Ariel, película dirigida por Lois Patiño (Samsara), explora la delgada línea entre la realidad y la ficción, y está inspirada en "La Tempestad" de Shakespeare. La historia sigue a Agustina Muñoz, una actriz argentina que llega a las islas Azores para unirse a una compañía teatral, solo para descubrir que la obra ya ha comenzado y la isla entera se ha convertido en un escenario. Estrenada mundialmente en la sección Harbour del Festival Internacional de Cine de Róterdam, Ariel inauguró el 1 de julio el Festival Internacional de Cine Curtocircuíto en Santiago de Compostela y pudo verse también en el Festival Lo Que Viene Tenerife y en el Atlàntida Mallorca Film Fest (AMFF). Más recientemente ha participado en L’Alternativa de Barcelona y en el Festival de Gijón. Estreno el 24 de diciembre de 2025 en salas de cine españolas.
Crítica de 'Ariel'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Ariel
Título original: Ariel
Reparto:
Agustina Muñoz (Agus)
Irene Escolar (Ariel)
Hugo Torres (Stephano)
José Díaz (Trinculo)
Marta Pazos (Voadora)
Susana Salema (Próspero)
César Lima (Calibán 1)
Filipe Porteiro (Calibán 2)
Keven Santos (Xemelgo 1)
Jason Santos (Xemelgo 2)
Ana Odete Pérez (Tía)
Saladin Fernández (Tía)
Laura Rezende (Xulieta)
Año: 2025
Duración: 108 min.
País: España
Director: Lois Patiño
Guion: Lois Patiño. Obra: William Shakespeare
Fotografía: Ion de Sosa
Música:
Género: Drama
Distribuidor: Atalante Cinema
Tráiler de 'Ariel'
Sinopsis
Una actriz viaja a las Azores para actuar en La Tempestad de William Shakespeare, pero al llegar no encuentra ni compañía ni teatro. Tras conocer a Ariel, descubre que la obra ya comenzó: la isla entera es un teatro y sus habitantes son personajes. (Atalante Cinema)
Dónde se puede ver la película en streaming
Teatro y paisaje
Ariel no busca contar una historia convencional, sino desplegar una experiencia sensorial y conceptual. La trama avanza como lo hace un sueño, sin lógica narrativa clásica, sin conflicto explícito y sin un objetivo claro más allá de la inmersión. Traslada el espíritu de Shakespeare a un territorio puramente cinematográfico, donde la isla es escenario, texto y personaje al mismo tiempo.
Sin embargo, esa apuesta radical tiene un coste, el relato carece de tensión dramática y de una progresión que sostenga el interés durante todo el metraje. La idea inicial, poderosa y poética, se estira más de lo que permite su propio peso, y el espectador puede sentirse fascinado en los primeros compases, pero también desorientado o distante conforme la película avanza.
El cine como estado de animo
Ariel no se dirige, se invoca, cada plano parece concebido como una pieza autónoma, donde la quietud, la duración y la composición importan más que la acción. Lois Patiño entiende el cine como un espacio de tránsito entre dimensiones. En este sentido, la elección de La tempestad no es casual, la obra de William Shakespeare ya habla de ilusiones, espíritus y manipulación de la realidad.
El problema surge cuando esa coherencia autoral se vuelve hermética, Ariel no hace concesiones al espectador, ni le ofrece anclajes emocionales claros. La protagonista funciona más como una presencia que como un personaje, y la dirección renuncia deliberadamente a cualquier arco narrativo tradicional.
Cuerpos, voces y presencias
Agustina Muñoz encarna el desconcierto y la entrega de la protagonista con una contención notable, aceptando su rol como figura que observa, escucha y se deja llevar. Ariel, interpretada por Irene Escolar, es más concepto que persona, una guía, un espíritu, una voz que conecta la obra de William Shakespeare con el territorio físico de la isla. Los habitantes de las Azores, integrados como personajes de este gran teatro insular, aportan una autenticidad extraña, donde lo cotidiano se vuelve simbólico.
La belleza como lenguaje
El apartado técnico es, sin duda, uno de los grandes valores de Ariel. La fotografía captura las Azores como un espacio suspendido en el tiempo, con planos amplios, nieblas persistentes, océanos inmóviles y paisajes volcánicos que parecen ajenos a la lógica humana.
El montaje es pausado hasta el extremo, invitando a la contemplación, pero también poniendo a prueba la paciencia del espectador. Ariel exige una disposición muy concreta, verla no como un relato, sino como una experiencia sensorial y filosófica.
Conclusión de 'Ariel'
Ariel deslumbra por momentos, fascina por su belleza y su inteligencia conceptual, pero también resulta fría, reiterativa y excesivamente abstracta. No es una película que busque gustar, sino ser experimentada, y eso la hace tan estimulante como limitante.
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