Desde el 28 de septiembre se puede disfrutar de Equus en el Teatro Infanta Isabel. Dirigida por Carolina África y adaptada por Natalio Grueso, este clásico revive en la piel de un elenco de lujo formado por Roberto Álvarez, Álex Villazán, Jorge Mayor, Manuela Paso y Claudia Galán. Se ha convertido en uno de los títulos de mayor éxito en lo que se lleva de temporada 2022-2023, lo que indica el interés que genera entre los espectadores. Se representará los miércoles, jueves, viernes y sábados a las 19 horas, mientras que los domingo será a las 18 horas en el Teatro Infanta Isabel.
Duración: 100 min. apróx. Dirección: Carolina África Adaptación: Natalio Grueso Ayudante de dirección: Juanma Romero
Diseño de escenografía: Bengoa Vázquez Diseño de iluminación: Sergio Torres Vestuario: Lupe Valero Diseño de videoescena: David Martínez Diseño de sonido: Manuel Solís Coreógrafo / Asesor de movimiento: Andoni Larrabeiti Producción/Regidor: Santiago Ayala Jefe Técnico: José Gallego Técnico de sonido Y vídeo: Aurelio EstÉBanez Ayudante de escenografía: Isi Ponce Ayudante de vestuario: Melida Molina Realización de vestuario: Sastrería Cornejo Fotógrafo: Geraldine Leloutre Maquillaje y peluquería: Chema Noci Producido por: Jose Velasco Productores asociados: Roberto Álvarez y Natalio Grueso Producción: Triana Cortés Ayudante de producción: Aína García Distribución: María Álvarez Directora de comunicación: Cristina Fernández Jefe de prensa: Ángel Galán (La Cultura A Escena) Diseño gráfico: Melania Ibeas Comunicación online María: Elosúa Compañía: OKAPI
Tráiler de 'Equus'
Sinopsis de 'Equus'
Equus nos presenta al psiquiatra Martin Dysart, que recibe el encargo más difícil de su carrera profesional: deberá tratar a un joven que ha cometido un acto de una brutalidad atroz. El chico, Alan Strang, ha sido detenido por haberles sacado los ojos con un punzón a la media docena de caballos a los que cuidaba en un establo. A partir de aquí comienza una investigación detectivesca de tintes psicoanalíticos en la que el psiquiatra deberá averiguar qué llevó a un joven de buena familia, que jamás había dado un problema, a cometer semejante acto. Siguiendo las reglas del thriller psicológico el psiquiatra va indagando en la vida del muchacho, con una madre devota y religiosa y un padre estricto y trabajador.
La sublimación del deseo sexual, la falta de relación con otros jóvenes de su edad y su fascinación por los caballos van revelándose como pistas en el laberinto mental en el que se interna el psiquiatra para ayudar a su paciente. Pero el propio doctor tendrá que luchar también con sus propios demonios, entre los que se encuentran un matrimonio sin sentido que no funciona y unas permanentes dudas sobre la utilidad de su profesión frente a los dictados de una sociedad castrante que aniquila los sueños e ilusiones de la gente. (TEATRO INFANTA ISABEL).
Ame a su señor
Estrenada en 1973, Peter Shaffer es la mente creadora de Equus, uno de los montajes teatrales más conocidos en relación a la temática del psicoanálisis y la psicopatología. En esta ocasión, es Natalio Grueso quién adapta y moderniza el texto original para llevarlo a tiempos actuales. A pesar de ser un riesgo, Grueso ha sabido mantenerse fiel al material primigenio, aportando pinceladas de la idiosincrasia de la sociedad actual para hacerlo más accesible para los espectadores. Por ende, ya desde el primer minuto, con la entonación de jingles de plena actualidad, se puede ver que ha habido un interés por transportarlo como un detalle. No obstante, su mayor fuerte se halla en la atemporalidad y en el mensaje universal que narra, permitiendo al público introducirse en una problemática de una envergadura compleja.
Por lo cual, se establece una estructura que causa interés en los asistentes, un misterio que se va desarrollando según evoluciona la relación entre sus dos protagonistas. Así, hay que aplaudir que se mantenga el foco en ellos, permitiendo a los espectadores ir descubriendo la verdad al mismo tiempo que sucede sobre las tablas. Únicamente, hay alguna resolución que se manifiesta de una manera simplificada y excesivamente fácil, como con el uso de los supuestos placebos, aunque no resta verosimilitud a lo que se ve en el escenario. También se valora la forma de analizar el trasfondo psicosocial de su principal personaje, exponiendo la influencia de la educación y de los ídolos que pueden llevar a la locura. Como detalle, la vida personal de Dysart se sostiene de una forma circunstancial, pero no con la suficiente solidez argumental.
