La invasión rusa pilla de imprevisto a una familia ucraniana de vacaciones en las Islas Canarias. El Volcán (Under the Volcano), película que representó a Polonia en los últimos premios Óscar, dirigida por Damian Kocur, seleccionada en la sección Oficial Internacional de Atlántida Mallorca Film Fest 2025 (del 27 de julio al 27 de agosto en Filmin). Estreno el 29 de agosto de 2025 en salas de cine españolas. Puedes leer aquí otra crítica realizada por Cinemagavia de esta película.



El Volcán película

Crítica de 'El Volcán (Under the Volcano)'

Ficha Técnica

Título: El volcán
Título original: Pod wulkanem

Reparto:
Sofia Berezovska (Sofia)
Roman Lutskiy (Roman)
Anastasiya Karpenko (Nastia)
Fedir Pugachov (Fedir)

Año: 2024
Duración: 105 min.
País: Polonia
Director: Damian Kocur
Guion: Damian Kocur, Marta Konarzewska
Fotografía: Mykyta Kuzmenko
Música:
Género: Drama
Distribuidor: Reverso Films

Filmaffinity

IMDB

Tráiler de 'El Volcán (Under the Volcano)'

Sinopsis

Una familia ucraniana está disfrutando de sus últimos días de vacaciones en Tenerife. Ignoran completamente que su vida dará un vuelo inesperado cuando llegan al aeropuerto y les informan que su vuelo ha sido cancelado: Rusia ha invadido Ucrania. Atrapados en la isla, la familia de turistas pasa de convertirse de la noche a la mañana en refugiados. (Reverso Films)

Dónde se puede ver la película en streaming



Vacaciones eternas

El Volcán (Under the Volcano) no busca el dramatismo fácil ni el efectismo narrativo; más bien deja que el peso de la situación se cuele poco a poco en los gestos, en las miradas y en las conversaciones cortadas. El conflicto armado no aparece en pantalla, pero lo sentimos latente, como un zumbido persistente que va erosionando la calma. Sin embargo, el guion a veces parece conformarse con la premisa y no siempre profundiza en el conflicto emocional de los personajes, dejando una sensación de relato prometedor pero a medio cocinar.

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Silencios que callan demasiado

Damian Kocur maneja con sutileza el fuera de campo, evitando mostrar el horror directo y concentrándose en la reacción humana ante lo irremediable. Su cámara observa más que manipula, ofreciendo planos largos y estáticos que transmiten la incomodidad de la espera y el aislamiento.

Hay momentos en los que este enfoque brilla, sobre todo cuando la tensión se mide por lo que no se dice. Sin embargo, esa misma contención se convierte en un arma de doble filo, el ritmo a veces se estanca, y la película corre el riesgo de perder intensidad emocional. Da la sensación de que Kocur quiere que el espectador “llene” demasiados huecos, y no siempre lo consigue.

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Contención y falta de matices 

El reparto logra transmitir una cierta autenticidad, con interpretaciones que parecen sacadas de la vida real más que de un set de rodaje. Los actores, sin grandes gestos ni diálogos rimbombantes, optan por un naturalismo casi documental.

Esto funciona en varias escenas, especialmente en las interacciones familiares, donde el cariño y la tensión conviven sin necesidad de verbalizarlo. Sin embargo, hay una línea muy fina entre la sobriedad y la monotonía, y en algunos momentos los personajes parecen demasiado planos, sin un arco emocional claro que los haga memorables.

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Una belleza incómoda

La luz de Tenerife, capturada con tonos cálidos y cielos abiertos, contrasta con el peso invisible de la tragedia. Es un recurso visual inteligente, el paraíso como telón de fondo del exilio involuntario. El sonido, en cambio, es sobrio, sin subrayados musicales que guíen la emoción, lo que refuerza la sensación de vacío y desconexión.

A nivel de montaje, El Volcán (Under the Volcano) respira pausadamente, a veces demasiado, como si se recreara en su propia lentitud. Es cierto que esa cadencia contribuye a la atmósfera, pero también puede alejar a un público que busque una narrativa más dinámica.

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Conclusión de 'El Volcán (Under the Volcano)'

El Volcán (Under the Volcano) es una película que apuesta por la contención y el realismo para contar una historia profundamente humana, pero que a menudo se queda corta en intensidad. Propone un cine más contemplativo que narrativo, y aunque eso le otorga autenticidad y un aire de testimonio, también genera distancias con el espectador. Es un filme que, más que golpear, susurra, pero a veces su susurro es tan bajo que se desvanece antes de dejar huella.

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