How to Be Normal and the Oddness of the Other World, película dirigida por Florian Pochlatko, fue la joya escondida del pasado Festival de Berlín según The Hollywood Reporter. Tras salir del psiquiátrico, una joven empieza a cuestionar su realidad y encuentra consuelo en un chico que se parece (demasiado) a Ed Sheeran. Un retrato honesto, punzante y tierno de la salud mental que te hará reír mientras todo arde a tu alrededor. La película ha sido uno de los trece títulos seleccionados para la Sección Oficial Internacional de Atlántida Mallorca Film Fest 2025 (del 27 de julio al 27 de agosto en Filmin).
Crítica de 'How to Be Normal and the Oddness of the Other World'
Resumen
Ficha Técnica
Título: How to Be Normal and the Oddness of the Other World
Título original: How to Be Normal and the Oddness of the Other World
Reparto:
Luisa-Céline Gaffron (Pia)
Elke Winkens (Elfie)
Cornelius Obonya (Klaus)
Felix Pöchhacker (Joni)
David Scheid (Till)
Lion Tatzber (Lenni)
Oliver Rosskopf (Paul)
Wesley Joseph Byrne (Ned)
Año: 2025
Duración: 102 min.
País: Austria
Director: Florian Pochlatko
Guion: Florian Pochlatko
Fotografía: Adrian Bidron
Música: Rosa Anschütz
Género: Comedia. Drama
Distribuidor:
Tráiler de 'How to Be Normal and the Oddness of the Other World'
Sinopsis de 'How to Be Normal and the Oddness of the Other World'
Recién salida de un hospital psiquiátrico, Pia regresa a casa de sus padres pero descubre que no es la única cuya vida se ha desmoronado. En su lucha diaria por sobrevivir en su nuevo trabajo, un desamor persistente, sus medicamentos y el estigma social, Pia tropieza con una realidad que se siente tan inestable como ella misma. (Filmin)
Monstruos bajo la piel
How to Be Normal and the Oddness of the Other World arranca como un drama íntimo, pero pronto revela una capa de extrañeza, donde lo emocional se funde con lo fantástico. La transformación de Pia en un monstruo gigante, actúa como metáfora poderosa del desarraigo mental. La inestabilidad del mundo exterior refleja su propio estado interior, fragmentado, errático, inseguro, en este vaivén entre lo real y lo imaginario, la película plantea una verdad incómoda, tal vez todos vivimos disfrazados, a punto de estallar, y eso también es ser humano.
El caos como método
Florian Pochlatko dirige como si cada plano fuera una sesión de terapia abierta, sin estructura aparente, pero profundamente pensada. Su manejo del tono es osado, porque alterna la comedia negra, el drama generacional y el absurdo surrealista con una soltura que podría parecer descuido, pero que revela, en el fondo, una mirada precisa sobre la fragilidad emocional.
Hay decisiones narrativas que incomodan, escenas sin resolución, diálogos truncados, silencios densos, pero todo responde a una lógica interna, una forma de contar desde el caos. En lugar de explicar, Pochlatko observa; en vez de juzgar, sugiere, y eso hace que la película respire con autenticidad.
Actuar desde el abismo
Luisa-Céline Gaffron entrega una interpretación sin artificios, construida desde la contención y la vulnerabilidad. Pia nunca cae en la caricatura de la "locura", sino que transita por una gama emocional compleja que va del dolor al absurdo, pasando por el desconcierto existencial. Su lenguaje corporal, muchas veces más elocuente que las palabras, captura el agotamiento de vivir en un cuerpo que ya no encaja.
Elke Winkens y Cornelius Obonya, que interpretan a sus padres Elfie y Klaus, también brillan con sobriedad, no son meros secundarios, sino piezas esenciales de ese rompecabezas familiar. Juntos forman un trío disfuncional, pero profundamente humano, que evita los estereotipos y apuesta por la verdad emocional.
El mundo que se derrite
Visualmente, la película logra un equilibrio muy interesante entre lo realista y lo onírico. Las afueras de Viena, con su luz apagada y sus interiores opresivos, se convierten en escenarios mentales, casi claustrofóbicos. Sin embargo, es en los momentos de quiebre donde la propuesta visual se vuelve fascinante, Pia distorsiona la realidad y el lenguaje cinematográfico la sigue con planos inestables, luces frías, texturas que parecen derretirse.
El diseño de sonido es particularmente notable, hay una especie de zumbido permanente, una tensión sutil que nunca se resuelve del todo, como si algo fuera a estallar en cualquier momento. El resultado es una experiencia sensorial tan inestable como su protagonista.
Conclusión
How to Be Normal and the Oddness of the Other World es un retrato descarnado de la fragilidad mental, del peso del estigma y de la dificultad de encajar en un mundo que valora la productividad sobre el bienestar emocional. La película deja huella por su ambigüedad, por su capacidad de sugerir sin imponer, y por su humanidad radical. No aspira a grandes respuestas, pero logra que el espectador se cuestione lo esencial.
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