Este 29 de octubre termina Arder y no quemarse en el Teatro Español. Este homenaje celebra el 440 aniversario del famoso teatro desde el 10 de octubre. Dirigida por Íñigo Rodríguez-Claro, con un libreto de José Padilla y Grumelot. El reparto está formado por Bentor Albelo, Pablo Chaves, Marc Domingo Carulla, Mariano Estudillo, María Gálvez, Carlota Gaviño, Pepe Hannan, Javier Lara, Cristina Martínez Gutiérrez y Mikele Urroz Zabalz.
Título: Arder y no quemarse Título original: Arder y no quemarse
Reparto: Bentor Albelo
Pablo Chaves
Marc Domingo Carulla
Mariano Estudillo
María Gálvez
Carlota Gaviño
Pepe Hannan
Javier Lara
Cristina Martínez Gutiérrez
Mikele Urroz Zabalza
Duración: 130 min. apróx. Dirección: Iñigo Rodríguez-Claro Dramaturgia: Jose Padilla y Grumelot Diseño de espacio escénico: Elisa Sanz (AAPEE)
Vestuario: Igone Teso (AAPEE)
Diseño de espacio sonoro y composición música original: José Pablo Polo
Diseño de iluminación: Álvaro Guisado (AAI)
Audiovisuales: [ la dalia negra ]
Diseño de video mapping: Jorge Vila
Coordinación musical y asesoría de canto: Pepe Hannan
Movimiento escénico: José Juan Rodríguez
Investigación y asesoría histórica: Noelia Burgaleta Areces
Ayudante de dirección: Javier L. Patiño
Residente ayudantía de dirección Teatro Español: Cristina Hermida
Agradecimientos: Pueblos en arte, Exlímite, Espacio PuntoCero y a todos los trabajadores del pasado y el presente del Teatro Español Producción: Teatro Español, Grumelot y la colaboración de GNP
Tráiler de 'Arder y no quemarse'
Sinopsis de 'Arder y no quemarse'
Arder y no quemarse (440 años del Teatro Español) celebra los más de cuatro siglos de uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad de Madrid, que es también el teatro en activo más antiguo de Europa.
Desde su inauguración en 1583 hasta nuestros días, el Teatro Español ha sido testigo de excepción de la historia del teatro en España y de los sucesos sociopolíticos y culturales más relevantes de nuestro país. En este viaje fascinante, artistas, gestores, arquitectos, técnicos o investigadores han hecho posible la conservación, preservación y transformación de este Ave Fénix, que ya ha resurgido victorioso en múltiples ocasiones de sus cenizas. Y es quizá precisamente por esto que este edificio es un símbolo para todas las personas que nos dedicamos al difícil arte teatral. A pesar de todo, El Español sigue aquí, majestuoso y frágil, observándonos con compasión mientras nos contamos y recontamos historias en unas tablas que ocupan exactamente el mismo lugar desde hace más de cuatro siglos.
En su aniversario, miramos al cielo abierto del Corral del Príncipe, cerramos los ojos un instante y los abrimos bajo la imponente lámpara de cristal que hoy vemos encima de nuestras cabezas para contar esta historia como en un pestañeo, desafiando las normas del tiempo. (TEATRO ESPAÑOL).
El respeto de la historia
Jose Padilla y Grumelot homenajea al Teatro Español, el cual cumple 440 años, con Arder y no quemarse. Esta pieza teatral repasa algunos de los momentos más emblemáticos del conocido espacio teatral, desde sus orígenes como Corral hasta la actualidad. Lejos de convertirse en un mero recorrido por la historia, el texto goza de nostalgia, de respeto, de amor por el teatro. Gracias a ello, se va caminando por las distintas etapas mediante recreaciones que enganchan a los espectadores. Asimismo, se agradece que hayan equilibrado aquello que ya es conocido popularmente frente a anécdotas o detalles más desconocidas para los asistentes. También se puede ver que no se han limitado a una oda a la mirada del pasado, sino también hay reivindicación del presente y futuro.
