Bab Sama Maftouh (Una puerta al cielo), película dirigida por la directora marroquí Farida Benlyazid realizada en 1988 y producida en Marruecos por la compañía Waka Films. Premiada en 1989 con la Mención del A.C.C.T. del Festival Premers Plans en Angers, Mejor Guion en el Festival National du Cinéma de Meknés, y premiada en el Festival de Cinéma d’Annaba. Nadia comienza una búsqueda espiritual cuando vuelve a Marruecos a la muerte de su padre. Después de años fuera de su país, se da cuenta que la cultura y religiosidad que había rechazado al europeizarse es muy importante para cuestionarse los valores humanos. Proyectada en la Sección Cine Afrofeminista: A la luz de las pioneras (des)conocidas del 21 FCAT, Festival de Cine africano de Tarifa.
Título: Una puerta al cielo
Título original: Bab Sama Maftouh / Une porte sur le ciel
Reparto:
Zakia Tahiri
Chaabia Aadraoui
Eva St Paul
Ahmed Bouanani
Año: 1989
Duración:
País: Marruecos
Director: Farida Benlyazid
Guion: Farida Benlyazid
Fotografía: Georges Barski
Música: Annouar Braham
Género: Drama
Distribuidor:
Tráiler de 'Bab Sama Maftouh'
Sinopsis
Nadia emprende una búsqueda espiritual cuando regresa a Marruecos tras la muerte de su padre. Tras años de ausencia, se da cuenta de que la cultura que había rechazado en favor de la modernidad y la cultura occidental es sumamente importante a la hora de cuestionar los fundamentos de los valores humanos. (FCAT)
El regreso a los orígenes culturales
Farida Benlyazid es una destacada pionera guionista y directora cinematográfica veterana marroquí, que realizó su primer largometraje de ficción Bab Sama Maftouh en 1988. Guionista prolífica, ha rodado las películas Keïd Ensa, 1998, Casablanca, 2002 y La vida perra de Juanita Narboni 2005, algunos cortos y dedicándose a los documentales hasta 2017. Ha participado en numerosos festivales de cine desde 1988 en Túnez, Marruecos, Egipto, EEUU y diferentes países europeos. Esta película inicial que le dio a conocer ha sido restaurada por el Transnational Moroccan Cinema Project de la University of Exeter (Reino Unido), el Centro Cinematográfico Marroquí (CCM) y Dragon Di (Reino Unido).
Treinta y cuatro años después, Bab Sama Maftouh es una película de plena actualidad por los movimientos sociopolíticos surgidos, al tratar la relación de la mujer con el Islam, muy debatida dentro y fuera de los grupos feministas. Nadia (Zakia Tahiri) es una joven que se fue hace años a París donde se ha europeizado en su personalidad y su imagen exterior, que contrasta mucho con las mujeres de su edad en Marruecos a su regreso. Vuelve a la muerte de su padre, reuniéndose con las familias de su hermana Leyla que vive en Fez y la de su hermano Driss también residente en Francia.
Crisis personal y cambio de vida
Después de que fallece el padre hay distintas opiniones entre los hermanos sobre qué hacer con la gran casa palacete familiar donde vivía, tema común transcultural con algunos largometrajes y con la exitosa película española La casa de Álex Montoya, adaptación de la novela gráfica de Paco Roca. En Bab Sama Maftouh los hermanos consultan con abogados para el reparto de la herencia, fundamentalmente sobre la gran casa donde hay intenciones muy diferentes entre ellos. Nadia se instala en la casa sin fecha de regreso a París, enviando una carta a Jean Philipe su pareja francesa, explicándole los motivos de su permanencia en Fez.
Coincidiendo con el reencuentro con su ciudad natal y su cultura de origen, e influenciada por la reciente muerte de su padre, tiene una crisis fuerte emocional y espiritual replanteándose su vida. Vuelve a la lectura de los textos islámicos cambiando su imagen y manera de vestir, adoptando las costumbres marroquíes. Lleva una vida más recogida y cercana a las mujeres, rodeándose de una trabajadora doméstica que atendía a su padre, con quien permanece en la gran casa. Interpretan la misericordia y benevolencia de los textos espirituales que lee, empezando a acoger mujeres maltratadas y desfavorecidas o sin familia, creando un centro de mujeres.
Aspectos artísticos y técnicos
El guion de Farida Benlyazid, está bien construido con diálogos muy cuidados, que muestran bien la psicología de los personajes definidos por la autora. La interpretación de la protagonista principal Nadia es buena, haciendo creíble su personaje y la evolución que tiene, desde su imagen y personalidad moderna inquieta hasta su recogimiento espiritual. Está especialmente bien trazado su periodo de dudas, cuestionamientos personales y cambios vitales hacia una concepción espiritual de orientación sufí.
La fotografía de Georges Barski es abierta y colorista, recogiendo con diferentes tipos de planos la arquitectura de la casa palacete y las relaciones entre los protagonistas. Hay algunas secuencias rodadas en la Casbah de Fez, además de planos panorámicos de la ciudad que ambientan muy bien Bab Sama Maftouh desde las características azoteas planas. También es un acierto la elección de los temas musicales en la banda sonora de Annouar Braham, siendo paralela a los cambios personales de Nadia, desde música clásica europea hasta cantos espirituales islámicos y música marroquí.
Destacamos varias secuencias largas sobre el duelo familiar compartido y la ceremonia funeraria tradicional, así como otras de cantos y bailes religiosos de las mujeres desfavorecidas refugiadas en la gran casa. El final dado a Bab Sama Maftouh puede dar lugar a variadas interpretaciones entre diferentes espectadores, tal como ocurrió en los coloquios posteriores a sus sesiones de proyección.
Conclusión de 'Bab Sama Maftouh'
Bab Sama Maftouh es una película muy interesante de la veterana guionista y directora marroquí Farida Benlyazid, que después de su realización en 1988 no ha perdido frescura, estando en plena actualidad por la relación de las mujeres con el islamismo. Nadia, la protagonista principal regresa tras muchos años viviendo en París a su ciudad natal de Fez a la muerte de su padre, reencontrándose con su hermano Driss también afrancesado y su hermana Leyla que sigue viviendo en Marruecos. Nadia comienza una gran crisis personal y espiritual que hace que decida permanecer en la gran casa familiar y cambiar el rumbo de su vida, dedicándose a acoger mujeres abandonadas o desfavorecidas.
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