Harvest es una película extraña, atmosférica y profundamente alegórica. Lejos de cualquier realismo convencional, Athina Rachel Tsangari construye una parábola sobre la disolución de una comunidad rural ante la irrupción de nuevas formas de poder y propiedad. La historia transcurre en un tiempo impreciso, casi mítico, lo que refuerza su dimensión simbólica y universal. Harvest se podrá ver en Filmin a partir del 28 de noviembre de 2025.
Crítica de 'Harvest'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Harvest
Título original: Harvest
Reparto:
Caleb Landry Jones (Walter Thirsk)
Harry Melling (Master Kent)
Rosy McEwen (Kitty Gosse)
Arinzé Kene (Quill)
Thalissa Teixeira (Señora Beldam)
Frank Dillane (Master Jordan)
Grace Jabbari (Alice Carr)
Stephen McMillan (Brooker Higgs)
Emma Hindle (Anne Rogers)
Mitchell Robertson (Christopher Derby)
Gordon Brown (Steward Baynham)
Neil Leiper (John Carr)
Noor Dillan-Night (El joven Beldam)
Año: 2024
Duración: 133 min.
País: Reino Unido
Director: Athina Rachel Tsangari
Guion: Joslyn Barnes, Athina Rachel Tsangari. Libro: Jim Crace
Fotografía: Sean Price Williams
Música: Nicolas Becker, Ian Hassett, Caleb Landry Jones, Lexx Fusco
Género: Drama. Vida rural
Distribuidor: Filmin
Tráiler de 'Harvest'
Sinopsis
Narra la historia de una comunidad rural aislada, de nombre y lugar indeterminados, cuyas vidas de sus habitantes empiezan a cambiar con la llegada inesperada de tres personajes extraños: un cartógrafo, un inmigrante y un banquero. (Filmin)
Dónde se puede ver la película en streaming
Un pequeño universo sensorial
Harvest destaca ante todo por su potencia visual. Rodada en 16 mm y con luz natural, la fotografía del director de fotografía Sean Price Williams crea una textura áspera, terrosa, casi pintada a mano. Algunos planos recuerdan a escenas de Bruegel: figuras diminutas en un paisaje vasto, ceremonias campesinas, fuego, máscaras y rituales que parecen surgir de un imaginario medieval interiorizado más que reconstruido.
El diseño sonoro actúa como una prolongación del paisaje: el viento, la fricción del trigo, el fuego, los golpes secos de herramientas. Es un film que se escucha tanto como se mira, y esa corporalidad sonora refuerza la sensación de estar ante un mundo que se está desmoronando desde dentro.
Un cuento de hadas emponzoñado
La narración se sitúa en una aldea aislada que vive en equilibrio frágil. El protagonista, Walter —interpretado por Caleb Landry Jones— encarna la tradición y la conexión íntima con la tierra. Su vínculo con el terrateniente Charles Kent, interpretado por Harry Melling, sostiene un orden comunitario tácito, pero este mundo se resquebraja con la llegada de tres forasteros y con las reclamaciones económicas de un primo ambicioso del propio Kent.
Athina Rachel Tsangari articula aquí una reflexión sobre el tránsito de un modo de vida agrario y comunal hacia la lógica de la propiedad privada, el capital y la expulsión. Nada es explícito, todo opera como símbolo: la tierra como territorio físico y moral, la comunidad como cuerpo vulnerable, el extranjero como figura inquietante que revela los miedos latentes.
El cartógrafo interpretado por Arinzé Kene introduce un motivo especialmente poderoso: la representación del territorio como acto de poder. Mapear significa dominar, delimitar, desposeer. Su presencia funciona como recordatorio de que cualquier espacio puede transformarse en propiedad mediante un simple trazo.
Aunque situada en un pasado indeterminado, la película dialoga con inquietudes contemporáneas: privatización de la tierra, desplazamientos forzosos, xenofobia, extractivismo. La aldea actúa como microcosmos de sociedades que se aferran al pasado y reaccionan con violencia ante cualquier alteración. Tsangari no señala culpables: muestra una comunidad en caída libre donde todos participan, por acción u omisión, en el derrumbe.
Cómo contar un cuento
Uno de los aspectos más discutidos de Harvest es su ritmo deliberadamente lento. Athina Rachel Tsangari rehúye la acumulación dramática y apuesta por una estructura fragmentada que privilegia la alegoría sobre la narración. Los personajes, más que psicologías densas, son figuras simbólicas. Esto puede producir una cierta frialdad: se admira la película, pero a veces no se vive desde dentro.
Cuando llega la violencia —incendios, expulsiones, castigos rituales—, el impacto es más conceptual que emocional. Es coherente con la propuesta, pero puede dejar a algunos espectadores con la sensación de que falta un anclaje dramático más palpable.
Conclusión de 'Harvest'
Harvest es un artefacto cinematográfico singular: bello, críptico, profundamente inquietante. No es un film pensado para el consumo rápido, sino una experiencia contemplativa que invita a pensar en la tierra, la comunidad y la violencia que acompaña siempre a las transformaciones históricas. Quien entre en su ritmo encontrará una obra rica, densamente simbólica y visualmente memorable; quien no, la experimentará como un relato áspero y distante. Pero en ambos casos, es una película difícil de olvidar.
Únete a nuestro CANAL DE TELEGRAM