La propia anécdota del título hace que se comprenda aquello de “arder y no quemarse”, del legado que ha seguido a lo largo de los años este espacio, que se ha convertido en la insignia de la capital madrileña y del panorama teatral español. Sobre las distintas figuras que deambulan por el escenario, se disfruta la diversidad de perfiles, siendo la comedia la principal baza de cada uno de ellos. No obstante, no se obvia aquello que genera más tensión, los distintos finales del teatro y la convulsa propia historia de España. Un viaje que enamora a los espectadores, quiénes se sorprenden emocionados y acaban siendo parte de la historia. Una vez se baja el telón, el poso se mantiene días después de ver la función.
La pasión del actor
No son pocos los actores que ponen sus ganas y su espíritu sobre las tablas en Arder y no quemarse. Por tanto, se debe mencionar, en primer lugar, que todos y cada uno de ellos aportan su granito de arena para sacar adelante este respeto teatral. Con lo cual, se puede decir sin ningún problema que trabajan en compás, formando un solo cuerpo, permitiéndose una sinergia que hace que la química pase al patio de butacas. Cada uno de ellos tiene su momento de brillar, pero al mismo tiempo como conjunto, logran cautivar a la audiencia. Por tanto, la búsqueda del actor no está solo en lucirse en su papel, sino en la forma en la que entre todos veneran al teatro mediante su trabajo.
Por este motivo, aunque normalmente se realiza un análisis centrado en cada uno de los miembros del reparto, en esta ocasión, sería injusto realizarlo de dicha manera. La razón no es otra que no se ve en ningún momento una defensa interpretativa desigual en algún miembro del elenco, lo que facilita que se pueda observar a cada uno de los intérpretes como la parte de un todo. No obstante, sería interesante remarcar que la presencia de rostros habituales del teatro se vean reunidos en este grupo es una exquisitez, dado que la elección de cada uno de ellos ha sido un acierto. Distintas personalidades que logran encajar entre sí, obteniendo un resultado sobresaliente.
Una recreación por la vida
Este regalo al 440 aniversario del Teatro Español no podía quedarse ante una obra al uso, sino que tenía sobre sus hombros ver la combinación de pasado, presente y futuro. Por ello, Arder y no quemarse apuesta por la combinación del teatro convencional, frente al uso del audiovisual, formando una dupla que encaja sin ningún problema. De esta manera, se plantea una puesta en escena en la que convergen elementos que causan gran dinamismo. Por ejemplo, la cámara en vivo. También se aplaude el uso de la creación escenográfica original, así como un vestuario exquisito. Hay que mencionar que la parte en la que se valora el trabajo de los técnicos es realmente emocionante, dado que sin ellos, la magia del teatro no sería posible.
La composición musical es otro de los elementos que encantan a la audiencia. El movimiento escénico es muy importante, dado que hay partes que son totalmente visuales, donde el cuerpo y la imagen son lo más destacable. El diseño de los audiovisuales también goza de una calidad alta, incluyendo el videomapping, aunque podría mejorar algo más en la coordinación con el resto de elementos de la propuesta escénica. Por otro lado, el ritmo es óptimo, dado que da su espacio a cada parte y no se ensimisma en alargarse cuando es innecesario. Así, se puede decir que este montaje atina absolutamente.
Conclusión
Arder y no quemarse es un homenaje exquisito, una obra que logra transmitir toda la esencia del Teatro Español. Por tanto, la dramaturgia ha sabido concentrar los 440 años en una revisión histórica a la par que emotiva y personal. También se aplaude al reparto, que se deja el alma y la piel sobre la escena. La propuesta escénica es de alta calidad, que combina los elementos artísticos de una forma extraordinaria. Una celebración teatral que está a la altura de lo que significa el Teatro Español para el panorama teatral.
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