El idioma universal es el segundo largometraje del director canadiense Matthew Rankin. Después del éxito en crítica y festivales de 'The Twentieth Century' (2019), el director presenta esta comedia que nace en el programa Next Step de la Semana de la Crítica de Cannes. En ese mismo festival, se alzó con el Premio del Público de la Quincena de Cineastas y, después de su recorrido por festivales internacionales, fue seleccionada para representar a Canadá en los Oscar. Ahora, El idioma universal llega en exclusiva a Filmin este 25 de abril de 2025.
Crítica de 'El idioma universal'
Resumen
Ficha Técnica
Título: El idioma universal
Título original: Une Langue Universelle
Reparto:
Matthew Rankin (Matthew)
Danielle Fichaud (Señor Castonguay)
Sami Soleymanlou (Iraj Bilodeau)
Rojina Esmaeili (Negin)
Sobhan Javadi (Omid)
Saba Vahedyousefi (Nazgol)
Año: 2024
Duración: 89 min.
País: Canadá
Director: Matthew Rankin
Guion: Ila Firouzabadi, Pirouz Nemati, Matthew Rankin
Fotografía: Isabelle Stachtchenko
Música: Amir Amiri, Christophe Lamarche-Ledoux
Género: Drama
Distribuidor: Filmin
Tráiler de 'El idioma universal'
Sinopsis
En una misteriosa y surrealista zona entre Teherán y Winnipeg, las vidas de variopintos personajes se entrelazan de maneras sorprendentes y enigmáticas. Dos niños se encuentran una suma de dinero congelada en el hielo invernal. Un guía dirige a un grupo de turistas por los inadvertidos sitios históricos de Winnipeg. Por otro lado, Matthew deja su trabajo en una oficina gubernamental en Quebec y emprende un enigmático viaje para visitar a su madre. (Filmin)
Dónde se puede ver la película en streaming
La joya del barrio gris
El idioma universal comienza con una declaración de intenciones. Por un lado, como citación al estilo de la Nueva Ola del cine iraní y, más concretamente, a uno de sus máximos exponentes: Abbas Kiarostami, al presentarnos una escena escolar hermanada con la que introduce la película “¿Dónde está la casa de mi amigo?”.
En esta primera impresión, además de establecer el tono de comedia ligera de la obra, se ubica al espectador como testigo inmóvil que observará las escenas desde unos encuadres teatrales, a menudo opacos y deliberadamente plásticos. Esta ambientación artificial y rígida del Winnipeg-Teherán inventado es solo uno de los muchos esfuerzos del equipo de fotografía y arte por construir una ucronía tan única como verosímil. Así, la estrategia no es otra que generar hipérboles de lo cotidiano, alternando entre la frialdad del urbanismo contemporáneo y el preciosismo de los pequeños negocios y hogares que resisten entre el ladrillo.
En más de una ocasión, El idioma universal se deja llevar por su ejercicio de estilo visual y deriva en secuencias de danza y montajes encadenados guiados por una banda sonora folclórica y envolvente. Por su intensidad y singularidad, pareciera que el apartado estético se impone frente al relato pero, debajo de este, hay una intención narrativa y una vocación crítica que no pasan desapercibidas.
Prohibido holgazanear, tolerancia cero
Así rezan varios carteles de un centro comercial en desuso convertido en punto de interés turístico de la ciudad. Este y otros gags como el monumento al maletín olvidado hacen referencia a un contexto social, político y cultural que conocemos a través de un tour en el que se nos embarca a personajes y espectadores. Como resultado, se contextualiza esta realidad alternativa a través de la simbología bizarra, la mitificación de lo inesperado y unas rígidas normas de conducta, cuestiones que resultan tan delirantes como familiares.
En esta reverencia al cine de Jacques Tati, también vemos el esqueleto de las viviendas y un modo de vida tan ordenado que resulta abrumador. No obstante, en este caso, Matthew Rankin no hace referencia explícita al sistema que ha impuesto dicho orden, sino que, en El idioma universal, se pone el foco en las historias de la gente corriente.
Todos estamos conectados
A través de un imbricado ejercicio de narración paralela, donde cada relato avanza por su cuenta, Matthew Rankin nos presente una serie de personajes cotidianos que terminarán atados por un delicado lazo de coincidencias y causalidad. Esta estructura coral resulta igual de placentera que un relato infantil. Como aquellos de Roald Dahl o sus adaptaciones fílmicas a cargo de Wes Anderson, otro nombre que a muchos nos viene a la cabeza con la forma y el fondo de 'El lenguaje universal'.
Y es que, los múltiples toques de surrealismo que salpican la obra, la acercan a un realismo poético cuya densidad estilística resulta de gran calado en nuestra memoria. Es más, a pesar de las múltiples citaciones más o menos deliberadas a los grandes maestros de este estilo, El idioma universal se sostiene por sí mismo. Así, haciendo gala de su nombre, el lenguaje narrativo y visual que propone es tan comprensible como memorable para el espectador.
Conclusión de 'El idioma universal'
En un elaborado ejercicio de estilo, Matthew Rankin y su equipo construyen una ucronía tan verosímil como ácida, que escuece en muchas heridas abiertas de la sociedad contemporánea. Pero, lejos de rascar con vehemencia y nihilismo, El idioma universal ofrece un bálsamo contra la pesadez mundana, una historia ligera que, sin embargo, se ubica más cerca de la crítica social que de la inocencia de los relatos de fantasía.
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