Emma De Martino dirige y escribe El Gé, monólogo de gran éxito en el panorama teatral off. Este texto lleva varias temporadas representándose en la capital madrileña, explorando el viaje de una fiesta sin final y la realidad detrás del chemsex. Protagonizada por Avelino Piedad, se despidió de la temporada 2022-2023 el pasado 25 de junio, siendo una de las obras dentro del I Ciclo Teatral LGTBQ+ El Jaleo de Nave 73. Por el momento, no hay nuevas fechas confirmadas.
Duración: 60 min. apróx. Dirección: Emma De Martino Dramaturgia: Emma De Martino Ayudantía de dirección: Martina Tomas
Dirección artística: Javier Velo
Voces en off: Paula García y Sara Pérez
Escenografía: Javier Velo
Vestuario: Natalia Ciccarelli y Matías Zanotti
Coreografía: Borja Rueda
Diseño gráfico: Javier Velo
Fotografía: Jesús Mayorga Producción: Diego Rodríguez
Sinopsis de 'El Gé'
¿Es el Gé o el ser? Paco, nuestro personaje, vuelve a su casa después de 48 horas de fiesta y se encuentra en el dilema de parar y enfrentarse a su vida, o llamar a más personas para eludir su dolor. Y decide continuar: los invitados somos nosotros. Viviremos junto a él la experiencia de las 30 horas encerrados en ese bajo de Madrid y viajaremos a las profundidades del mundo del sexo entre hombres, las drogas y el amor. Un relato que no es más que la búsqueda de su verdad: encontrarse cara a cara con sus miedos, con sus anhelos y con quien realmente es. Y él es nosotros. Y nosotros somos él. Porque al final somos reflejo del deseo más profundo. Ser. (PROYECTO DUAS).
Una práctica cada vez más normalizada
Emma De Martino ha logrado consolidar lo que ya se podría considerar un clásico dentro del teatro off en los últimos años con El Gé. El autor se adentra en el universo del chemsex a través de una historia en la que no busca juzgar o moralizar el contexto en el que se realizan estas prácticas. Por tanto, se acerca más hacia una obra didáctica sobre el uso de las drogas en encuentros sexuales conocidos como chills, que servirán de introducción relevante para aquellos que es la primera vez que escuchan ciertos términos y una exposición de realidad para los que ya alguna vez se han encontrado, de alguna manera, relacionados con estas prácticas. Con lo cual, el texto goza de ese carácter explicativo que se combina a la perfección con la humanidad y lo verosímil que resulta el relato.
No se puede negar que hay partes que pueden causar cierta incomodidad en el público ante ciertas afirmaciones que pueden dejar frío al que las escucha, pero es necesario. Una obra que trata una problemática que cada vez es más extendida necesita esas dosis de crudeza, algo que De Martino ha sabido hacer sin ningún problema. Lejos de romantizar estas prácticas, ha sabido marcar las líneas rojas, sirviendo de escaparate para analizar el porqué suceden las adicciones en este tipo de ámbitos. Sin embargo, el problema con el que se topa es lo condensado que puede estar el contenido en algunas partes, haciendo más complicado seguir el hilo. En consecuencia, puede provocarse una desconexión en algunos puntos en donde la acción se muestra menos dinámica. Aun así, se hace una pieza cuanto menos necesaria.
Un hombre frente a su destino
Avelino Piedad ha sido y es el encargado de ponerse al frente de El Gé, metiéndose en la piel de su protagonista, quién en su nube de placer y descontrol expone sus heridas ante los espectadores. Desde un inicio se puede ver que Piedad realiza un trabajo de introspección para integrarse absolutamente a su personaje y dar un pequeño ejercicio de inmersión previo a comenzar el monólogo para ir calentando a los espectadores. Una vez inicia este viaje, va revelando en su cuerpo, en su expresividad, en sus movimientos el frenesí que vive ante el chemsex. Así, se puede ver la mezcolanza del nihilismo moral y hedonista con el trasiego de un trasfondo profundo donde se ven las dificultades que atraviesa el personaje. Piedad utiliza todas ellas para lograr una actuación solvente y llena de matices.
El actor también utiliza su vis cómica, famosa por gran parte del público que lo conocieran por su labor en redes sociales. Por ello, no se queda en lo meramente dramático, sino que utiliza ese humor para dar ciertas pinceladas de luz. No obstante, no se pierde en una comedia facilona, sino que dentro de esa estrategia se muestra un uso del humor negro que sienta muy bien a su trabajo sobre las tablas. De esta forma, consigue que no se eche en falta más intérpretes en la escena y expone la multitud de recursos que tiene para seguir dando vida al relato. También se aplaude la desnudez como parte de su expresión, que sigue en coherencia con su personaje, siendo chabacano cuando debe serlo y frágil cuando corresponde. Únicamente, debe vigilar el tono de la voz, dado que alguna palabra se puede perder.
La reconstrucción de la decadencia
La propuesta escénica de El Gé dibuja la oscuridad dentro del hogar del protagonista, fomentando ese contraste del espacio seguro frente a la corrupción de las prácticas. Una decisión inteligente que contrapone dos mundos y dos términos que parecen no encontrarse en la vida cotidiana, pero que en este montaje se demuestra que van unidas más de lo que se piensa. Con lo cual, artísticamente y estéticamente, han sabido dar con la clave para exponer ese infierno personal de una forma atractiva visualmente. Se aplaude el diseño de luces con la elección de colorimetría del espectáculo, dando su lugar a la oscuridad sin abusar de ella. La música y los efectos sonoros se convierten en un añadido que aportan más al montaje.
El vestuario de la obra sigue una estética urbana, cotidiana, que puede encajar sin problemas con la personalidad del personaje. La ausencia o la desnudez puede entornarse al morbo que despiertan estas prácticas, siendo un aliciente que da mayor realismo a la puesta en escena. Por otro lado, el ritmo del montaje inicia desde una potencia interesante, pero según va transcurriendo se adormece en algunos pasajes, no siendo todo lo dinámico que podría. A pesar de ello, se entiende que, al ser un monólogo, no siempre es fácil mantenerlo en alto durante todo el montaje. Por último, se debe comentar positivamente las cajas de “CHEMSEX” que se daban en la entrada, con información y facilitando métodos de prevención, lo que indica el compromiso ante esta problemática, muy acertado.
Conclusión
El Gé indaga en el chemsex con una dramaturgia que no busca la crítica y el señalamiento, sino una muestra de lo que puede haber tras él y una búsqueda de la reflexión. Un acercamiento didáctico, que gana en su compromiso social. Únicamente, se muestra algo irregular en algunas partes, donde se hace algo denso. Por otro lado, Avelino Piedad da todo de sí, sosteniendo el peso de la obra en todo momento y saliendo airoso de este reto interpretativo. La puesta en escena logra llevar al espectador a ese infierno personal, que combina morbo, intimidad (o falta de ella), oscuridad y crudeza. Un ejemplo de cómo a través del teatro es importante hablar sobre realidades que afectan a la sociedad y que como mínimo genera debate y consideración sobre ello.
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