Casi nada, 24 años han tenido que pasar para que pudiéramos ver la continuación natural de la obra magna de principios de siglo. Ridley Scott regresa de la manera más grande posible, en todos los sentidos de la palabra, con un Gladiator II que sirve como dignísima secuela de su gran película bélica. Nadie se la pidió, muchos piensan que es del todo innecesaria, yo la celebro como un acontecimiento sin precedentes donde el desinhibido director británico despliega todo su talento. El viernes 15 de noviembre de 2024 se estrena en salas una auténtica carta de amor al cine. Puedes leer aquí otra crítica realizada por Cinemagavia de esta película.



Gladiator II

Crítica de 'Gladiator II'

Ficha Técnica

Título: Gladiator II
Título original: Gladiator II

Reparto:
Paul Mescal (Lucius)
Pedro Pascal (Marcus Acacius)
Connie Nielsen (Lucilla)
Denzel Washington (Macrinus)
Joseph Quinn (Emperador Geta)
Fred Hechinger (Emperador Caracalla)
Lior Raz
Derek Jacobi (Gracchus)
Peter Mensah
Matt Lucas
Chi Lewis-Parry (Phoebus)
Alexander Simkin (Centurion)

Año: 2024
Duración: 148 min.
País: Estados Unidos
Director: Ridley Scott
Guion: David Scarpa. Personajes: David Franzoni
Fotografía: John Mathieson
Música: Harry Gregson-Williams
Género: Acción. Aventuras
Distribuidor: Paramount Pictures Spain

Filmaffinity

IMDB

Tráiler de 'Gladiator II'

Sinopsis

Gladiator II, del legendario director Ridley Scott, continúa la epopeya de poder, intriga y venganza ambientada en la Antigua Roma. Años después de presenciar la muerte del admirado héroe Máximo a manos de su tío, Lucio (Paul Mescal) se ve forzado a entrar en el Coliseo tras ser testigo de la conquista de su hogar por parte de los tiránicos emperadores que dirigen Roma con puño de hierro. Con un corazón desbordante de furia y el futuro del imperio en juego, Lucio debe rememorar su pasado en busca de la fuerza y el honor que devuelvan al pueblo la gloria perdida de Roma. (Paramount Pictures Spain)

Dónde se puede ver la película en streaming



Puro show marca de la casa

Estamos tan acostumbrados a recibir una sobreabundante oferta de títulos que tantas veces no paramos a reflexionar sobre el autor y sus motivaciones. Me parece esta una tarea interesante como fundamental para abordar cualquier crítica, reseña o siquiera valoración. Qué quiere contarnos el artista, cuál puede ser su motivación, en este caso, para casi tres décadas después hacer una segunda parte de la que perfectamente puede ser su mejor logro. Gladiator supuso un antes y un después en la historia de la industria cinematográfica, conquistó a la audiencia, convenció a la crítica y arrasó, en la medida de lo posible, en candidaturas y premios.

¿Cuál era la necesidad de arriesgarse tanto? Realmente no importan las causas racionales, solo esa chispa que los genios locos tienen para ver arder el mundo. Nunca mejor dicho, puesto que tito Ridley rinde bello homenaje al séptimo arte que da sentido a su trabajo, ofrece un tributo a su propio hito y explota todo su talento para que esta secuela sea un verdadero derroche visual, emocional y onírico. El cine son sueños amigos míos, y Scott sueña a lo grande.

Gladiator II  es un mastodonte que bien vale el presupuesto invertido, es una impudorosa aproximación constante a los desfases. Lleva a término cualquier idea insensata, encarna en cada plano un sello de imprudencia. Bendita sea, solo los cineastas como él, si es que existe alguien igual, se atreven a desafiar las convenciones puristas. Él hace temblar los mismos cimientos de lo apropiado, se autoproclama emperador Nerón y se deleita viendo cómo se quema Roma.

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Oscuro viaje sociopolítico

Y precisamente de esto va la historia, de la capital del mayor imperio que el hombre ha conocido jamás. Si bien durante el primer tramo de esas dos horas y media de metraje puede parecer que el director repite esencias de la cinta del año 2000, después te sorprende con un inteligente giro dramático. Es evidente que ciertos patrones deben repetirse, como la huida del linaje por peligro, el resurgir del hijo pródigo, el viaje de venganza y demás premisas trilladas. Pero en esta ocasión no pesa, puesto que no cae en la redundancia y en ningún momento se hace pesado. Claro está, Ridley Scott no peca de torpe y sabe que algo debe cambiar.

