El pasado 2 de marzo se estrenó en el Teatro Español Don Ramón María del Valle Inclán, un homenaje al propio Valle-Inclán y a Ramón Gómez de la Serna. Así, Xavier Albertí expone la fascinación que sentía Gómez de la Serna por el famoso autor, realizando un viaje por su vida, que logra aunar a ambos escritores en un espectáculo magistral. Para ello, cuenta con Pedro Casablanc como protagonista, acompañado al piano por Mario Molina. Se podrá disfrutar hasta el 9 de abril en la Sala Principal del Teatro Español.



Crítica de 'Don Ramón María del Valle Inclán'

Ficha Técnica

Título: Don Ramón María del Valle Inclán
Título original: Don Ramón María del Valle Inclán

Reparto:
Pedro Casablanc

Duración: 75 min. apróx.
Dirección: Xavier Albertí
Dramaturgia: Xavier Albertí
Pianista: Mario Molina
Selección musical:
Xavier Albertí
Diseño de iluminación:
Juan Gómez-Cornejo
Ayudante de dirección:
Jorge Gonzalo
Producción: Teatro Español
y Bravo Teatro SL

Tráiler de 'Don Ramón María del Valle Inclán'

Sinopsis de 'Don Ramón María del Valle Inclán'

En Don Ramón María del Valle Inclán se produce un doble retrato, el del retratista y el retratado, los dos Ramones.

Viajando hacia la vida, la obra y el alma de Valle-Inclán podemos observar sus herramientas de análisis, sus instrumentos de disección, su canon estético. Así se produce el milagro de la suma estilística y vital de dos creadores literarios esenciales para entender una buena parte de las vanguardias españolas del siglo XX.

Muchas han sido las aproximaciones ditirámbicas hacia la figura de Valle, esperpénticas incluso, para hacer honor al género por él bautizado.

La obra nos invita a recorrer otro camino, más cercano a la intimidad, a la realidad cotidiana, a la valoración de unos principios éticos a veces ensombrecidos por la distorsión. Nos invita, en fin, a conocer en profundidad los mecanismos creadores de Valle, su compromiso irreductible con su posicionamiento ético en el mundo y cómo todo ello genera una de las obras cumbre de nuestra literatura. (TEATRO ESPAÑOL). 



Foto de Javier Naval

Homenaje a la vida

Xavier Albertí reúne en Don Ramón María del Valle Inclán a la figura histórica a la que hace nombre a la obra, mediante la mirada de Ramón Gómez de la Serna. Así, hace que los dos “Ramones” se unan en un espectáculo que deja impresionados a los espectadores. En primer lugar, cabe aplaudir la necesidad del cuidado del lenguaje, haber sabido mantener las palabras de Gómez de la Serna intactas, para poder expandir su mensaje y su estilo narrativo ante los asistentes. Solo de esa forma se logra realizar un verdadero homenaje. Después, se agradece el retrato de un Valle-Inclán cercano, tremendo, mágico, extraordinario, una muestra absoluta de respeto, que hace que se navegue por las palabras de una forma fluida y cómoda.

La dramaturgia no necesita de florituras ni grandes aspavientos para llamar la atención de los asistentes. Por ello, se puede ver la magnificencia de este texto, que lleva la palabra “excelencia” de principio a fin. También hay que destacar un uso de la comedia bien introducido, que esboza no solo una sonrisa entre el público, sino que las carcajadas llegan justo en el punto al que deben ser escuchadas. Por este motivo, no hay duda en mencionar que es un espectáculo muy bien medido, un cuidado absoluto de lenguaje, forma y tono, que le otorga ser una de las gratas sorpresas de la temporada 2022-2023. Por ello, se aplaude la gran valentía de demostrar que un unipersonal, a pesar de estar acompañado al piano, puede ser una exquisitez que no necesita de más elementos. Chapó.

Foto de Javier Naval

Magnífico Pedro Casablanc

Ya es sabido que Pedro Casablanc es uno de los actores mejor valorados en la industria cultural española, avalado por una trayectoria artística de gran envergadura entre los distintos formatos en los que ha participado, televisión, cine y teatro. En este Don Ramón María del Valle Inclán, Casablanc se transforma en ese Ramón Gómez de la Serna, que se introduce en esa veneración compartida. Un intérprete que sabe la importancia de una dicción sin fallos, de un tono sólido, contundente, de una fuerza en la que no necesita del movimiento, solo de la expresión vocal para impresionar a la audiencia. Gracias a ello, puede decirse sin problemas que Casablanc es un excelente narrador, haciendo de un lenguaje elevado accesible y a la par hermoso, demostrando que un vocabulario complejo embriaga al espectador según quién lo pronuncie.

