"Atocha el revés de la luz": La reconstrucción del trauma

Atocha el revés de la luz presenta a Alejandro Ruiz-Huerta, el único de los abogados de Atocha que sufrió el atentado y queda vivo para contarlo a día de hoy. Cuando se sienta a escribir sus memorias, es incapaz de narrar el fatídico día. Para retrasar el momento de enfrentarse a ello, comienza el relato por su época universitaria y va dando saltos por diferentes etapas que componen un retrato doble: el de una persona que luchó por sus ideas hasta las últimas consecuencias y el de un período fundamental para comprender nuestra historia reciente. (TEATRO DEL BARRIO).

Conocido por muchos, profundizado por pocos

Javier Durán analiza uno de los episodios más negros de la historia española en Atocha el revés de la luz. El dramaturgo explora el episodio de la matanza de los abogados de Atocha, a partir de las propias declaraciones de uno de sus supervivientes, Alejandro Ruiz-Huerta. Sin embargo, se aleja de todo tipo de morbo innecesario y se centra en dar voz a aquellos que no pueden ya tenerla. Por lo cual, no solamente se explota el ferviente desasosiego de su protagonista, sino que va más allá y se sumerge en las vidas de las piezas fundamentales de este trágico suceso. Ahí es donde se ve el carácter más humano del libreto, valorándose que se aleje de la leyenda y le de una connotación más cercana, lo que crea rápidamente una conexión con el espectador.

Lógicamente, al hablarse del suceso, no es una obra que se mantenga neutral en su crítica hacia el sistema aún corrupto de los años 70 en España. Por lo cual, se expone el movimiento laboralista llevado a cabo por este grupo de abogados, además de traer algunas de las figuras que todavía hoy son importantes como es Manuela Carmen, por ejemplo. Aun así, la politización de la obra en la mayor parte de su dramaturgia mantiene un equilibrio, dado que no cae en adoctrinamientos innecesarios. Únicamente, hay algunas reflexiones donde se percibe perfectamente la ideología que hay detrás. A pesar de ello, mantiene la coherencia con el sentimiento político que va evolucionando históricamente sobre las tablas. Las pequeñas pinceladas de humor sirven de sátira social del momento. Pero, indudablemente, el mensaje más importante de la obra es el canto de tolerancia y libertad que desprende.

Los abogados laboralistas

Una de las decisiones más acertadas de Atocha el revés de la luz es la elección de su reparto, que no interpreta un único papel durante toda la obra. Lo mejor es ir a la pieza teatral sin conocimiento de a quiénes se interpretan, para tener mayor sorpresa y atractivo durante la representación. En primer lugar, Nacho Laseca es el único nexo de unión que se mantiene más estático en la obra, pero que ejerce una labor como narrador excelente. En su pausa se atisba esos pequeños matices del dolor y de la introspección, lo que le permite realizar una metamorfosis de una manera más elegante. Luego, Luis Heras va transformando un carácter más saleroso y vivaracho, con una ingenuidad blanca, donde se desprende ternura. Gracias a ello, da esos puntos de luz necesarios desde el trabajo artístico.

Por otro lado, Fátima Baeza vuelve a estar a las órdenes de Javier Durán tras “Capullo quiero un hijo tuyo”. La actriz tiene un semblante muy característico. Así aprovecha su buena flexibilidad expresiva para ir transformándose acorde a lo que necesita cada uno de sus personajes. Esa alegría tan natural envuelve al público sin problemas, sacando partido a este punto en la atmósfera que desprende. Después, Alfredo Noval pisa fuerte en el escenario, tiene una presencia magnética que sabe aprovechar. Por ello, luce en los papeles donde se necesita más carácter. También cuida las escenas más tranquilas, siempre con un aroma relajado y temple, que eleva el resultado de su labor. Por último, pero no menos importante, Frantxa Arraiza es pura energía en la obra, encontrándose en movimiento en todo momento y con un dinamismo propio que la catapulta en su forma de interpretar.

Un capítulo negro de España

La propuesta escénica de Atocha el revés de la luz es un juego de piezas sobre el escenario, que le dan su sentido, según va transcurriendo la acción. Los monolitos grises reflejan la propia identidad de la obra, ambientándolo en ese momento histórico que denota la dureza de aquellos tiempos. Hay que apreciar el gran trabajo que se hace de la puesta en escena y de la coreografía sobre el escenario, ya que no pierde el hilo en ningún momento. Sigue un ritmo liviano, que no se para abruptamente. Por lo cual, se aplaude la decisión de contemplar la línea temporal de una manera interesante. Sin seguir un esquema totalmente lineal, se hace comprensible fácilmente para los espectadores comprender la composición espacial y temporal de la pieza teatral.

Otro punto satisfactorio es el uso del audiovisual, introduciéndose paulatinamente y con un sentido estético bien llevado. Tal vez, todavía falta algo más de fluidez, pero la construcción tiene una evolución favorable. Asimismo, las referencias históricas son apropiadas y un enlace directo hacia los asistentes. No obstante, los cambios de vestuario y la recreación de ciertos momentos no compactan firmemente en algunas ocasiones, lo que hace que pasen demasiado rápido. Al contrario que lo que ocurre con la introducción de los personajes imprescindibles, que tarda ligeramente en colocarse. Aun así, una vez hecho, el hilo es fácil de continuar y se comprende el recurso por el que se ha llevado a cabo así. En resumen, en su conjunto, el resultado es muy fructífero y goza de un diseño donde destacan el homenaje y el movimiento.

Conclusión

Atocha el revés de la luz explora la matanza de los abogados de Atocha desde una vertiente más sincera y llevándolo a una cercanía necesaria. El carácter político de la obra es inevitable, pero han sabido equilibrarlo y darle forma para tener un contexto certero alrededor de la obra. A nivel actoral, el elenco realiza un trabajo satisfactorio, donde se puede ver el respeto y las ganas que tenían de afrontar este reto. Asimismo, la puesta en escena se encuentra constantemente en movimiento, con un ritmo agradable y un uso del audiovisual incipiente interesante. En algún matiz puede faltar algo de energía, pero el resultado se mantiene en alto. La sombra de la verdad más allá del atentado, que dibuja una realidad humana y con un mensaje revelador por la libertad.

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