El filósofo del mar es la ópera prima del director sueco Andreas Eidhagen. Después de haber trabajado como editor para diferentes documentales y cortometrajes nacionales, el director se topó con la historia de Sven Irvind, un marinero e investigador cuya filosofía de vida impregna cada viaje y cada barco que construye. Este documental ha sido reconocido en festivales internacionales como el Stockholm City Film Festival y el Toronto Lift-Off Film Festival y llega a Filmin este 24 de enero de 2025.
Crítica de 'El filósofo del mar'
Resumen
Ficha Técnica
Título: El filósofo del mar
Título original: Havsfilosofen / Philosopher of the Sea
Reparto:
Sven Yrvind
Año: 2023
Duración: 78 min.
País: Suecia
Director: Andreas Eidhagen
Guion: Andreas Eidhagen
Fotografía: Claes Helander
Música: Sofia Hallgren
Género: Documental
Distribuidor: Filmin
Tráiler de 'El filósofo del mar'
Sinopsis
Navegar en un pequeño yate de Irlanda a Nueva Zelanda a los 80 años puede parecer una locura para la mayoría. Para Yrvind es la única forma lógica de demostrar que un barco pequeño es superior a uno grande, algo que lleva toda la vida intentando demostrar. A lo largo de este traicionero viaje se plantea cuestiones sobre el sentido de la vida, nuestras elecciones en la vida y cuestiona nuestra forma de vivir. (Filmin)
La historia más pequeña jamás contada
Esta no es una epopeya naval, ni la crónica de un récord mundial de la navegación, ni tan siquiera un apacible viaje en barco. El filósofo del mar es la historia de un hombre de mar, que enfrenta sus ideales contra las implacables mareas de la vida corriente. A pesar de lo inusual de su modus vivendi, la historia de Sven Irvind es tan solo una gota más en el océano de vidas por contar. Y es que, recientemente, nos hemos cansado de escuchar las grandes historias de los vencedores y, como la antropología social viene apuntando, cada vez es más necesario prestar atención a los relatos que se olvidan por el camino, las de los ínfimos logros personales, con sus derrotas y su falta de épica.
Mientras el gran aparato hollywoodiense se encarga de coleccionar relucientes biopics sobre las grandes estrellas pop, el cine documental continúa trazando un camino paralelo recogiendo narrativas de lo minúsculo, personajes malditos o simplemente ignorados en los relatos convencionales. No obstante, de un tiempo a esta parte, en la modalidad documental se cuelan algunas lógicas del mainstream audiovisual. Así, a pesar de no tratarse de un relato de ficción, el viaje de nuestro héroe transita por varios giros dramáticos que buscan mantener a flote cierta tensión narrativa en el espectador.
De igual manera, el apartado visual de El filósofo del mar también destila influencias “industriales” y su director de fotografía, Claes Helander, despliega esta óptica sobre dos claros protagonistas. Por un lado, los grandes cuerpos de agua, filmados a vista de pájaro (o más bien de dron), intentando abarcar su inmensidad. Por otra parte, cuando el viaje termina o antes de que empiece, la narrativa visual está dominada por planos detalle y espacios angostos: su taller a rebosar de proyectos o los interiores de sus diminutas creaciones naúticas. Asimismo, la grandilocuente banda sonora orquestal, compuesta y dirigida por Sofia Hallgren, tiene sus momentos de protagonismo durante las travesías de Irvind pero, al mismo tiempo, contrasta con lo austero de su identidad y filosofía.
Es entonces cuando nos topamos con el iceberg de esta obra, que no necesariamente causará su hundimiento pero que nos deja con una serie de reflexiones ocultas bajo la superficie audiovisual. En primer lugar, El filósofo del mar navega por las aguas de la modalidad interactiva (basada en la diversidad de testimonios) a pesar de contar con la participación de su protagonista. Esto, en un primer momento, suma información al discurso pero, a la vez, aleja el rumbo de su sujeto de estudio.
Y es que lo verdaderamente interesante del protagonista de El filósofo del mar es su idiosincrasia hermética y todo el entorno minimalista del que se rodea. En este sentido, la obra solo consigue capturar su esencia cuando, en los momentos de silencio, el montaje se queda con Sven Yrvind cuando ya ha dejado de hablar, intentando leer todo lo que no dice.
De entre las cosas que Sven sí dice, destaca su ideología ecologista y antisistema, que aboga por una resistencia pacífica pero activa ante los avances tecnológicos que él rechaza. No obstante, su carrera se basa recientemente en la autopromoción y consolidación de su marca personal. Esto, por supuesto, es una situación impuesta por factores contextuales, pero, aun así, resulta interesante ver el viaje del marinero a través del tiempo: desde sus grabaciones personales descuidadas hasta sus últimos videos de Youtube y su preocupación por mantener su página web activa.
Conclusión de 'El filósofo del mar'
Teniendo todo esto en cuenta, El filósofo del mar es un relato documental paradójico, para bien y para mal. Por un lado, se presenta como testimonio altruista que vela por la conservación de los ideales y la historia de vida de Sven Yrvind mientras que, al mismo tiempo, sirve como un gran entramado promocional para sus proyectos. Y esto no es algo que reprochar a realizador o protagonista, simplemente es una evidencia tremendamente contemporánea de que todos remamos a favor o en contra de nuestros principios. Además, el hecho de documentar tanto sus victorias como sus derrotas personales y profesionales, propone otra manera de considerar las obras biográficas, aterrizando su sentido en lo puramente humano y no en su potencial industrial.
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