Teatro Quique San Francisco representa Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín durante la temporada estival en el Patio del Teatro. Esta obra original de Federico García Lorca está adaptada por Triana Lorite. Protagonizada por Fernando Cayo, Ana Belén Beas y Carmela Martins, estará en cartel hasta el 17 de septiembre. Como curiosidad, junto a la función, se podrá disfrutar de cócteles exclusivos inspirados en los personajes de la obra.



Estreno de Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín

Crítica de 'Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín'

Ficha Técnica

Título: Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín
Título original: Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín

Reparto:
Fernando Cayo
Ana Belén Beas
Carmela Martins

Duración: 65 min. apróx.
Dirección: Triana Lorite
Adaptación: Triana Lorite
Coreografía y movimiento escénico: Zoe Sepúlveda
Composición musical:
Ignacio Ysasi
Ayudante de Dirección:
Hugo López Larosa
Vestuario:
Pier Paolo Álvaro y Roger Portal
Iluminación:
Paloma Cavilla
Diseño gráfico:
J. Lorite
Fotografías:
Lucrecia Díaz
Productor:
Lope García
Producción: SEDA

Tráiler de 'Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín'

Sinopsis de 'Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín'

Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín nos presenta a Don Perlimplín que ama a Belisa, Belisa ama a más hombres y Marcolfa cuida de Don Perlimplín mientras observa como inmola su corazón… Una versión de la Aleluya Erótica de Lorca sobre las turbulentas relaciones humanas que, como en un cóctel molotov, mezclan la dependencia, el enamoramiento, la juventud, la madurez, el sexo, la subida al cielo…, y la tensión de una flecha, en tres personajes de oscuro jardín que protagonizan esta historia de desamor…  (TEATRO QUIQUE SAN FRANCISCO). 



Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín
Foto de SEDA

Un Lorca más desconocido

Triana Lorite se sumerge en una de las obras menos mediáticas de Federico García Lorca, Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín. Censurada en su año de creación, no vería la luz hasta 1933. Esta tragicomedia contiene el ADN absoluto del dramaturgo, trayendo una historia donde la muerte, la obsesión, el amor y la pasión se enzarzan en una aventura que hace de lo increíble su mayor baza. Por tanto, se explora una simbología que logra atraer a los espectadores desde el primer momento, contiene el dramatismo en su justa medida, para engatusar a los asistentes y no caer en el melodrama. Gracias a ello, se llega a una función en la que se genera tensión, intriga, valiéndose de esa perspectiva más oscura para elevar el contenido del libreto.

Lorite no solo se ha quedado en el cuidado de la palabra, de la acción, sino que ha conseguido dibujar en los cuatro cuadros dramáticos que forman esta obra un lienzo en el que también los signos artísticos y visuales se hacen patentes. Con lo cual, ese misticismo hace que se viva este montaje desde una vertiente incluso más experimental, como si se tratara de un ritual. Así, Lorite otorga un sello de identidad propio, evitando caer en generalidades, para darle otro color. Una manera de usar de una forma efectiva la adaptación. Por último, mencionar como inicia desde una liviandad casi simple para traer después un laberinto narrativo donde se muestra la complejidad de este texto. La poesía que emergen de las palabras, así como las metáforas que se extraen de ellas, es una exquisitez.

Teatro Quique San Francisco
Foto de SEDA

Triángulo amoroso

Fernando Cayo, Ana Belén Beas y Carmela Martins son las encargadas de dar vida a Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín. En primer lugar, Fernando Cayo demuestra, una vez más, porque se ha convertido en uno de los actores mejor valorados del panorama cultural español. Sea cual sea el formato, el actor comprende a la perfección el código y el contexto de sus personajes, traslándose allí de una forma orgánica y totalmente fluida. Con lo cual, da a su personaje el romanticismo que necesita, combinándolo al mismo tiempo con la tragedia que se debe, así como un brillo corrompido que sienta a la perfección a este Perlimplín. También se aplaude todo su desempeño físico ante la escena, comprometido en todo momento, formando un conjunción junto a sus compañeras llena de sinergia y compenetración.

