Estrenada en más de 50 países y traducida a más de 20 idiomas, El principio de Arquímedes se ha convertido en todo un éxito teatral. Para celebrar su décimo aniversario, el pasado 22 de abril regresó a los escenarios madrileños en el Teatro Quique San Francisco. Además, Josep María Miró, autor de la pieza, también dirige este montaje. Ana Belén Beas, Pablo Béjar, Guillermo López y Alejandro Tous componen el elenco de esta versión. Ganadora de múltiples premios, entre los que se encuentra el Premio Born de Teatro en 2011. Se puede disfrutar hasta el 29 de mayo en el Teatro Quique San Francisco.
Título: El principio de Arquímedes Título original: El principio de Arquímedes
Reparto: Ana Belén Beas Pablo Béjar Guillermo López Alejandro Tous
Duración: 90 min. apróx. Dirección: Josep María Miró Dramaturgia: Josep María Miró Escenografía: Fer Muratori
Asistente de dirección: Quique Jáuregui
Vestuario: Silvina Falcón
Diseño gráfico: MAKTUB Producción: El Tío Caracoles y MP producciones
Tráiler de 'El principio de Arquímedes'
Sinopsis de 'El principio de Arquímedes'
El principio de Arquímedes nos lleva al día en el que los «Caballitos de mar», el grupo infantil de natación, empiezan a nadar sin burbujita. Este momento crucial para los más pequeños de la piscina es el desencadenante para que salgan a la superficie sospechas, dudas y temores. Anna, la directora del club del natación, pide explicaciones a Jordi, el entrenador de los Caballitos, después que algunos padres se hayan quejado de como el chico ha gestionado la negativa a lanzarse al agua de uno reñido ni asustado. Pero el problema es otro: los padres ven con inquietud y preocupación que, para tranquilizarlo, lo haya abrazado y le haya dado un beso. (TEATRO QUIQUE SAN FRANCISCO).
Un dilema moral
Han pasado 10 años desde la primera vez que El principio de Arquímedes se representó en un escenario. Con motivo de este aniversario tan especial, Josep María Miró regresa no solo como autor de esta pieza teatral, sino también como director. El relato que se expone causa gran interés por el enclave moral y dialéctico que se forma sobre la escena. Un aparente gesto inocente entre un monitor y un alumno se convierte en una batalla de dudas, miedos y prejuicios, dejando salir un debate muy potente en torno a la protección sobre los menores. Lejos de querer otorgar una respuesta, ofrece una reflexión sobre la complejidad de discernir qué es lo correcto o lo que no lo es, y los peligros que deambulan alrededor del entorno más cercano. Por lo cual, es lógico que la dramaturgia haya logrado calar entre la audiencia.
A pesar de haber sido escrito hace 10 años, sigue de plena actualidad, lo que muestra la dificultad de saber hasta dónde los limites de lo moral, lo correcto y la sospecha son lícitos en según qué tipo de situaciones. Además, se valora la estructura en la que ha sido escrita, desvelando diferentes detalles que completan las miradas y perspectivas de cada uno de los personajes. Gracias a ello, hay una construcción completa de los hechos y permiten que los asistentes sean quiénes realicen los juicios de valor. Sin embargo, con el paso del tiempo, se siente que hay una falta de embarrarse más en la problemática, ir hasta el fondo, siendo políticamente incorrecto del todo. En consecuencia, la motivación y quid principal de la cuestión se quedan algo descafeinadas frente a los baúles que desea abrir.
El miedo
En esta versión de El principio de Arquímedes, cuenta con Ana Belén Beas, Pablo Béjar, Guillermo López y Alejandro Tous. En primer lugar, Pablo Béjar ofrece una interpretación notable, con muy buena actitud y una expresividad totalmente bien ejecutada. Así, en sus carnes se puede sentir ese desasosiego, al mismo tiempo que ofrece esa ambigüedad que necesita transmitir para poder establecer el debate de su inocencia. Por lo cual, su interpretación expone un conocimiento y una concentración sobre el cuerpo y la expresión facial, que destaca sin problema. No obstante, sería importante vigilar la dicción, en especial en momentos en los que hay ese frenesí de contenido en sus palabras. Después, Ana Belén Beas comienza de una manera llamativa, donde se siente la preocupación de su personaje. Sin embargo, el tono de su trabajo dramático termina por siempre el mismo, por lo que necesita más dinamismo, movimiento y dirección vocal.
Guillermo López completa la dupla juvenil, junto a Béjar, encarnando al compañero del protagonista. A pesar de tener momentos en los que no termina de ubicarse en el espacio, una vez logra comprender hacia dónde tiene que ir, tiene escenas realmente reveladores. Además, proyecta la voz de una forma en la que le permite terminar de componer la personalidad de su personaje. También se ve un avance interesante en la manera en la que interactúa con los demás componentes de la escena, lo que hace que, pese a no estar constantemente presente, dé una verosimilitud más que plausible. Por último, Alejandro Tous realiza una interpretación estupenda, pese a no tener muchas escenas sobre las tablas. Aun así, consigue que los asistentes se queden con su labor, siendo una muestra de su buen hacer escénico.
Caballitos de mar
Uno de los aspectos más interesantes de El principio de Arquímedes es la puesta en escena. Para comenzar, se agradece que el montaje no se limite a exponer los puntos de vistas desde el texto, sino que también lo promueva desde el movimiento de la escenografía. Por este motivo, según se van desvelando las distintas partes del relato, el espectador puede ver las distintas reacciones, enfoques, dado que se mueven todos los elementos, conservando la continuidad en cada uno de los objetos. Así confecciona un dinamismo que se vuelve atractivo para los asistentes. Hay componentes, como el ambientador o los cigarrillos, que colocan una ambientación ligeramente inmersiva al proporcionar un estímulo olfativo. Después, la elección del vestuario sigue un esquema estándar, acorde a la temática de la pieza teatral y del diseño de los personajes.
El ritmo de la obra es bastante ligero en la mayor parte, viéndose algo opacado por la falta de proyección de la voz en algunos momentos. En consecuencia, al comprenderse de una manera menos accesible lo que se dice, dificulta que fluya de una forma más orgánica. La organización de los tiempos también se realizan de una manera óptima, al conectar todos los acontecimientos entre sí y que se vea claramente. Gracias a ello, el público no se pierde en ningún momento, sino que sigue fácilmente lo que sucede sobre las tablas. Por otra parte, se echa en falta algo más de la ambigüedad o sospecha que desea ofrecer el relato, dado que no se experimenta una energía de este tipo. Con lo cual, la tensión podría potenciarse desde la dirección para fabricar esa sensación y se impregne al patio de butacas.
Conclusión
El principio de Arquímedes parte de un texto que plantea un debate muy interesante, acerca de los límites de lo moral, la protección y los miedos que surgen desde la mirada paternal. Asimismo, ofrece una historia que muestra distintos puntos de vista, resultando fresca la estructura elegida. Por otro lado, Pablo Béjar y Alejandro Tous destacan en el reparto con una labor estupenda, en especial, el segundo. Después, la propuesta escénica sigue ese dinamismo que otorga los movimientos en la escenografía, así como un ritmo ligero y agradable que acompaña a la obra de principio a fin. Aun así, podría mejorar la propuesta para profundizar artísticamente e impactar más. Los juicios de valores se ponen sobre las tablas con una ejecución que no explota todo el potencial que podría tener.
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