Cine policiaco dirigido por Ladislao Vajda a partir de un argumento del escritor de serie negra Friedrick Dürrenmatt, que también participa como coguionista en esta coproducción, considerada como una de las cumbres del cine español. El cebo, es un cuento moderno en el que el lobo feroz/ogro ataca y asesina a las pequeñas caperucitas rubias que se atreven a seguirle al interior del bosque. Con claras influencias de La noche del cazador y M, el vampiro de Düsseldorf, Vajda demostró que el terror no es una emoción exclusiva de escenarios sórdidos y oscuros, tal como indica el título en alemán: “Sucedió a la luz del día”.
Crítica de 'El cebo'
Resumen
Ficha Técnica
Título: El cebo
Título original: Es geschah am hellichten Tag
Reparto:
Heinz Rühmann (Primer teniente Matthäi)
Sigfrit Steiner (Detective Feller)
Siegfried Lowitz (Teniente Henzi)
Michel Simon (Jacquier)
Heinrich Gretler (Comandante de policía)
Gert Fröbe (Chatarra)
Berta Drews (Sra. Schrott)
Ewald Balser (Profesor Manz)
María Rosa Salgado (Sra. Heller)
Año: 1958
Duración: 96 min.
País: Suiza
Director: Ladislao Vajda
Guion: Ladislao Vajda, Hans Jacoby, Friedrich Dürrenmatt. Novela: Friedrich Dürrenmatt
Fotografía: Heinrich Gärtner, Ernst Bolliger (B&W)
Música: Bruno Canfora
Género: Intriga. Drama
Distribuidor:
Tráiler de 'El cebo'
Sinopsis
Una niña aparece asesinada en el bosque de un pequeño pueblo suizo. Inmediatamente las sospechas recaen sobre el viejo vendedor ambulante que encontró el cadáver. Únicamente el comisario Mattei duda de su culpabilidad, pero se acaba de jubilar y deja el caso en manos de un compañero. Ya en el aeropuerto, a punto de despegar su avión, a Mattei le vienen a la mente algunos detalles contados por los niños de la escuela; decide entonces aplazar su viaje e investigar el caso.
Dónde se puede ver la película en streaming
Ser inocente o no serlo
El cebo es una historia que desgarra la postal perfecta con el grito silencioso de una niña asesinada. El comisario Matthäi, a punto de colgar su placa, descubre que la justicia puede ser tan frágil como el cristal de una ventana. Un vendedor ambulante confiesa el crimen y se suicida, pero las piezas no encajan.
Matthäi, terco como un reloj averiado que insiste en dar la hora, pospone su retiro y urde un plan arriesgado. La trama avanza como un juego de ajedrez bajo la lluvia, donde cada movimiento, acerca al espectador a una verdad incómoda, a veces, luchar por la justicia exige mancharse las manos.
Tensión de arquitecto
Ladislao Vajda dirige como un relojero que ensambla engranajes de suspense. Su pueblo no existe, aquí, los bosques suizos son laberintos de ramas que atrapan como manos de fantasmas, y las aulas escolares, con sus mapas descoloridos, guardan secretos en cada esquina. Vajda bebe del expresionismo alemán, sombras alargadas que se arrastran por las paredes, pero añade un toque documental.
El ritmo de El cebo es pausado, pero cada silencio tiene el peso de una losa. Cuando la cámara sigue a Matthäi por senderos boscosos, uno casi puede oler la tierra húmeda y sentir la nuca erizarse. Es cine que no grita, susurra, y en ese susurro hay más terror que en mil sustos baratos.
Héroes con arrugas y voces temblorosas
Heinz Rühmann da vida a Matthäi. Su actuación es un masterclass en contención, miradas cansadas que se iluminan al encontrar una pista, manos que sostienen fotos del crimen como si pesaran toneladas. No hay discursos épicos, su heroísmo está en los gestos mínimos, como ajustarse el sombrero antes de salir a desafiar al destino. Michel Simon, como el vendedor injustamente acusado, logra en pocas escenas arrancar lágrimas con solo temblar ante el interrogatorio.
Blanco y negro, pero nada en gris
La fotografía es una maravilla, el blanco y negro no es una limitación, sino un aliado. Los claroscuros en el bosque convierten árboles en espectros, y la luz que se cuela por las ventanas de la comisaría pinta a Matthäi como un San Jorge luchando contra dragones invisibles.
La música de Bruno Canfora no inunda, sino que acecha. Violines que rasgan el aire en los momentos clave, silencios que se clavan como agujas, y el sonido destaca, el crujir de hojas bajo los pies mientras pasean por el bosque, el eco de sus risas mezclándose con el viento. Es una banda sonora que no se escucha, se siente en la piel.
Conclusión de 'El cebo'
El cebo no es solo un thriller, es un espejo que refleja las grietas entre la ley y la moral. Ladislao Vajda nos recuerda que la justicia puede ser un arma de doble filo, y que a veces los héroes son aquellos dispuestos a ensuciarse el alma por la verdad.
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