Divinity (2023) se trata de una película dirigida por Eddie Alcazar y producida por Steven Soderbergh (él mismo se encarga de promocionar en grande su nombre en los títulos de la película). Estrenada en el Festival de Sundance y presentada en el Festival de Sitges de este año, la obra presenta una extraña trama en la que se mezcla ciencia ficción y un increíble blanco y negro.
Crítica de 'Divinity'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Divinity
Título original: Divinity
Reparto:
Stephen Dorff (Jaxxon Pierce)
Moises Arias (Star)
Bella Thorne (Ziva)
Karrueche Tran (Nikita)
Scott Bakula (Sterling Pierce)
Jason Genao (Star)
Danielia Maximillian (Espécimen de Divinidad)
Michael O'Hearn (Rip Pierce)
Sawyer Jones (Jaxxon de jóven)
Caylee Cowan (Felicity)
Emily Willis (Lynx)
Elisha Herbert (Purity Protector)
Mallory Sackey (Espécimen de Divinidad)
Año: 2023
Duración: 88 min.
País: Estados Unidos
Director: Eddie Alcazar
Guion: Eddie Alcazar
Fotografía: Danny Hiele
Música: Dean Hurley. Musical: Larry Muggerud
Género: Ciencia ficción. Thriller
Distribuidor:
Tráiler de 'Divinity'
Sinopsis
Dos hermanos de procedencia misteriosa que buscan la inmortalidad inician un plan imposible para conseguir su meta. El primer paso consiste en secuestrar a un decadente magnate, interpretado por un veterano Stephen Dorff en estado de gracia. Apadrinada por Steven Soderbergh, esta película de ciencia ficción rodada en blanco y negro es uno de los viajes en ácido cinematográficos más inclasificables del año. (Sitges 2023)
Dónde se puede ver la película en streaming
Bien, ¿Y ahora qué?
Después de terminar el visionado de Divinity, se me vino a la mente el magnífico final de El Show de Truman, donde unos compungidos espectadores, una vez han llorado ante la pantalla después de haber compartido las miserias del protagonistas, deciden cambiar de canal para poder seguir consumiendo el siguiente producto. El director, Peter Weir, quería ironizar de manera clara contra una sociedad incasable en su exceso consumista, que tenía una capacidad catártica limitada. Con Divinity, la sensación es la misma que tenían aquellos espectadores. Sí, ha sido rara y es una película claramente provocadora... ¿Y ahora qué?
Porque Divinity tiene virtudes y defectos, pero quizá el mayor problema de la película que presenta Eddie Alcazar es la poca fuerza que tiene el filme de provocar algo en el espectador, ya sea un sentimiento de apego o de repulsa. Y eso, teniendo en cuenta que estamos ante una película claramente de arte y ensayo, no es algo positivo. De hecho, de los pocos momentos que a uno le sacan del tedio es la aparición del actor Michael O'Hearn, conocido especialmente por ser una celebridad "meme" de internet (y en la película obviamente se explota esa misma faceta).
La enésima marcianada
Divinity nos presenta un futuro con elementos retro, como son los aparatos de ordenador con sus grandes teclados y sus pantallas enormes, en el que un inventor ha descubierto el elixir de la inmortalidad. Obviamente, después de ponerlo a la venta, ha conseguido hacerse millonario y vive apaciblemente en su casa de lujo. Sin embargo, dos extraterrestres vienen a la tierra para advertirle de la mala idea que supone la inmortalidad, aunque nunca queda claro cuál es el propósito de estos dos personajes.
El argumento de Divinity mezcla la ciencia ficción con elementos típicos del cine de arte y ensayo. Apenas hay una ruta argumental clara, sino que muchos aspectos de la trama parecen improvisados, de hecho, así lo afirma el director de fotografía Danny Hiele, diciendo que no tenían un guion claro. Así, nos encontramos con numerosas secuencias que en una película convencional apenas tendrían una duración breve, pero que aquí forman parte del eje de la película, como es por ejemplo el secuestro de los dos extraterrestres. Divinity en realidad no cuenta nada, sino que los detalles más interesantes provienen tanto de la descripción como de la propia estética. Los personajes no son más que los flaneurs de Baudelaire, solo que en vez de por la urbe, pasean por unas localizaciones intrincadas.
Pero la película en sí, porque más que se plantee temas tan a priori elevados como la inmortalidad, el deseo o la propia sociedad futura, no llega a ningún puerto.
Una luz cegadora
El blanco y negro de Divinity es sin duda uno de los grandes atractivos que tiene el filme. La fotografía que firma Danny Hiele tiene el gran don, que pocas veces ocurre, de fusionarse simbióticamente con las extrañas localizaciones de la película (parece un escenario sacado de la arquitectura de la Yugoeslavia socialista) y crear una atmósfera que solo por ella vale la pena el visionado. Rodada en 16mm, la película parece tomar referencias tan contradictorias de personajes de la talla de Tarkovsky u Orson Welles. La fotografía llega literalmente a fundirse con los personajes y escenarios, creando efectos sorprendentes.
Conclusión de 'Divinity'
Divinity es una película de arte y ensayo difícil de ver. No es que tenga elementos que la hagan repulsiva o repelente, sino que se trata de una obra que falla en su intento de polemizar. Estéticamente, sin embargo, la obra consigue grandes cotas de calidad.
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