Georgia Oakley debuta con Blue Jean, film que narra la vida de una profesora de Educación Física que vive oculta su sexualidad. Este film ha sido muy aplaudido tanto por la crítica especializada, como por el público. Además, estuvo nominada en los Premiso BAFTA 2023 al mejor debut de un escritor, director o productor británico. También obtuvo el Premio del Público en el Festival de Venecia y el Festival de Sevilla. Asimismo, estuvo presente en la 25ª edición de los British Independent Film Awards, alzándose con los premios a mejor interpretación protagonista, mejor guionista debutante y mejor casting. En cines desde 5 de abril en España.
Año: 2022 Duración: 97 min País: Reino Unido Dirección: Georgia Oakley Guion: Georgia Oakley Música: Chris Roe Fotografía: Victor Seguin Género: Drama Distribución: Surtsey Films
Blue Jeanse ambienta en Inglaterra, en 1988. El gobierno conservador de Margaret Thatcher está a punto de aprobar una Ley que estigmatiza a gays y lesbianas, obligando a Jean, una profesora de gimnasia, a vivir una doble vida. A medida que aumenta la presión desde todos los lados, la llegada de una nueva alumna a la escuela provocará que su vida se sitúe al borde del abismo. (SURTSEY FILMS).
La represión social
Georgia Oakley ambienta Blue Jean en los años 80, durante un momento muy complicado para la comunidad LGBTQ+ por la dureza de las instituciones, por su marcado carácter conservador en Reino Unido. Así, se presenta al espectador a Jean, una joven profesora de Educación Física, que verá su vida trastocada con la llegada de una joven alumna. El guion transporta de una manera efectiva al pasado, logrando hacer un retrato de la sociedad de entonces, pero sin necesidad de incidir en ello. Por tanto, mediante detalles, como los noticieros, un programa de citas y los propios comentarios de algunos personajes, dan una idea de lo complicado que era ser visible en aquellos años. Gracias a ello, la emoción es sutil, pero funciona a la perfección, dejando al público enganchado.
Durante la primera parte del film, se halla esa necesidad de contextualizar, algo que se agradece según va avanzando en su trama. De esta forma, resulta menos complicada la gestión de los momentos más álgidos, en especial, hacia el último tramo del film en el que se desgrana la parte más reivindicativa. Con lo cual, Oakley ha sabido realizar activismo cinematográfico, pero sin necesitar de un planteamiento de panfleto, sino que con las propias vidas y mostrando los miedos a ser visibles, es más que suficiente. Además, logra dar pinceladas en torno a cómo la lucha de ayer, es lo que ha posibilitado los derechos de hoy. No obstante, este film se hace aún más imprescindible por la situación actual del colectivo LGBTQ+, siendo un ejemplo de que no hay que perder de vista la lucha de los derechos.
Una mujer escondida
Rosy McEwen lidera el reparto de Blue Jean, metiéndose en la piel de Jean, la profesora protagonista. En primer lugar, destacar la elegancia de su rostro, lo que le permite utilizar una expresividad delicada con la que transmite absolutamente todo al público. Así, se envuelve en un tono tenue y suave, que hace que conectar con ella sea muy fácil. Asimismo, se une un uso de la voz en consonancia con su personaje, permitiéndole explorar ese contraste emocional que hay en su Jean. Una interpretación ingeniosa y sin necesidad de aspavientos para triunfar ante la pantalla. Además, hay que mencionar que lleva casi todo el peso de la película, siendo el anclaje principal del resto de personajes. Humana, emotiva y real, esas tres palabras podrían ser el resumen de su trabajo ante la cámara.
Después, Kerrie Hayes realiza una labor estupenda, desinhibida, pícara, pero dándole la humanidad necesaria. Asimismo, sería importante mencionar que en las últimas escenas logra esa emoción y dramatismos que plasman un trabajo más complejo. Por otro lado, Lucy Halliday y Lydia Page afrontan los personajes más juveniles. En el caso de Halliday, comienza con menos fuerza, pero poco a poco va desenvolviéndose con confianza y finaliza con un trabajo muy sólido. Por el lado de Page, es coherente en su desempeño actoral, aunque podría parecer que va a tomar más peso en la trama. Aun así, durante sus escenas, consigue una actuación muy solvente. Especial mención al grupo de amigas, con actrices como Stacy Abalogun y Amy Booth-Steel, que dan frescura al film.
La sutil elegancia
La estrategia artística detrás de Blue Jean no se encuentra solo en plasmar los años 80 mediante la elección del vestuario y la fotografía, sino lograr que la propia imagen lo diga. Por ello, se aplaude el uso del color, el cual no sigue una estética estándar, sino que tiene esa tonalidad más apestalada que le da un toque a nostalgia. Asimismo, al utilizarse unos tonos más suaves, se prevé cuál va a ser el estilo del film. Una manera contundente de establecer el sello de identidad en la producción. Después, la fotografía logra una labor muy refinada, con planos que enmarcan constantemente el mundo interior de su protagonista. Una manera de acentuar las emociones del personaje principal, sin olvidar aquellos planos que sirven de contexto y amplían las miras. Muy bien organizado.
El ritmo de la película no busca ser vista como un entretenimiento con grandes dosis de dinamismo y acción, sino que desea ser disfrutada poco a poco. Sin embargo, no cae en excederse en esa mirada contemplativa. Prueba de ello, es cómo a partir de la segunda mitad del film se empiezan a suceder situaciones que incorporan más fuerza al film, impidiendo que decaiga. Así, consiguen dar ese contraste y mantener la atención del público ante la pantalla. Después, el vestuario es una maravilla, captando a la perfección la personalidad de cada personaje. Sobre la música, adecuada, aunque no toma mucha más presencia, algo que podría haberse aprovechado para dar más cuerpo a la producción. En resumen, un film que ha sabido utilizar sus elementos técnicos y artísticos para llevar al espectador ante este film elegante, visible y emotivo.
Conclusión
Blue Jean reivindica la necesidad de ser visibles ante una sociedad que desea coartar la libertad del colectivo LGBTQ+. A pesar de ambientarse en los años 80, está de total plena actualidad, siendo un guion emotivo, humano y con fuerza en torno a las realidades que todavía siguen ocurriendo entre personas LGBTQ+. Gracias a ello, logra un film cercano, cuidado en el detalle y que no necesita de aspavientos para empatizar. Después, un reparto lleno de verdad, encabezado por una estupenda Rosy McEwen. A nivel técnico y artístico, afianzan un sello de identidad coherente y efectivo. Una película que sirve para remover y reivindicar el pasado para seguir conservando el presente, en perspectiva a las libertades LGBTQ+.
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