Y no es baladí, sino parte fundamental en los pilares narrativos. Creyendo imposible y falto de credibilidad emular ese irrepetible arco de Máximo como defenestrado héroe que tumba un imperio, decide virar hacia un relato que evocase suficientemente la épica de la primera pero tuviera identidad propia. Es decir, el personaje de Paul Mescal sí es hilo conductor mas no la base argumental que otorga sentido a Gladiator II .En vez calcar el camino del individuo que abraza su destino sacrificándose, emplea al protagonista para cosechar nuevos éxitos. En esta ocasión nos adentramos en tramas muchísimo más oscuras tanto en cuanto avanzan transversalmente las esferas política y social. Aquí juega un papel fundamental Macrinus, que cataliza absolutamente las virtudes y los defectos de todo lo que el cineasta inglés quiere transmitir.

Conforme pasan los minutos vamos asistiendo a una clase magistral sobre el sistema político, los políticos que lo explotan y la tensión generada entre poder y pueblo. ¡Muy actual por cierto! Aquí juegas a favor porque dispones para ello de Denzel Washington, la mejor interpretación de lejos, carisma puro y elemento que carga y descarga la virtud racional de todo este show. El actor neoyorkino se come la pantalla, se divierte sobradamente y eso se transmite. Le viene como anillo al dedo en un trabajo maquiavélico y de pura manipulación. Como digo, retrato de nuestro tiempo que huele, sin ser paradigma claro, a una mezcla entre Shakespeare y los filósofos existencialistas.

Ahora bien, todo ese despliegue ha de confrontarse con el resto de líneas dramáticas, como la del general de Pedro Pascal, bastante asemejado a Maximus, el puente emocional y traumático de Lucilla de Connie Nielsen, la perversión de los hermanos emperadores Caracalla y Geta, y esencialmente Lucius de Paul Mescal, que trascenderá del reclamo personal al interés general, honor y fuerza por el Sueño de Roma que una vez vislumbró Marco Aurelio.

Paul Mescal

Apoteosis continua

Gladiator II  es un espectáculo bárbaro que incluso en las escenas más inverosímiles y las resoluciones más convenientes o sobre explicadas, que las hay, encuentra su lugar a favor de un conjunto arrollador. Visualmente es inapelable, salvo en algún que otro recurso de CGI menos optimizado. Da igual donde mires que parece que estés ahí navegando con la flota, empuñando espada o arco para combatir al enemigo o montando un rinoceronte en el Coliseo.

Y ahí voy también, este escenario está aprovechado a niveles inéditos. Mirad que hemos visto cosas en gran y pequeña pantalla, pero nada así. Ridley Scott extrema todas y cada una de las propuestas del film original. Es más, se regodea en lo que representa, nunca flaqueando o haciendo el ridículo. Hasta en los animales más inverosímiles hay lógica y objetivo específico. Básicamente, hacer que el espectador vea barato pagar 10 euros por una entrada. Ya os digo que lo vale.

No se me olvide mencionar dos apartados cruciales. El primero es la música, que no es tan protagonista como en Gladiator, no siendo necesariamente malo porque, como os he dicho, la épica del desarraigado Máximo contra el imperio se elevaba a cotas inigualables, con temas propios y casi siempre dados a la motivación e inspiración en ese juego de sangre, polvo y trascendencia. En cambio, la historia actual es diferente y esas piezas con nombre y apellidos no encajarían del todo bien. Lo segundo es el ritmo, es de lo que más destaca porque está a menudo sometido a la guerra y los combates. Se podría decir que no hay tregua en una película eminentemente de acción que tiene sus mesetas de diálogo, siendo que la original era mucho más pausada e incluso lenta en ciertos momentos.

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Conclusión de 'Gladiator II'

No vamos a descubrir a Ridley Scott en 2024, es un autor valiente que sigue intentando crear eventos sobrados y grandilocuentes. Con Gladiator II ha conseguido una secuela apasionante, emocionante y a su manera reflexiva. Puro show que mama de la original para lograr su propia identidad, sin tanto carisma pero con mayor acción. Un mastodonte visual con grandes interpretaciones entre las que reina Denzel Washington.

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