El silencio del agua es un procedimental sobre un escurridizo asesino en serie que rinde homenaje al cine negro. Adaptación del relato absurdo de Yu Hua de 1987, el tercer largometraje de Shujun Wei ofrece una mezcla de trabajo detectivesco sin salida, personajes condenados y paisajes oníricos surrealistas. Estrenada en la sección "Un Certain Regard" de Cannes, el noir de ritmo lento está protagonizado por Yilong Zhu en el papel de un detective cuya búsqueda del asesino hace que se descubran ciertos secretos de una pequeña población. Estreno en Filmin el 23 de febrero de 2024.
Crítica de 'El silencio del agua'
Resumen
Ficha Técnica
Título: El silencio del agua
Título original: He bian de cuo wu
Reparto:
Zhu Yilong (Ma Zhe)
Chloe Maayan (Bai Jie)
Tianlai Hou (Jefe de policía)
Tong Lin Kai (Xie)
Año: 2023
Duración: 101 min.
País: China
Director: Wei Shujun
Guion: Chunlei Kang, Wei Shujun. Novela: Yu Hua
Fotografía: Chengma Zhiyuan
Música:
Género: Thriller. Intriga
Distribuidor: Filmin
Tráiler de 'El silencio del agua'
Sinopsis de 'El silencio del agua'
El thriller más taquillero del año en China. Un arrollador policíaco en los parajes más rurales de la China de los años 90 que inevitablemente nos llevará a "Memories of Murder". Una joya que pasó por Cannes en la que el agua, y el cine, tienen un papel muy especial.
Década de 1990, ciudad de Banpo, China rural. El cadáver de una mujer aparece junto al río. Ma Zhe, jefe de la policía criminal, dirige la investigación de un asesinato que rápidamente desemboca en una evidente detención. Mientras sus superiores se afanan en comunicar su éxito, varias pistas empujan a Ma Zhe a profundizar en el comportamiento oculto de sus conciudadanos. (Filmin)
Dónde se puede ver la película en streaming
Noir clásico
El silencio del agua (He Biadnde Cuo Wu), una película de cine negro con tintes clásicos, que está ambientada en la China rural de los años noventa, una época que cobra vida gracias al trabajo de cámara digital y al material rodado en 16mm. Sigue la larga y agotadora búsqueda de un asesino en serie por parte de un detective obsesivo, y el efecto que tiene en una pequeña ciudad con muchos secretos que acechan bajo la superficie.
Escrita y dirigida por Shujun Wei (Striding into the Wind), El silencio del agua no es tanto un thriller trepidante como un homenaje al mismo género negro, con ecos del cine de Jean-Pierre Melville, Chinatown y Memories of Murder. Al mismo tiempo, es un retrato de la sociedad china antes del reciente auge económico, una época en la que los ciudadanos llevan una vida reprimida y silenciosa.
Narración alrededor del cine
Las vidas de los habitantes se desenredan a manos de Ma Zhe (Yilong Zhu), el detective jefe de la unidad de investigación criminal de su ciudad, que, al más puro estilo cinéfilo, ha sido reubicada en un cine abandonado, con el despacho de Ma Zhe en la cabina de proyección.
El gran acierto de Wei Shujun es convertir ese cine en desuso en una de las principales localizaciones de la película. Además de la ocupación policial como centro de control improvisado, es donde Ma Zhe alucina sobre los secretos reprimidos de la gente del pueblo.
Es un cuartel general apropiado para una historia ambientada en la era predigital, cuando la tecnología aún era mayoritariamente analógica y las fotografías o las grabaciones de audio eran objetos que se podían manipular con las manos. Ambos soportes proporcionarán pruebas clave durante la búsqueda de Ma Zhe de un asesino que ha estado acechando las orillas del río local, dejando varias víctimas a su paso, entre ellas una anciana, un poeta desamparado y un niño.
Obsesión profesional
Wei y el coguionista Chunlei Kang adaptaron su guión de una novela de Yu Hua, y el tono que adoptan inicialmente con su material, a pesar de los espeluznantes asesinatos, es más bien ligero, en consonancia con el relato. El cuerpo de policías de Ma Zhe prefiere flirtear o jugar al ping-pong en lugar de trabajar como auténticos profesionales, aunque las primeras escenas de El silencio del agua están llenas de drama social.
A medida que avanza la investigación, la obsesión de Ma Zhe se intensifica. Sigue la pista de un sospechoso clave, que está relacionado con la primera víctima y sigue huyendo de él. Mientras persigue otros indicios que le llevan a destapar sin querer las vidas ocultas de su comunidad, ya se trate de un asunto ilícito entre dos amantes de la poesía o de un peluquero que intenta ocultar su identidad al público.
Paternidad aterradora
Los múltiples asesinatos de El silencio del agua son los que mantienen la historia en marcha, aunque en última instancia funcionan como instrumentos que revelan algo más profundo y oscuro sobre la China de mediados de los noventa. La oscuridad se amplifica cuando la inestabilidad personal de Ma Zhe, que está a punto de ver nacer a un niño que podría tener problemas de desarrollo cognitivo. Este hecho resulta decisivo en la narración, provocando muchas fricciones entre el detective y su esposa embarazada, Bai Jie (Chloe Maayan).
Cada vez más desorientado, Ma Zhe se siente aterrorizado y avergonzado por lo que vendrá. La vergüenza y el secreto parecen ser los principios rectores en una época, y un lugar, donde la obediencia es lo más importante. Wei observa con agudeza cómo la adhesión a las normas sociales puede llevar a algunas personas al límite. Incluso si la investigación Ma Zhe acabara con la detención del asesino, sería una victoria amarga, una fuente de angustia privada a pesar de su triunfo público.
Onirismo final
Filmada por el talentoso director de fotografía Chengma Zhiyuan ("Fires on the Plain") con un estilo vintage, intencionadamente turbio y teñido de varios tonos marrones, la estética de la película se hace eco de su trama un tanto opaca, lo que no la convierte precisamente en un thriller al uso.
Al igual que la propia investigación, el significado de El silencio del agua se va desvelando a medida que avanza la historia, dejando al espectador mirando al mismo abismo que el detective. Un pozo oscuro y sin fondo que, como en cualquier película de cine negro que se precie, le devuelve la mirada. La surrealista puesta en escena del último tercio da cabida a múltiples lecturas relacionadas con la propia sociedad china, o simplemente los temores de un hombre sobre la paternidad plasmados visualmente a gran escala. Wei deja espacio suficiente para la libre interpretación.
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