En este universo cinematográfico, Bambi: La venganza, trepidante nueva apuesta de terror reinventa este cuento clásico en una versión mucho más oscura y violenta. Con una atmósfera cargada de tensión, en esta nueva película del 'Universo Infantil Retorcido (Twisted Childhood Universe)', el Bosque se transforma en un sombrío escenario de horror. Estreno el 14 de noviembre de 2025 en salas de cine españolas.
Crítica de 'Bambi: La venganza'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Bambi: La venganza
Título original: Bambi: The Reckoning
Reparto:
Roxanne McKee (Xana)
Nicola Wright (Mary)
Samira Mighty (Harriet)
Tom Mulheron (Benji)
Russell Geoffrey Banks (Andrew)
Alex Cooke (Simon)
Catherine Adams (Jo)
Joseph Greenwood (Harrison)
Luke Cavendish (Joshua)
David Ambler (Rob)
Ewan Borthwick (Eddie)
Adrian Relph (Michael)
Big Tobz (Tyler)
Año: 2025
Duración: 81 min.
País: Reino Unido
Director: Dan Allen
Guion: Rhys Warrington. Personaje: Felix Salten
Fotografía: Vince Knight
Música: Greg Birkumshaw
Género: Terror. Thriller
Distribuidor: Flins y Pinículas
Tráiler de 'Bambi: La venganza'
Sinopsis
Inspirado en la película de animación Bambi, transforma al inocente ciervo que conocemos en una máquina de matar. (Flins & Piniculas)
Dónde se puede ver la película en streaming
El bosque devora
En el marco del ya conocido Twisted Childhood Universe, Bambi: La venganza transforma el clásico cuento infantil de Disney en una pesadilla sangrienta de supervivencia y venganza animal. El guion, deliberadamente simple, no busca sutileza ni profundidad, funciona como un slasher rural pero protagonizado por un ciervo asesino. Su tono es grotesco y auto paródico, oscilando entre la serie B autoconsciente y el horror involuntariamente cómico.
Bambi: La venganza promete venganza y brutalidad, y las entrega, aunque a costa de renunciar a cualquier coherencia o emoción, lo que podría haber sido una sátira ecológica o un manifiesto gore sobre la violencia humana contra la naturaleza termina siendo un festival de desmembramientos sin alma ni propósito.
El cuento se desangra
Dan Allen busca mantener un equilibrio entre terror rural y espectáculo grotesco, pero el resultado es desigual. La puesta en escena aprovecha los paisajes boscosos y húmedos, creando cierta atmósfera de aislamiento y amenaza, sin embargo, la planificación de las secuencias de terror carece de ritmo y tensión. Allen parece más interesado en el shock inmediato que en construir una escalada de miedo.
Donde sí se percibe intención es en el uso del simbolismo visual, el bosque como cuerpo herido, la naturaleza como verdugo del hombre, lástima que esas ideas se diluyan entre sustos predecibles y un humor involuntario que rompe cualquier tono serio.
Gritar es el nuevo dialogo
El elenco humano cumple el papel típico del cine de terror de bajo presupuesto, víctimas con poco desarrollo, carne de cañón del monstruo protagonista, los personajes son arquetipos reconocibles y su función principal es gritar, correr y morir. El protagonista, Bambi, se presenta mediante efectos prácticos y prótesis más que CGI, lo que aporta cierto encanto retro. Su diseño, entre lo grotesco y lo ridículo, resulta impactante en algunos planos nocturnos, aunque pierde fuerza cuando se muestra en exceso.
Gore nocturno
Visualmente, Bambi: La venganza tiene una fotografía aceptable para su presupuesto, destacando los contrastes entre la serenidad natural del bosque y la violencia que lo invade. La iluminación en tonos verdosos y rojizos crea un ambiente malsano, aunque los efectos de sangre y mutilaciones son desiguales, a veces eficaces, a veces tan falsos que provocan risa. El montaje tiende a ser errático, con cortes bruscos y un uso excesivo del “shaky cam” en las escenas de acción.
En el apartado técnico se percibe el esfuerzo de un equipo limitado, pero el resultado sigue siendo una producción de serie B sin refinamiento, que podría funcionar como curiosidad para los amantes del cine trash.
Conclusión de 'Bambi: La venganza'
Bambi: La venganza es exactamente lo que promete su título, una versión violenta y absurda de un clásico infantil. Funciona como experimento de horror gamberro, con cierta gracia macabra en sus primeros minutos, pero pronto se agota en su propio exceso.
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