución y extraerse un pensamiento ante lo vivido, sino que Senso permite que los asistentes puedan entablar una conversación sobre el concepto y el significado que desean crear tras lo expuesto. Una manera de poner nombre a la adicción de cada uno como catarsis compartida.

El canto del maestro

Como si se tratase de la piedra angular de este aquelarre simbólico, Santi Senso lidera el elenco de Adicto a mí, siendo la persona que va transitando y guiando a los espectadores por esta experiencia. Desde el principio, se puede ver el carisma y la tranquilidad con la que se deja llevar ante el escenario. Además, utiliza ese distintivo para llamar la atención de los asistentes, transmitiéndoles la suficiente confianza como para dejarse llevar por él. Asimismo, se valoran aquellas partes en las que deja mostrar una parte más dramática, más íntima, como en sus diálogos con la planta, una retórica que permite que no se estanque en un solo estilo artístico. Lo mismo sucede en escenas donde recrea sus experiencias, siendo una forma de transformar su cuerpo y su expresión, una evolución que aporta al resultado al completo.

Junto a él, varios intérpretes se lanzan a la escena en determinados momentos: Ángela Van-Begin de la Montaña, Sergio San Millán, Camila Gómez Duval y Manuel Duarte. En primer lugar, se aplaude la manera en la que utilizan sus cuerpos como elemento de expresión y como primera toma de contacto con el espectáculo. Sin embargo, en la función del 8 de octubre, hubo una labor más prolongada en las carnes de Van-Begin de la Montaña. Hay momentos en los que cautivó a la audiencia con una crudeza muy atractiva, que junto a la seducción del momento, supo brillar. No obstante, hay partes en las que se echó en falta una cercanía más propicia, un contacto más orgánico con la escena. A pesar de ello, el trabajo en conjunto de cada uno de los intérpretes es estupendo.

La desnudez de la escena

La puesta en escena de Adicto a mí va transformándose según lo demanda el camino elegido por Santi Senso a lo largo de la duración de la pieza. Dentro de ese cambio no surge un dinamismo, dado que no es lo que se busca, sino un reposo por cada uno de los elementos artísticos que toman la escena. Por ello, varios cambios son incluso ejecutados por el propio intérprete sobre las tablas. Además, hay una combinación atrayente, como los audiovisuales, la expansión transmedia de las redes sociales en directo, una forma de combinar distintos lenguajes y que formen parte de una narrativa totalmente coherente. Puede haber momentos en los que no se comprendan algunas decisiones visuales o estéticas, pero parte del juego se halla en que cada cual se deje llevar por el aspecto con el que más conecte.

Por otro lado, la música a utilizar aporta fuerza, un color distinto al montaje, aunque puede llegar a aturdir en algún momento puntual. Al contrario del elemento coreográfico, que no solo sensual, sino también una parte enérgica, pisa fuerte como parte de la propuesta y consolida la vigorosidad que llega a los espectadores, incluso podría darle más tiempo a esta parte coreográfica. Por otra parte, la ruptura de la cuarta pared es un elemento clásico de este tipo de actos íntimos y así ocurre. Senso deambula y hace partícipe no solo a aquellos con los que interactúa, sino con la sala que observa atento a lo que va sucediendo. Una estrategia que lleva a esa intimidad que da nombre a este tipo de obras. Una vez se finaliza, cada uno elige qué le ha aportado, siendo algo personal, que, seguramente, como mínimo, haya fascinado.

Conclusión

Adicto a mí es un acto íntimo de Santi Senso que navega por la concepción de la dependencia en diferentes grados. La catarsis de lo personal se une ante lo global, con un diálogo muy interesante, que permite deambular por reflexiones realmente complejas y de una gran carga emocional. Además, se acompaña por un estupendo Santi Senso, que guía al público por esta experiencia, acompañado de un elenco de intérpretes que triunfan en su expresión corporal. La puesta en escena combina diferentes lenguajes para aportar una riqueza, que hace que cada asistente conecte con aquello que le toque más. Una catarsis de lo personal donde cada miembro del público elige la manera de llegar a ella, siendo una vivencia, como mínimo, singular y atrayente.

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