"Entre chien et loup": Dolerme

Entre chien et loup nos presenta cómo para no sufrir más la opresión de un régimen que gira hacia el fascismo, Graça se va. Encuentra refugio en una comunidad, presente en el escenario de un teatro, que quiere experimentar con el tema de la película "Dogville" de Lars von Trier: la acogida del otro. ¿Será acogida de forma diferente por esta comunidad? ¿Logrará escapar de los modos de explotación que el individuo despliega dentro de una sociedad capitalista?

Tejiendo nuevamente vínculos entre cine y teatro, la directora brasileña Christiane Jatahy ofrece un juego inquietante con inversiones constantes, operado por las ambigüedades de los personajes y la presencia desestabilizadora de la pantalla y la cámara en el escenario. A través de este dispositivo escénico, la artista desplaza las perspectivas de la obra del cineasta danés. Al poner un espejo frente a los mecanismos del fascismo, Christiane Jatahy prosigue con sus inquietudes sobre las cuestiones centrales de nuestro tiempo, en la continuidad de un presente desbordante. (CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL). 

El peligro de ser el otro

Una de las obras que llamó más la atención durante su paso por el 40º Festival de Otoño fue Entre chien et loup, de Christiane Jatahy. Este espectáculo teatral toma de base la conocida película “Dogville” de Lars von Trier, transformándola a un contexto teatral que no abandona del todo el efecto audiovisual. A priori, cabe destacar que no es una adaptación al uso, sino que Jatahy lo utiliza como vehículo para denunciar el racismo, llevado a un extremo brutal. Por tanto, se ambienta en un contexto distinto, pero permitiendo mantener los paralelismos con la historia original. Con lo cual, lógicamente, si se ha visto el film, hay partes que se sabe hacia dónde va a ir. Sin embargo, Jatahy ha sabido darle personalidad, al introducirse en una reflexión diferente y que da aire fresco al libreto.

Uno de los momentos más emotivos es el discurso final, que permite que aquellos espectadores que no hayan comprendido los símiles y las metáforas que se han ido mostrando en la obra, se entiendan en ese colofón final. Sin embargo, esta estrategia plantea una dicotomía: por un lado, es un final que resume el porqué hacerlo de esta manera, pero, por otro, expone si es necesario masticarlo de esta forma por una falta de comprensión en el compendio general de la obra. En consecuencia, podría dar la sensación de no haber hilado de una forma más eficient la narrativa de su guion. Aun así, sigue siendo una versión con potencia, más si se pone el foco en los extremismos políticos que, desgraciadamente, están de plena actualidad.

Cotidianidad hiriente

No son pocos los actores los que se suben a las tablas en Entre chien et loup, sino que se compone de un reparto numeroso. En primer lugar, cabe destacar que todos ellos logran darle una verosimilitud muy familiar, cotidiana, lo que les permite jugar con la evolución de sus personajes hacia una oscuridad tosca, una violencia explícita, explorando una brillante ejecución dramática del equipo artístico. De esta forma, hay que aplaudir la labor de cada uno de ellos, dado que aunque hay un peso mayor en unos que en otros, no resta el magnífico trabajo que realiza cada uno de ellos. Asimismo, esa cercanía hace que la crudeza de las escenas más complicadas sean espeluznantes, incómodas, un mal trago para el espectador. Sin embargo, esto indica la calidad de su labor sobre las tablas.

Julia Bernat es la encargada de dar vida a Graça, principal protagonista de esta tragedia. Como ocurriera con el film, el reto es alto, sobre todo por las situaciones por las que debe pasar a lo largo de la pieza. Con naturalidad y una fragilidad llena de matices, Bernat se convierte en una perfecta heroína contemporánea. Su firmeza, al mismo tiempo que su dolor, hace que traspase al patio de butacas. Después, Matthieu Sampeur le acompaña, como un maestro de ceremonias singular. Su interpretación se basa en una corporalidad airosa, tenue, que implica un contraste especial con el resto de sus compañeros. Viviane Pavillon y Valerio Scamuffa son pura dinamita, son energía llevada a un nivel alto, magnéticos, crueles, una labor impoluta. Por último, mencionar a Vincent Fontannaz, Philippe Duclos y Véronique Alain, quiénes dan su toque personal a sus personajes, con vehemencia y credibilidad.

Metateatro y ¿metacine?

Uno de los aspectos más llamativos de Entre chien et loup es su propuesta escénica. En un primer momento, puede surgir la duda de si va a cumplir con las expectativas que se esperan, dado que se ve un convencionalismo y un espejo rutinario que no es del todo atractivo estéticamente. No obstante, una vez comienza la función, se comprueba que ese mundo idílico y sin disparidad, se transforma y causa un juego dinámico de lenguajes y recepción de estímulos. La combinación entre las distintas estrategias artísticas le dan un cuerpo superior, se agradece cómo lo audiovisual complementa a lo físico y viceversa, aunque no siempre con el mismo atino. Aun así, se agradecen obras arriesgadas que busquen ir más allá de lo convencional.

La estructura, sin embargo, se queda algo desordenada, no siempre consigue encandilar ese revoltijo de situaciones, provocando cierta confusión en el espectador. Es posible que durante las primeras veces que sucede se comprenda que busca ese efecto, de desasosiego, de movimiento, pero después no logra siempre llevar una línea que permita encaminarla en partes donde sería necesario. Aun así, no se hace una pieza complicada de ver, tiene un ritmo apropiado, que mantiene al público pendiente y no se produce una desconexión de lo que acontece sobre las tablas. Como último detalle, la interacción con el público siempre es un plus si está realizado de una forma positiva y así ocurre en esta obra. Después de ese primer contacto, causa mayor impresión lo que está por suceder sobre las tablas.

Conclusión

Entre chien et loup es una adaptación libre de “Dogville” de Lars von Trier, llevándola a un contexto diferente que permita reflexionar desde un punto de vista diferente. No obstante, mantiene la crudeza y la brutalidad del material original, lo que le permite ser una denuncia explícita sobre los movimientos fascistas que hay en al actualidad. A pesar de ello, hay matices que se podrían mejorar, al quedar una sensación de desorden. Después, su reparto está magnífico, pura naturalidad y verosimilitud. A nivel técnico y artístico, utilizan una combinación de lenguajes muy enriquecedora, uniéndose a una tensión y a una violencia bien gestionadas. Únicamente, debería vigilarse la armonía y llevar a buen puerto la estructura general de la pieza. Un vehículo popular que toma un nuevo cariz para encausarse contra los horrores que siguen ocurriendo en la sociedad actual.

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