No se puede obviar tampoco su expresividad, así como su movimiento y detalle. Por un lado, se puede ver como una gestualidad bien utilizada le permite que haya distintos símbolos que se repiten a lo largo de la obra que consolidan el imaginario que desea transmitir únicamente con la expresión. Junto a ello, se une el lenguaje no verbal, tanto corporal como facial, donde ya solamente con mirarle se sabe en qué momento y qué emoción está narrando, así como la conexión que establece con el público. Asimismo, tiene una fuerza y una presencia escénica, que hace que pueda embriagar ya solo con su presencia. Una vez se termina la obra, se comprueba que el propio Casablanc es el alma de esta propuesta, que sin él, posiblemente, no sería lo mismo. Talento en estado puro.

Foto de Javier Naval

Cuando el talento llena, no se necesita de más

Un piano, un escenario casi vacío, la llegada de Pedro Casablanc son los principales elementos de Don Ramón María del Valle Inclán. A pesar de parecer una propuesta escénica minimalista, sin mayor complicación, la realidad es que atinan ante una propuesta que solo necesita de la palabra, la música y el público para elevar la puesta en escena. Para comenzar, Mario Molina realiza una labor impoluta en el escenario como pianista, llena de melodías el espacio escénico, permitiendo que las palabras y los momentos adquieran otro cariz. Sin duda, una muestra de la necesidad de cuidar el espacio sonoro. Asimismo, hay que recalcar la elegancia y la sobriedad que aporta al montaje, así como la conexión y la química que se palpa con el propio Casablanc, aunque no haya siempre una interacción directa.

El vestuario acorde a la identidad que se busca, aunque no desluce en pequeños detalles que engrandecen el diseño. Por otra parte, el diseño de iluminación logra facilitar el tránsito del espectador ante este relato, dándole matices gracias a las tonalidades utilizadas y el enfoque en cada escena. El ritmo de la pieza es totalmente fluido, en ningún momento se presenta algún punto de decadencia o donde aminore, con lo cual, goza de un dinamismo que logra que sea un espectáculo redondo. Con lo cual, la dirección, a cargo también de Xavier Albertí, es sobresaliente, ha conseguido llegar a unos niveles artísticas de gran calidad mediante una estrategia muy bien pensada y aprovechando los recursos absolutamente al no ser tantos en escena.

Foto de Javier Naval

Conclusión

Don Ramón María del Valle Inclán es una maravilla teatral, una exquisitez que muestra la grandeza que es vivir las artes escénicas en vivo y homenajea magistralmente a dos figuras imprescindibles de la cultura española. Por tanto, Xavier Albertí triunfa en su dramaturgia y su dirección, logrando un espectáculo sublime. Un cuidado por el lenguaje, por la escena, por las figuras a las que muestra sus respetos, extraordinario. Asimismo, Pedro Casablanc está impresionante, pura calidad sobre las tablas, es el alma de la pieza, junto a un Mario Molina brillante. Una puesta en escena sobria, elegante, que engatusa a los espectadores por su magia minimalista e ingeniosa. Un título magnético, prodigioso, soberbio, que muestra la importancia de representar autores históricos y cuidar de ellos.

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CINEMAGAVIA
9,5 / 10
95 %
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Diego Da Costa
Subdirector de Cinemagavia. Comunicólogo audiovisual por la UCM y Máster en Comunicación en la Red por la UNED. Miembro de EGEDA (Premios Forqué) e Ingeniero Audiovisual en Ricoh España. Co-creador de la compañía artística La Joie de la Colina. Como diría Elizabeth Taylor: "Las ideas mueven el mundo sólo si antes se han transformado en sentimientos".
don-ramon-maria-del-valle-inclan-critica-teatroUna maravilla teatral, una exquisitez que muestra la grandeza que es vivir las artes escénicas en vivo y homenajea magistralmente a dos figuras imprescindibles de la cultura española. Un cuidado por el lenguaje, por la escena, por las figuras a las que muestra sus respetos, extraordinario. Pedro Casablanc está impresionante, pura calidad sobre las tablas, es el alma de la pieza, junto a un Mario Molina brillante. Una puesta en escena sobria, elegante, que engatusa a los espectadores por su magia minimalista e ingeniosa. Un título magnético, prodigioso, soberbio, que muestra la importancia de representar autores históricos y cuidar de ellos.

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