Ongwen, secuestrado a los 9 años y obligado a luchar como niño soldado, es ahora acusado de crímenes contra la humanidad. A través de su historia, se plantean dilemas cruciales: ¿cuáles son los límites entre víctima y verdugo? ¿Cómo se puede hacer justicia cuando el acusado también es una víctima?. El teatro de la violencia, documental danés dirigido por Lukasz Konopa y Emil Langballe, seleccionado en la sección Tiempos de Guerra del Atlántida Mallorca Film Fest 2025 (del 27 de julio al 27 de agosto en Filmin).



El teatro de la violencia documental

Crítica de 'El teatro de la violencia'

Ficha Técnica

Título: El teatro de la violencia
Título original: Theatre of Violence

Reparto:
Dominic Ongwen
Krispus Ayena
Tom Obhof
Roy Ayena
Cuno Tarfusser
Betram Schmitt
Gordon Kifudde

Año: 2023
Duración: 104 min.
País: Dinamarca
Director: Lukasz Konopa, Emil Langballe
Guion: Lukasz Konopa, Emil Langballe
Fotografía: Kacper Czubak, Janis Mazuch, Elí Roland Sachs
Música: Markus Aust
Género: Documental. Ejército
Distribuidor: Filmin

Filmaffinity

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Tráiler de 'El teatro de la violencia'

Sinopsis

El abogado ugandés Krispus Ayena asume el caso más importante de su carrera: defender al primer exniño soldado juzgado por la Corte Penal Internacional. Mientras prepara la defensa, se enfrentará a dilemas éticos sobre la responsabilidad cuando alguien es a la vez víctima y verdugo y sobre lo qué significa hacer justicia desde un tribunal internacional alejado del contexto local. (Filmin)



El juicio no cabe en el guion

La estructura narrativa de El teatro de la violencia se apoya en el caso legal contra Ongwen, pero pronto queda claro que su intención no es solo seguir el proceso judicial, lo que los directores proponen es una reflexión sobre la ambigüedad moral de los conflictos armados. Ongwen fue secuestrado, adoctrinado, convertido en máquina de matar y a la vez fue responsable de atrocidades ¿Dónde empieza la culpa? ¿Cuándo se borra la inocencia?

El teatro de la violencia plantea preguntas más que ofrecer respuestas, y eso es una de sus mayores virtudes. No busca cerrar el caso en términos éticos, sino abrirlo en la conciencia del espectador. El guion, si puede llamarse así, se mueve entre el seguimiento del juicio, entrevistas con abogados, activistas, víctimas y habitantes de Uganda, construyendo un mosaico de miradas a menudo contradictorias.

El teatro de la violencia documental

Neutralidad, pero con postura

Lukasz Konopa y Emil Langballe apuestan por una dirección sobria y contenida. No hay dramatizaciones, ni reconstrucciones forzadas, ni efectos sensacionalistas. El tono es casi clínico, con una voluntad documental clara de no manipular, pero detrás de esa neutralidad formal, hay una intención muy clara, humanizar a Ongwen sin justificarlo.

El mérito de la dirección está en dar espacio a las voces sin jerarquizarlas: el abogado defensor, que ve a Ongwen como un producto trágico de su entorno; los fiscales, que no ignoran su pasado pero insisten en la necesidad de justicia; y las víctimas, que expresan un dolor que no se borra con explicaciones. Los directores no se esconden tras el material, pero tampoco lo fuerzan, lo dejan respirar.

Theatre of Violence documental

La elegancia de la observación

Desde el punto de vista visual y sonoro, El teatro de la violencia mantiene un estilo sobrio, casi austero, que favorece la reflexión, la cámara observa con respeto, sin irrumpir. El montaje es limpio, bien medido, aunque a veces cae en cierto academicismo que puede enfriar el visionado.

La banda sonora es escasa, y cuando aparece lo hace con sutileza. El diseño sonoro en general sigue la misma línea, poco invasivo, al servicio del contenido. Lo más destacable quizá sea el uso de los silencios y la atención al lenguaje corporal de los entrevistados, elementos que aportan más de lo que a veces pueden decir las palabras.

El teatro de la violencia documental

Conclusión de 'El teatro de la violencia'

El teatro de la violencia es un documental valioso, que plantea preguntas necesarias sobre justicia, trauma, responsabilidad y redención. No es una obra redonda ni particularmente original en su forma, pero sí lo es en su fondo. Se le puede reprochar cierta frialdad en el tratamiento de un tema tan emocional, o que su ritmo a veces resulte monótono, pero también hay que reconocerle el coraje de entrar en un terreno moral resbaladizo sin caer en discursos simplistas.

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