Earwig ha sido presentada en la 69 edición del Festival de Cine de San Sebastián por su directora Lucile Hadzihalilovic. Creadora de piezas audiovisuales como la que fue su ópera prima ‘La bouche de Jean-Pierre’ (1996), ‘Innocence’ (2004), ‘Evolution’ que en el año 2015 ganó el Premio Especial del Jurado y el de Mejor fotografía en el Zinemaldi. Está protagonizada por Max Brebant, Julie-Marie Parmentier, Roxane Duran, Mathieu Goldfeld, Nissim Renard, Nathalie Legosles y Pablo-Noé Etienne. Es una coproducción entre Francia, Bélgica y España, a través de las productoras Les Films du Worso, Noodles Production, Scope Pictures y Volcano Films.
Crítica de 'Earwig'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Earwig
Título original: Earwig
Reparto:
Romola Garai (Laurence)
Paul Hilton (Albert)
Alex Lawther
Martin Verset (joven Albert)
Año: 2021
Duración: 114 min.
País: Reino Unido
Director: Lucile Hadzihalilovic
Guion: Novela: Brian CatlingGeoff Cox, Lucile Hadzihalilovic
Fotografía: Jonathan Ricquebourg
Música: Warren Ellis, Augustin Viard
Género: Drama
Distribuidor:
Clip de 'Earwig'
Sinopsis
En algún lugar de Europa, a mediados del siglo XX. Albert se ocupa de cuidar de Mia, una niña con dientes de hielo. Mia nunca sale de su apartamento, donde las contraventanas están siempre cerradas. El teléfono suena con frecuencia y el Maestro pregunta si Mia está bien. Hasta que un día Albert recibe instrucciones para preparar a la niña y salir... (SSIFF 69)
Bucle personal
Earwig cuenta la historia de Albert, un hombre que cuida a una niña llamada Mia. Todos los días le pone una dentadura hecha con la propia saliva congelada de la niña, que nunca sale a la calle. Un día la voz del teléfono de su casa indica al protagonista que debe preparar a Mia para salir al exterior. Una cinta experimental con toques de terror, que se disfruta en el apartado audiovisual, pero que, en su vertiente narrativa se queda a medio gas.
En la 69 edición del Festival de Cine de San Sebastián está presente esta obra que ha generado mucha controversia por su estilo, unos la aman porque sacan diversidad de lecturas y otros la odian, al no comprender absolutamente nada. Cuando nos adentramos en el film debemos centrarnos en sentirla con todo nuestro ser, para poder experimentar el dolor, el sufrimiento y en ocasiones, lo gore.
Earwig representa a la perfección el sufrimiento del ser humano, que cae una y otra vez en los mismos conflictos, inicialmente sin experiencia alguna, pero que, tras varios errores acaba siendo consciente de su propia realidad. El dolor físico y psicológico no nos permite avanzar y limita nuestros actos, todo ello lo sentimos a través de los personajes, la visceralidad de sus imágenes nos transmiten estas energías en forma de experiencia física.
La omnipresencia del silencio
Earwig presenta carácter experimental, pero también narrativo. El mayor fallo de la obra es el lío de su trama, omitiendo información y suprimiendo escenas, dejando la historia abierta en todas sus secuencias. La directora está ciertamente confundida con lo que quiere contar y lo transmite a los espectadores, dejándonos como ‘’inútiles’’ ante una historia tan enigmática.
Durante la primera media hora de la obra no existen los diálogos, todo lo sentimos a través de un sonido ambiente excepcional. Lucile Hadzihalilovic tiene muy buenas ideas de dirección, sabe que su historia debe sostenerse por imágenes, por ello juega tanto con su espectacularidad de forma intimista y oscura.
Earwig está plasmada a través de planos detalle y numerosos primerísimos planos que muestran el sufrimiento de los cuerpos humanos con poca profundidad de campo. Una belleza con ciertos toques gore inunda todo, apoyando la teoría de que el cine también puede ser una experiencia vital y no necesita de tramas narrativas. En cierto sentido esta afirmación es cierta, pero en esta obra la experimentación se queda a medias y no es satisfactoria.
Conclusión de ‘Earwig’
Earwig está dirigida por Lucile Hadzihalilovic. El universo que crea la directora no es suficiente para engancharnos, pero consigue que nos quedemos obnubilados con las imágenes detalladas de espacios y cuerpos. La cinta podría dejar a un lado su parte experimental y continuar con su fundamento experimental, ya que la hibridación no acaba resultando favorable.
Earwig es una apuesta valiente del Festival de Cine de San Sebastián, por un cine que se salga de los márgenes de lo convencional, rompiendo los esquemas de la narratividad. La valentía del festival para algunos ha funcionado, en cambio yo dejo pasar a este torbellino de imágenes que me tienen alucinado, pero no enamorado.
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