El pasado 23 de mayo regresó a los escenarios Golondrina, en el Teatro del Barrio. Esta creación de Beatriz Mateos reflexiona sobre la pérdida del hogar, las adicciones, la situación de la calle, ambientada en la céntrica plaza de Tirso de Molina y cómo los alquileres madrileños son imposibles. Con una interpretación magnífica de Candela Solé, se puede disfrutar hasta el 13 de junio.
Crítica de 'Golondrina'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Golondrina
Título original: Golondrina
Reparto:
Candela Solé
Duración: 75 min. apróx.
Dirección: Beatriz Mateos
Dramaturgia: Beatriz Mateos
Producción: Ácidas
Tráiler de 'Golondrina'
Sinopsis de 'Golondrina'
Golondrina nos presenta a Andrea, una joven que se ve obligada por la policía a despedirse de su casa. Un trozo de calle de Tirso de Molina, entre flores y basura, otros yonkies y paseantes, que ella ha ido construyendo a lo largo de los años.
Su mente caótica y sus repentinos juegos nos acompañan en un viaje en el que Andrea crea un universo paralelo para dejar de vivir en primera persona su desgracia. Para ella, dejar Madrid y mudarse a China significará su salvación. (TEATRO DEL BARRIO).
Aquello que se llamaba hogar
Beatriz Mateos adentra al público en una historia llena de cotidianidad y de verdad en Golondrina, un ejercicio teatral que contiene auténtica crudeza realista, pero combinada con maestría con la comedia que es lo que hace que triunfe. Por ello, lo que aparentemente es un personaje que, de primeras, puede parecer que no tenga cosas en común con los espectadores, pronto se los meterá en el bolsillo con las vivencias que va desvelando. Asimismo, ahí contiene esa punzada en el sentimiento, en hacer ver a los asistentes que más allá de las primeras impresiones, hay una vida que solo busca tranquilidad y el anhelo de aquello que no fue.
No es nada fácil lo que logra Mateos con esta pieza, dado que podría caerse en los tópicos o ser excesivamente buenista, pero no sucede. Al contrario, dentro de ese buen rollo y esos momentos de auténtica locura, se esconde la sensibilidad de exponer a los invisibles, a aquellas personas que desaparecen por lo que tras de sí, como el infierno de las adicciones. Es imposible no emocionarse una vez se ha terminado el viaje, una vez se ha comprendido que la humanidad que envuelve a Andrea es una bofetada de realidad. Puede decirse, sin dudarse, que es una dramaturgia de alta calidad, una muestra de cómo lo cercano puede ser un vehículo exquisito para reivindicar y denunciar.
La ternura de quién perdió todo
El reto para Candela Solé es alto en Golondrina por el alto nivel de la dramaturgia que hay tras ella. Por tanto, lo que consigue hacer sobre el escenario es magnífico, es la prueba de cómo hay personas que han nacido para dedicarse a esta profesión. La razón no es otra que hace que su Andrea sea una combinación de ternura, hilaridad, desgracia y negrura, sin perder la esencia principal del personaje y sin buscar una identificación fácil. Con lo cual, Solé se deja el cuerpo y el alma en su actuación, siendo pura emoción, puro sentimiento, no deja en ningún momento la concentración y el atino de su labor sobre las tablas.
Sin embargo, no se debe caer en la trampa de que la naturalidad es su única baza, dado que se puede ver lo bien que engancha cada parte, cada pieza, cada movimiento, viéndose así que no es un ejercicio dejado al azar, sino que hay una preparación consolidada detrás. Gracias a ello, se valora todavía más su trabajo, ya que dar esa fluidez, crear esa empatía, sin perder la concentración en la ejecución, es un plus que indica su estupenda labor. También se debe aplaudir su expresividad corporal, su movimiento, manejar la comedia a su favor y, como no, la facilidad que tiene con la improvisación.
Acompañada y sola
Se acostumbra a disfrutar del teatro dentro de salas y escenarios en los que el público se sienta en sus butacas y guarda paciente al ritual teatral. Aun así, hay propuestas que optan por romper con los espacios tradicionales y se atreven a representar en lugares menos ortodoxos, pero igual de contundentes. Además, en el caso de Golondrina, el espacio juega a su favor, siendo una invitación a la intimidad, al hogar, a su vida, con lo que, es una decisión acertada. Después, con respecto a la puesta en escena, minimalista, pero con elementos bien escogidos, llevando al público a esa simbología común, sin perder la oportunidad de dar mayor movimiento al montaje.
El espacio sonoro cumple con su función, teniendo momentos estelares, como cierto momento musical que sorprende a la audiencia y se convierte en una de sus escenas culmen. La elección del vestuario no es al azar, así como el maquillaje y la caracterización, la cual no solo está muy conseguida, sino que ya desde el primer contacto con la pieza, llama la atención. Por otra parte, el ritmo es vertiginoso, no se queda estancada en ningún momento, lo que hace que se disfrute la diversión y la emoción a partes iguales. Dinámica tanto en su contenido como en su forma, una propuesta que se convierte en una de las grandes sorpresas de la temporada por cómo triunfa como conjunto. No siempre los fuegos artificiales y florituras son sinónimo de brillantez y este es un ejemplo de cómo montajes de menor envergadura pueden ser igual de potentes.
Conclusión
Golondrina es una de las grandes sorpresas de esta temporada, con un montaje que deja al espectador emocionado. La dramaturgia goza de una rapidez y una inteligencia, que logra explorar la vida de esta joven, invisibilizada, perdida en la sociedad, ofreciendo al espectador un viaje vital de gran calidad. Candela Solé está increíble, un trabajo brillante, que se disfruta de principio a fin. La propuesta escénica desarrolla una estrategia efectiva, poniendo especial atención en la cercanía y la simbología que hay en ella. Aplauso especial a la caracterización y vestuario. Una denuncia que va más allá de la reivindicación de palabra, sino también a la del alma.
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