Aunque no abundan los ejemplos, algunas películas han pasado de ser repudiadas por crítica y espectadores (casi de forma unánime) en sus estrenos, a ser apreciadas e, incluso, idolatradas con el paso del tiempo. Vamos, lo que entendemos coloquialmente como películas de culto. El celuloide tiene un peculiar sentido del humor. Al menos, su público lo tiene a veces.

Por supuesto, ésta no era la intención inicial: no todas fueron concebidas, de partida, como potenciales “Blockbusters” u obras maestras, pero, al menos, pretendían evitar el descalabro que obtuvieron en sus primeros pases. Vamos a dar un repaso por aquellas producciones que han marcado un sensible contraste entre su status inicial y el que consiguieron con el paso de las décadas.

The Rocky Horror Picture Show (1975)

Inclasificable. Bueno, algunos logran etiquetarla como una ópera Glam parodia terror; es decir, que es inclasificable a la práctica. Y esta fórmula no consiguió atraer a demasiado público en su estreno. Aún así, con el paso de los años, un reducto de fans acérrimos lograron que se proyectase en diversos cines estadounidenses de forma regular.

El concepto pasó a ser participativo: los asistentes llevaban objetos (pistolas de agua, arroz, confeti, …) y hacían uso de ellos durante el transcurso de la película. Así pasó a alcanzar más repercusión y, junto con su disparatado argumento, llegó a convertirse en una película de culto. Anécdota: Fue uno de los primeros papeles de la aclamada Susan Sarandon.

Plan 9 del espacio exterior (1957)

¿Qué podemos decir de Ed Wood? El cineasta llegó a tener la etiqueta de peor director de la historia. Y Plan 9 del espacio exterior ha sido su buque insignia. Amante de las primeras tomas (aunque el resultado fuese desastroso), esta producción glosa perfectamente su capacidad para integrar los efectos especiales en la trama (léase con ironía).

La película es tan mala que ha acabado siendo una referencia del celuloide en el género de la ciencia ficción, todo un culto. Y los diferentes fallos que aparecen son aclamados por los espectadores en las décadas posteriores. Probablemente, si hubiese sido de más calidad, hubiera pasado desapercibida.

Showgirls (1995)

Paul Verhoeven venía de dirigir las exitosas Desafío Total e Instinto Básico y se animó con una superproducción que combinaba música, erotismo, suspense y crítica al mundo del Star System. ¿Qué podría salir mal? Respuesta: todo. Una chica llega a Las Vegas, la ciudad icónica del espectáculo y las mesas que inspiraron los actuales juegos de casino live, en busca de su gran oportunidad.

Y así transcurre el argumento, con traiciones, moralina y mucho destape. Pero el desarrollo, las interpretaciones y el concepto general no convencieron, en absoluto, al público ni a los críticos, que castigaron duramente al realizador holandés. Sin embargo, con los años, la valoración se ha suavizado y, hoy, ya se considera una obra más tolerable; incluso, apreciable.

El ataque de los tomates asesinos (1978)

Cabe aclarar que, a diferencia de otros ejemplos expuestos en este listado, The Attack of the Killer Tomatoes! no partía como una película “seria”. Más bien, era una mezcla entre parodia y experimento. Y, desde luego, viendo cómo los tomates se movían, rodando cuesta abajo, es fácil de entenderlo así.

Sea como fuere, acabó por entusiasmar a un público ávido de productos de serie Z. ¿Hasta qué punto? Pues se han llegado a lanzar DVDs conmemorativos, videojuegos y tuvo secuelas; por cierto, en una de ellas el protagonista es un joven llamado George Clooney.

XanadĂş (1980)

Acabamos esta breve selección con la dinámica contraria. No sólo era pésima en su estreno; además, ha envejecido fatal. Para aquellos que tengan un recuerdo dulce de su estética o sus canciones, aquí va un consejo: no la volváis a ver. Es tan sumamente mala que inspiró la creación de los premios Razzie.

El argumento es tan enrevesado e inverosímil que no vale la pena ni citarlo. Y las escenas de bailes están tan mal concebidas que rompen el ritmo de una película, ya de por sí, sorprendente (en la peor acepción de la palabra). Ni era de culto, ni lo es ahora. Quedaos sólo con la banda sonora, que esa sí que vale la pena, e intentad obviar que fue el último papel de Gene Kelly.

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