Lo primero que conocemos de Tetê son sus problemas. A través de una voz en off ella misma nos cuenta que está marginada en el instituto, que tiene un amor no correspondido y que se tiene que mudar con sus abuelos porque su padre ha perdido el trabajo. Netflix ha estrenado este 22 de septiembre la película brasileña Confesiones de una Chica Invisible, una historia muy poco original sobre una adolescente que se siente fuera de lugar hasta que un cambio de look hace que todos sus problemas se evaporen.
Crítica de 'Confesiones de una Chica Invisible'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Confesiones de una chica invisible
Título original: Confissões de uma garota excluída / Confessions of an Invisible Girl
Reparto:
Julia Rabello
Stepan Nercessian
Klara Castanho (Tetê)
Fernanda Concon (Laís)
Kiria Malheiros
Marcus Bessa (Zeca)
Lucca Picon
Rosane Gofman
Júlia Gomes (Valentina)
Gabriel Lima (Davi)
Alcemar Vieira
Caio Cabral
Año: 2021
Duración: 91 min.
País: Brasil
Director: Bruno Garotti
Guion: Bruno Garotti, Flávia Lins e Silva, Christiana Oliveira, Thalita Rebouças
Fotografía: Julio Costantini
Música:
Género: Comedia juvenil
Distribuidor: Netflix
Sinopsis
Tetê no se siente aceptada ni en clase ni en casa. Cuando sus padres, que están sin empleo, deben mudarse a la casa de sus abuelos en Copacabana (Río de Janeiro), esta chica de 16 años tiene que empezar de cero en un nuevo colegio. Allí hará todo lo posible para no ser blanco de abusos otra vez, y puede que hasta haga amigos y tenga una vida social. (Netflix España)
Dónde se puede ver la película
Una chica invisible que no pasa desapercibida
Si nos dejamos engañar por el título, la protagonista de Confesiones de una Chica Invisible tendría que ser una chica que no llamase la atención, que pasase desapercibida. Alguien con una personalidad tímida o incluso algo callada. Pero Tetê, interpretada por Klara Castanho, es lo opuesto a invisible. Ella es atrevida, indiscreta y no tiene problemas para tomar la iniciativa. Es ella la que llega nueva a un instituto y se presenta sin pensárselo demasiado al chico que se sienta delante de ella. También es ella la que propicia la creación de su grupo de amigos al convencerles de quedar para hacer un trabajo en vez de hacerlo por separado en sus casas.
Y es ella la que tampoco se achanta a la hora de pedirle al chico que le gusta que le invite a una fiesta a la que va ir todo el instituto. Puede que el título del libro en el que se basa esta película ‘Confissões de uma Garota Excluída, Mal-amada e (um Pouco) Dramática’ (Confesiones de una chica excluida, poco querida y (un poco) dramática) sea algo más acertado.
La incoherencia de la película dirigida por Bruno Garotti empieza con la elección del título pero su lógica no mejora en ningún momento. Confesiones de una Chica Invisible cae en exhibir a personajes sin camiseta en situaciones no justificadas como lo es, por ejemplo, un ensayo de una banda de música. ¿Por qué alguien se pondría a tocar la guitarra medio desnudo? Otro ejemplo es que, a pesar de que la protagonista manifiesta (y en repetidas ocasiones) que no quiere depilarse, cuando la vemos en bikini en la playa no hay ni rastro de un solo pelo en todo su cuerpo.
Y por último, cuando dos alumnas se enzarzan en una pelea el profesor presente en escena no mueve ni un dedo por separarlas. ¿Qué clase de colegio es ese en el que el adulto se queda en un segundo plano (literalmente) mientras dos adolescentes se empujan y tiran al suelo en mitad de una clase? En mismo en el que un caso de bullying se soluciona con un abrazo.
Problemas inexistentes
Confesiones de una Chica Invisible no se toma en serio ni a sus personajes ni a sus preocupaciones y deja en el aire o sin cerrar tramas cuando dejan de interesarle. Objetivamente, Tetê se queja de problemas que no tiene. Se ve envuelta en una especie de triángulo amoroso cuando se supone que es invisible y ningún chico se fija en ella.
Se supone que es una marginada y que tiene problemas para relacionarse pero, como ya he dicho, no le cuesta mucho hacer amigos. Es cierto que hay una chica, Valentina, que le hace bullying en el instituto pero el resto de sus compañeros siempre la defienden y, para ser sinceros, Valentina hace bullying a todo el instituto. Vale que es una comedia adolescente y no un dramón de esos de ver con una caja de pañuelos al lado pero su género no tendría que hacerla menos creíble.
Formalmente Confesiones de una Chica Invisible juega con la rotura de la cuarta pared y mostrarnos algunas fantasías de su protagonista como si fuesen escenas reales. Pero en general es tan irrealista y está tan llena de clichés que toda la trama parece más el producto de la fantasía de una adolescente que algo que esté mínimamente basado en la vida real.
Los límites de la comedia
Pero si algo me ha molestado de toda esta falta de sentido es que Confesiones de una Chica Invisible ponga el foco en problemas imaginarios y pase por alto otros asuntos más serios. Me refiero a la relación entre Tetê y su familia. ¿Os acordáis del acoso familiar que sufría Bridget en El Diario de Bridget Jones por estar soltera? No es que lo disculpe (para nada) pero por lo menos ella era una mujer de treinta años y la película se estrenó hace veinte. Tetê sufre una presión similar pero ella tiene quince años y la película se acaba de estrenar en Netflix. La obsesión de sus padres y sus abuelos por que encuentre un novio es tal que están desesperados por juntarla con un vecino que tiene doce años pero “parece mayor”.
Recordemos que ella tiene solo quince años y que la comedia tiene un límite y esta película lo sobrepasa tan a menudo que ni siquiera sabe ya dónde encontrarlo. Su familia no solo la machaca con eso, también con su apariencia física, su forma de ser y su falta de amistades. Sí, toda comedia nace del dolor pero querer pasar por gracioso el acoso que sufre una adolescente por parte de su familia llamándola peluda, fea y deseando que tuviese amigos aunque fuese solo por pena no solo no funciona sino que manda un mensaje equivocado y muy peligroso.
Conclusión de 'Confesiones de una Chica Invisible'
Confesiones de una Chica Invisible es tan absurda que es imposible que empaticemos con la historia que quiere contar. Tampoco ayuda que no sea consciente de los mensajes tan anticuados y perjudiciales que manda a la audiencia a la que se dirige. No todo vale solo porque se trate de una comedia de adolescentes.
Esta película es más de lo mismo, pero más de lo mismo de hace años. Protagonistas que solo por llevar gafas son unas marginadas, triángulos amorosos y cambios de look que consiguen eliminar todos los problemas anteriores a golpe de rímel. Da la sensación de estar viendo una historia de otra época, una que pensaba que ya habíamos superado.
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Me pareció de las peores películas que he visto en toda mi vida, además de que la Tete es una fastidiosa, es muy cansina, no la volvería a ver en mi vida.