Ana Belén Beas pisa con personalidad y fuerza el escenario, sabiéndose en qué lugar colocarse en todo momento y cuándo dejar salir todo ese torrente de energía que tiene en ella. Por lo cual, se convierte en una partenaire perfecta, dado que sabe cuando brillar y cuando dejar destacar a los demás sin perderse en ningún momento. También se aplaude su lenguaje corporal, así como el movimiento, entregándose completamente al ritual. Por último, Carmela Martins se enfrenta a un reto interpretativo complejo, viéndose ese efecto sensual, partiendo desde una aparente ingenuidad luminosa en un inicio. Dentro de toda esa visceralidad, hay pequeños momentos en los que no controla todo lo que pudiera y se excede. A pesar de ello, forma con sus compañeros un reparto bien calculado y en el que se ve el trabajo en equipo.

Teatro Quique San Francisco
Foto de SEDA

Visualmente potente

Una de las razones por las que merece la pena no perderse Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín es su puesta en escena, dado que hay una estrategia que es visualmente cautivadora. Por un lado, la selección de colores, así como el propio vestuario, son una maravilla, sabiendo qué combinación escoger y siendo una ensoñación en vivo. Después, la escenografía va componiendo y descomponiendo el lienzo según transcurre la acción, trayendo imágenes muy potentes, como las calaveras, que dejan una sensación muy satisfactoria y sorprendente en el público. La manera de estrujar los cuerpos, de sacar partido a esa vertiente más expositiva, hace que sea una propuesta que cuenta con imágenes por sí sola. Sin duda, la influencia de la performance se hace patente, eligiendo muy bien el enfoque y ejecutándolo a la perfección.

La iluminación es otro de los puntos que más destacan en la pieza, junto a la confección de una banda sonora acorde a la personalidad del proyecto. Por tanto, se puede ver el cuidado artístico que ha habido ante este espectáculo, una muestra de lo importante que es buscar la magnificencia sin perder de vista la coherencia. Después, el ritmo de la obra inicia de una forma suave, tranquila, terciándose ante ese maremoto de emociones, sensaciones, pasiones, que dan pura vitalidad y dinamismo a lo que se ve ante las tablas. Todo ese conglomerado logra un efecto mágico, que deja obnubilados a los asistentes y pegados ante lo que acontece en todo momento. Únicamente, como mejora, se debe vigilar la microfonía de los actores, para evitar pequeños cortes que dificulten la comprensión del texto.

Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín
Foto de SEDA

Conclusión

Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín es una tragicomedia de Federico García Lorca que viene en un rito mágico de Triana Lorite de gran calidad. Por tanto, el montaje respeta el texto original, combinándose con la personalidad de Lorite, otorgando un sello de identidad propio. También hay que aplaudir la labor de su elenco, que se entrega totalmente y aportan tanto en el manejo del texto como en su propio cuerpo como vehículo expresivo. La puesta en escena es impresionante, un gusto estético de alto nivel, que se une a una utilización de los elementos muy inteligentes. Un laberinto de emociones que desemboca en un torrente que deja enganchado a los espectadores.

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Diego Da Costa
Subdirector de Cinemagavia. Comunicólogo audiovisual por la UCM y Máster en Comunicación en la Red por la UNED. Miembro de EGEDA (Premios Forqué) e Ingeniero Audiovisual en Ricoh España. Co-creador de la compañía artística La Joie de la Colina. Como diría Elizabeth Taylor: "Las ideas mueven el mundo sólo si antes se han transformado en sentimientos".
amor-de-don-perlimplin-con-belisa-en-su-jardin-critica-teatroUna tragicomedia de Federico García Lorca que viene en un rito mágico de Triana Lorite de gran calidad. Por tanto, el montaje respeta el texto original, combinándose con la personalidad de Lorite, otorgando un sello de identidad propio. También hay que aplaudir la labor de su elenco, que se entrega totalmente y aportan tanto en el manejo del texto como en su propio cuerpo como vehículo expresivo. La puesta en escena es impresionante, un gusto estético de alto nivel, que se une a una utilización de los elementos muy inteligentes. Un laberinto de emociones que desemboca en un torrente que deja enganchado a los espectadores.

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