I Never Cry (Yo nunca lloro) es la nueva película de Piotr Domalewski, director de Silent Night (2017) o Acción Jacinto (2021). I Never Cry (Yo nunca lloro) se estrenó en 2020 en Polonia y llegará el 5 de enerode 2022 a España. Con un mensaje positivo y esperanzador dotado de una gran dosis de humor negro,narra la odisea de una joven con un espíritu adorablemente testarudo para repatriar el cuerpo de su padre, trabajador inmigrante fallecido en accidente laboral en Dublín, y poder darle un entierro digno en su país de origen.
Año: 2020 Duración: 93 min País: Polonia Dirección: Piotr Domalewski Guion: Piotr Domalewski Música: Hania Rani Fotografía: Piotr Sobocinski Jr. Género: Drama Distribución: Reverso Films
I Never Cry (Yo nunca lloro)nos presenta a Ola, que debe viajar a Irlanda para trasladar a Polonia el cuerpo de su padre, muerto en un accidente en la construcción. Lejos de interesarse por él, Ola quiere saber si su padre ahorró el dinero necesario para el coche que le había prometido. Mientras se las apaña para lidiar con la burocracia extranjera utilizando su picardía, comienza a conocer a su padre. Segunda película de su director. (REVERSO FILMS).
En I Never Cry (Yo nunca lloro), la protagonista es Olanka (Zofia Stafiej), Ola, una adolescente que está a punto de cumplir la mayoría de edad. En su casa no hay nada más que problemas, su hermano está enfermo, su madre lo cuida y su padre está en otro país. Y ella digamos que está un poco perdida. Su meta más cercana es sacarse el carné de conducir, ya que su padre le ha prometido pagarle el coche, pero no deja de suspenderlo.
Para ella lo único importante es su coche y fumar. O eso es lo que da a entender. Así que cuando recibe la noticia de que su padre ha muerto, su preocupación está más en quién le va a pagar el coche que en tener que repatriar a su progenitor.
Un viaje que cambia muchas cosas
A pesar de no haber cumplido todavía los 18 años, Olanka se embarca en un viaje a Irlanda para enfrentarse a la burocracia. Va totalmente a ciegas y se tiene que encarar con muchas personas para conseguir resolver el papeleo por el fallecimiento de su padre.
Cuando llega a Dublín, todo son problemas. ¿El principal? Todo cuesta demasiado y ni Olanka ni su madre tienen el dinero disponible para poder repatriar a su padre. La adolescente tiene que seguir los pasos de su padre, primero en su oficina de empleo y después en su trabajo. Igualmente conseguir ese dinero será toda una odisea para nuestra protagonista.
La parte positiva de todo esto es que, intentando solucionar todos los trámites burocráticos, Olanka deja de interesarse tanto por el dinero que su padre estaba ahorrando para su coche y empieza a querer conocer sus hábitos. Pregunta a su jefe y también lo intenta con sus compañeros de piso. Pero no es hasta que conoce a Sara cuando por fin alguien le cuenta cómo era. Cuáles eran sus pensamientos y qué quería. Sara es un personaje clave en I Never Cry (Yo nunca lloro), ya que es un punto de inflexión para Olanka. Ese cambio hace que ella deje de ser la adolescente egoísta que se nos presenta al principio para ser la hija que ha perdido a su padre sin conocerlo.
Secundarios que aportan muchísimo
A parte de la carga emocional que tiene I Never Cry (Yo nunca lloro), otro de los puntos fuertes son los personajes secundarios, sobre todo Arkadiusz Jakubik, que interpreta a quien consigue empleo para los inmigrantes en Irlanda. Tiene diálogos con Olanka lapidarios que te hacen reflexionar muchísimo sobre la realidad que viven estas personas que dejan a la familia atrás. Solo con la intención de hacerles la vida un poco más fácil mandándoles dinero.
Otro personaje que aporta gran peso es el jefe del padre de Olanka (Nigel O'Neill). Puede parecer un tirano, porque es un hombre rudo que aparentemente quiere escurrir toda responsabilidad del accidente en el que ha muerto. Sin embargo, es quien acaba ayudando más a Olanka económicamente hablando para que pueda volver a Polonia con el cuerpo de su padre.
Una película para reflexionar
I Never Cry (Yo nunca lloro) es una película que, si bien tiene un ritmo lento, te acaba atrapando. Es en el último momento, en ese primer plano de Olanka, cuando te das cuenta de todo lo que te quiere contar la película. Tiene una narración pausada a la que asistes atentamente porque acabas empatizando mucho con la protagonista, acabas entendiendo por qué se siente abandonada por su padre y por qué se niega a profundizar en esa relación al no tenerle cerca.
Esta película deja poso, porque estás durante varios días reflexionando sobre la vida de inmigrantes que solo buscan algo mejor para su familia. Pero también te enseña todas las trabas de la burocracia, cómo la sociedad invisibiliza totalmente lo que no le gusta. Instituciones que se limpian las manos ante las desgracias de personas que "no son de aquí". Se te quedan clavados todos los "no puedo", "esto no es de mi competencia", "tienes que dirigirte a otro sitio". Y todo eso sin perder de vista que esas contestaciones se las dan a una adolescente que la única preocupación que tenía era la de sacarse el carné para tener un coche.
Conclusión de 'Yo nunca lloro'
En I Never Cry (Yo nunca lloro) encontramos una película para verla con tranquilidad. Sabiendo que no vamos a encontrar ni escenas de acción ni grandes efectos especiales. Acompañada de una fotografía aparentemente simple pero muy acorde a la trama y una banda sonora que no rompe la narración en ningún punto.
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