La búsqueda de la verdad
Roberto Álvarez y Álex Villazán son los encargados de encabezar esta versión de Equus. En primer lugar, Álvarez demuestra su capacidad dramática desde que aparece en escena. Se puede ver tras de él su amplia trayectoria, gracias a una confianza que se transmite en su forma de proceder al movimiento y a su paso por la escena. También se aplaude la firmeza con la que ejecuta su expresión no verbal, obteniendo ese aire de categoría y de fuerza, que a la vez no resta credibilidad a su personaje. Además, se agradece que muestre una dicción espléndida, así como una dirección vocal impoluta. Después, Villazán sorprende en su papel, llevando el maremoto de emociones y reacciones de su personaje a una determinación interpretativa potente. La energía que desprende es cautivadora, así como su estupenda capacidad para dejar obnubilada a la audiencia.
Después, Manuela Paso realiza una labor espléndida, sabiendo transforma su presencia en escena con las necesidades que le exigen para cada personaje. Por ello, se valora que sepa darle personalidad a cada uno de ellos, pisando fuerte y con una personalidad férrea. Con lo cual, hay que felicitar su estupenda actuación. Brillante. Ocurre lo mismo con Jorge Mayor, fluyendo por el escenario, llevando a una sinergia muy pertinente con lo que sucede en cada momento. Tanto Paso como Mayor, conectan entre ellos, estableciendo un lazo dramático muy fuerte, que da mayor rigor a su trabajo en conjunto. Para terminar, Claudia Galán consigue convencer al público, con un trabajo fresco, ligero y apropiado con el retrato que desea hacer de su Jill. Solo, como comentario, puede que se vea algo menos lúcida que el resto de sus compañeros, aunque no resta a su resultado de forma independiente.
El trastorno y la solución
Uno de los motivos por los que ha destacado esta versión de Equus es su propuesta escénica, dirigida por Carolina África. Al igual que el propio texto, esta adaptación pone sobre la mesa una creación con mayor frescura, adaptada a tiempos actuales. Por ello, visualmente, logra sorprender a los espectadores con el uso del audiovisual, el movimiento de la escenografía y la transformación de distintos elementos sobre el escenario. Además, se une la rapidez con la que se va metamorfoseando, para dar su lugar a cada parte de la obra. Tiene escenas realmente elegantes y con influjo muy atractivo, sabe cómo confeccionar una línea artística que se mantenga en línea y siga sorprendiendo. El apoyo entre lo digital y lo propiamente en vivo, muestra la estupenda relación que se puede gestar entre ambas facciones.
Por este motivo, no es extraño que haya conseguido que una parte importante de la audiencia haya sucumbido a esta puesta escenográfica. No obstante, es mejor ir sin expectativas, dado que causar una alta estima previa al visionado puede hacer que no se valore el montaje como debiera. Aun así, se aprecia que no hayan ido por una línea más minimalista, más sutil y hayan prestado más atención a la grandilocuencia de lo visual. Como detalle, se podría haber llevado con mayor explosión creativa el imaginario de los caballos, por ejemplo. Pese a ello, la elección llevada a cabo llega a un nivel más que plausible. Por último, se valora el ritmo de la obra, así como las transiciones entre las distintas partes, que no cortan el montaje de forma abrupta. La iluminación es un elemento fundamental y se encuentra muy bien usado en esta obra.
Conclusión
Equus regresa a los escenarios de mano de Natalio Grueso, que ha sabido sacar partido al material original y darle aires frescos adaptados a la época actual. Asimismo, se presenta un relato que causa interés y ha sabido aprovechar esa relación de descubrimiento que dejan salir temas de gran profundidad como la idolatración extrema. Además, cuenta con un reparto estupendo, cada uno consigue destacar en su parte, sobre todo Roberto Álvarez, Manuela Paso y Álex Villazán. Por otra parte, la puesta en escena es muy potente, visualmente atrayente y con una carga creativa importante. Únicamente, se aconseja ir sin expectativas previas, dejarse fluir por la propia experiencia. El fanatismo a debate en una obra teatral que no pasa inadvertida y logra sorprender con sus propuestas dramáticas.
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