Diego Garisa y Alejandro Bordanove protagonizan la ópera prima de Javier Calvo, Cariñena, vino del mar, una road movie de iniciación ambientada en la España de la Transición rodada en Aragón y Galicia, que llegará a los cines el 20 de junio de 2025. Basada en la novela autobiográfica del escritor gallego Antón Castro, Premio Nacional de Periodismo Cultural, fue rodada durante más de siete intensas semanas con un equipo técnico mayoritariamente aragonés.
Crítica de 'Cariñena, vino del mar'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Cariñena, vino del mar
Título original: Cariñena, vino del mar
Reparto:
Diego Garisa
Alejandro Bordanove
Itziar Miranda
Nacho Rubio (Andrés)
Alba Martínez (Cris)
Blanca Laínez
Ricardo Joven
Año: 2025
Duración: 115 min.
País: España
Director: Javier Calvo Torrecilla
Guion: Javier Calvo Torrecilla. Novela: Antón Castro
Fotografía: José Manuel Fandos
Música: Gonzalo Alonso
Género: Drama
Distribuidor: Filmax
Tráiler de 'Cariñena, vino del mar'
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Sinopsis
Galicia, 1978. Antón (Diego Garisa), un joven de 18 años tan inexperto como lleno de dudas, huye del servicio militar, dejando atrás su tierra natal ya un padre que ya había trazado su destino. En Zaragoza, se integra en un colectivo de objetos de conciencia, mientras empieza a explorar su vocación como escritor y vive de cerca los primeros latidos de la democracia.
La búsqueda de trabajo lo lleva a Cariñena, donde conoce a Miguel (Alejandro Bordanove), un joven sin rumbo, tan extrovertido y mentiroso como entrañable, con quien forja una amistad inesperada. Entre barracones, viñedos y risas, Antón encuentra también el amor fugaz de Cris, una joven idealista y la amistad de Palmira e Isidro, dos figuras que le ayudan a crecer y comprender el mundo al que se enfrenta.
Una historia sobre crecer, elegir y escribir el propio destino en un país que también intenta encontrarse a sí mismo. (Filmax)
Un viaje que mira más que avanza
Antón, el protagonista, es un joven gallego que decide desertar del servicio militar, dejando atrás no solo la obligación castrense, sino también el peso de un padre autoritario y una tierra que lo ahoga. Su huida lo lleva a Zaragoza, donde se une a un colectivo de objetores de conciencia, y más tarde a Cariñena, ese lugar simbólico donde confluyen los caminos, el vino y las decisiones que marcan una vida.
Cariñena, vino del mar apuesta por un tono pausado, donde lo importante no es tanto lo que ocurre como lo que se va decantando en el interior del personaje. Se van sucediendo momentos que van componiendo un mosaico de experiencias que sirven como rito de paso. Sin embargo, el guion parece algo disperso, muchos personajes entran y salen sin llegar a transformarlo del todo, y algunas situaciones quedan esbozadas pero no del todo desarrolladas. El resultado es una trama que tiene alma pero a veces le falta carne.
Nostalgia contenida
Javier Calvo Torrecilla dirige con sobriedad, apostando por un realismo sin adornos que remite al cine español de los años 80. Hay en su mirada una voluntad de escuchar a los personajes, de dejar que el tiempo respire, de no imponer un ritmo artificial. Eso se agradece, aunque por momentos Cariñena, vino del mar corre el riesgo de volverse demasiado contemplativa, rozando la inercia.
El director demuestra sensibilidad para los pequeños gestos y los momentos de intimidad. Su forma de retratar la transición no es panfletaria ni épica, es terrenal, a escala humana. Aun así, da la impresión de que Calvo Torrecilla confía tanto en la fuerza del contexto que se olvida de empujar dramáticamente al personaje, y sin un verdadero conflicto interno o externo, el relato pierde fuerza.
Miradas jóvenes
Diego Garisa encarna a Antón con una mezcla de contención y vulnerabilidad que resulta creíble. Su rostro transmite duda, deseo de cambio, y una tristeza latente que nunca se convierte en melodrama. Es una interpretación silenciosa, que funciona bien dentro del tono general de la película, aunque quizá le falte ese momento de quiebre que le dé profundidad emocional completa al personaje.
Alejandro Bordanove, en el papel de Miguel, aporta el contrapunto necesario, desparpajo, ternura y cierta desfachatez encantadora, su personaje no es fácil, pero Bordanove lo mantiene en el equilibrio justo entre el alivio cómico y el espejo emocional.
Piel de viñedo, alma de cuaderno
Cariñena, vino del mar es una película modesta pero cuidada. La fotografía opta por tonos cálidos y una luz que parece tamizada por el polvo de los caminos rurales. No hay alardes estéticos, pero sí un sentido claro de lugar y tiempo. Los viñedos, los interiores humildes, las estaciones de tren y las habitaciones austeras crean una ambientación convincente sin necesidad de subrayar la época con elementos de atrezzo forzados.
Todo respira con cierta autenticidad artesanal, aunque a veces da la sensación de que la puesta en escena no termina de aprovechar las posibilidades expresivas del paisaje aragonés.
Conclusión de 'Cariñena, vino del mar'
Cariñena, vino del mar es una película hecha con cariño, con respeto por sus personajes y con una intención clara de conectar el pasado con la intimidad de quien crece contracorriente, sin embargo, su desarrollo irregular, la falta de verdadero conflicto y algunos personajes que no terminan de calar hacen que el conjunto resulte más tibio de lo que podría haber sido.
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