"El secundario": El orgullo de ser actor

En el mundo del teatro, existen obras que logran capturar la esencia de la vida y transmitirla al público de una manera única. Uno de los géneros más apreciados es el monólogo, que permite a un solo actor llevarnos de la risa al llanto, de la comedia a la tragedia.

El protagonista de El secundario es un actor que se encuentra en el ocaso de su carrera y de su vida. En sus últimas horas, decide hacer un balance de su vida y de su trayectoria en el mundo del teatro.

A través de un monólogo lleno de emociones encontradas, el actor nos sumerge en sus pensamientos y sentimientos más profundos. (TEATRO ESPAÑOL). 

El homenaje

Daniel Acebes realiza un homenaje personal y con sentimiento en El secundario, una obra que relata los sacrificios y la ardua labor de aquellos actores que no se encuentran en el ojo público. Sin embargo, Acebes rechaza hacerlo desde una vertiente derrotista, sino que utiliza la comedia para poder satisfacer su necesidad de reivindicar el esfuerzo y lo que se encuentra entre bambalinas. Además, lo realiza con diálogos que funcionan a la perfección y con destellos emotivos que terminan por completar la dramaturgia. Por tanto, se valora positivamente la forma de conjugar las diferentes experiencias que transita el personaje, para transmitir todo ello al espectador y llegue a buen puerto.

Luego, por otra parte, se debe subrayar la valentía de enfrentar un espectáculo de forma unipersonal, ayudándose de algunos elementos que hay sobre el escenario, pero al fin y al cabo, dependiendo de sí mismo. Por este motivo, es fundamental la buena ejecución del texto y así sucede. Sin embargo, hay algunas partes o estructuras que se repiten de forma reiterada, quitando algo de frescura al libreto. En consecuencia, sería importante pulirlo para no dar la sensación de regresar al mismo punto constantemente. Después, hay algunos pasajes donde va perdiendo fuerza, lo que hace que se pueda producir una pequeña desconexión de la historia. A pesar de ello, en su conjunto, la obra logra un resultado potente.

El ritual

Daniel Acebes es el gran protagonista de El secundario, por lo que, su labor sobre las tablas es uno de los principales ingredientes del montaje. El actor realiza una interpretación orgánica y sencilla, dejándose la piel en algunos momentos que requieren más acción y algo más frágil en los que muestran emotividad. Sin embargo, su mayor baza, es el uso de la comedia y su gran capacidad del uso de la voz, tanto musical como hablada. Se agradece la forma en la que cuida la palabra y de qué manera la proyecta, siendo imprescindible por algunas construcciones en el texto. Sin duda, saca partido a la pieza y brilla de una forma muy especial.

A nivel técnico y artístico, apuesta por una construcción minimalista, pero a la que sabe sacar jugo. Por un lado, la escenografía no necesita de grandes artilugios para sorprender al espectador, por ello, su transformación funciona y da dinamismo a la obra. Por otro lado, el ritmo no es del todo regular, tiene momentos de auténtica acción, pero en algunos puntos se desinfla, aunque logra reenganchar y por ello, el resultado es estable. El vestuario elegido es perfecto para lo que desea mostrarse sobre el escenario. Por último, musicalmente es mejorable, todavía queda encajar esta pieza de una forma más fluida, así como un diseño de iluminación más visual y estético.

Conclusión

El secundario es un homenaje a la profesión, donde la comedia y la emoción se dan cita. Daniel Acebes logra un texto personal, lleno de humor, que reivindica la interpretación y logra capturar a los espectadores. Además, su interpretación es una de sus principales bazas. A nivel técnico y artístico, cumple, siendo su puesta en escena una propuesta minimalista, pero a la que sabe sacar partido en varios puntos. Un viaje hacia el interior del actor, donde se pone en el foco a aquellos que normalmente se quedan en un segundo plano.

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