En la controvertida Hysteria, del turcoalemán Mehmet Akif Büyükatalay, la aparición de un Corán quemado en el rodaje de una película desata un auténtico caos que arrastrará a una becaria al centro de una conspiración tan peligrosa como adictiva. Inspirada en uno de los casos más graves de xenofobia en la Alemania moderna, este brillante "whodunit" satírico fue estrenado en Panorama de la Berlinale pasada, donde se convirtió en objeto de todas las polémicas. Seleccionada en la sección oficial de Atlántida Mallorca Film Fest 2025 (del 27 de julio al 27 de agosto en Filmin).
Crítica de 'Hysteria'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Hysteria
Título original: Hysteria
Reparto:
Devrim Lingnau (Elif)
Mehdi Meskar (Said)
Serkan Kaya (Yigit)
Nicolette Krebitz (Lilith)
Aziz Çapkurt (Mustafa)
Nazmî Kirik (Majid)
Tony Attaallah (Extra #1)
Lola Klamroth (Subgerente)
Zeynel Abidin Cal (Extra #2)
Moaid Forani (Extra #3)
Ferhat Keskin (Locksmith)
Helin Sezen Korkmaz (Intérprete)
Zejhun Demirov (Manitas #1)
Año: 2025
Duración: 104 min.
País: Alemania
Director: Mehmet Akif Büyükatalay
Guion: Mehmet Akif Büyükatalay
Fotografía: Christian Kochmann
Música: Marvin Miller
Género: Drama. Thriller
Distribuidor:
Tráiler de 'Hysteria'
Sinopsis
Cuando aparece un Corán quemado en el plató de una película, el equipo cae en el caos. En medio del escándalo, una becaria queda atrapada en una red de secretos y mentiras que la arrastra al centro de una conspiración tan peligrosa como adictiva. (Filmin)
Fuego entre páginas
La premisa de Hysteria arranca con una chispa poderosa, el hallazgo de un Corán quemado en un set de rodaje, símbolo que actúa como detonante de un conflicto que trasciende lo religioso y lo político para convertirse en una batalla de poder, percepción y paranoia. Elif, una joven becaria, se convierte en el blanco fácil en medio del escándalo, enfrentada a un entorno que rápidamente pasa del desconcierto a la caza de brujas.
El planteamiento es potente, cargado de tensión, pero pronto se vuelve previsible y un tanto esquemático, perdiendo la oportunidad de ahondar en la complejidad de su propio discurso.
El caos como pose
Mehmet Akif Büyükatalay dirige con intención clara, construir una atmósfera asfixiante donde la duda, el miedo y la intolerancia se funden. El problema es que esa atmósfera termina por convertirse en una pose estética más que en una herramienta narrativa efectiva.
La cámara busca inquietar, la iluminación acentúa la claustrofobia, pero los movimientos de la trama se sienten forzados, como si los personajes obedecieran al guion más que a sus propias motivaciones. Hay escenas que prometen desatar el conflicto y lo dejan a medio gas, la tensión existe, pero rara vez estalla con fuerza real.
Una protagonista cercada
Elif es el corazón emocional de Hysteria, y Devrim Lingnau interpreta con solvencia, mostrando cómo la incertidumbre se transforma en angustia y luego en desconfianza absoluta. Sin embargo, su arco narrativo queda incompleto, más como testigo pasivo que como agente de su destino.
El resto del elenco cumple su función, pero los personajes están dibujados con trazo grueso, acusadores, manipuladores, testigos cobardes. No hay tiempo ni espacio para los matices, y eso empobrece un drama que podría haber sido mucho más incómodo si hubiese abrazado mejor sus ambigüedades.
Un set como campo de batalla
Hysteria está bien construida, especialmente en su uso del espacio: el plató cinematográfico se convierte en una metáfora del encierro y del espectáculo del escándalo. La cámara se mueve con nervio, y la iluminación refuerza ese clima de desconfianza donde cada rincón parece esconder un secreto, sin embargo, la puesta en escena no logra sostener por sí sola la tensión.
La música, aunque bien usada en momentos clave, cae por momentos en lo subrayado, y el diseño sonoro, clave en un thriller psicológico, no explora todo su potencial para generar incomodidad sostenida.
Conclusión de 'Hysteria'
Hysteria pretende ser un thriller político y psicológico sobre la fragilidad de la verdad y el poder de las acusaciones, pero se queda en el trazo grueso. Tiene ideas interesantes y una puesta en escena efectiva, pero no termina de profundizar en lo que plantea. El resultado es una película con más pretensión que impacto, que lanza preguntas valientes pero ofrece respuestas demasiado evidentes.
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