El Teatro Bellas Artes acogió dentro de la programación del Festival de Mérida en Madrid, Ifigenia de Silvia Zarco con dirección de Eva Romero. A través de la figura de la princesa de Micenas, el texto explora la situación de la mujer como victima capital en los conflictos bélicos. Ifigenia podrá disfrutarse, tras su paso por Madrid, también los días 15 y 16 de julio de 2025 en el Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida.



Ifigenia obra de teatro

Crítica de la obra de teatro Ifigenia

Ficha Técnica

Título: Ifigenia
Título original: Ifigenia

Reparto:
Juanjo Artero - Agamenón
María Garralón - Hécuba
Beli Ciemfuegos - Clitemnestra
Laura Moreira - Ifigenia
Nuria Cuadrado - Políxena
Alberto Barahona - Ulises
Néstor Rubio - Aquiles
Rubén Lanchazo - Poliméstor / anciano
Maite Vallecillo - Corifeo / esclava troyana

País: España
Duración: 90 min.
Fotografía: Jorge Armestar y Jero Morales
Director de producción: Juan Ant. Mancha
Productora ejecutiva: Maribel Mesón
Dirección: Eva Romero
Texto: Silvia Zarco
Diseño escenografía: Elisa Sanz (AAPEE)
Diseño vestuario: Elisa Sanz (AAPEE) e Igonne Teso (AAPEE)
Música original: Isabel Romero
Diseño iluminación: Rubén Camacho
Caracterización: Juanjo Gragera
Espacio sonoro: José Peña / Félix Valverde
Ayudante de dirección: Pedro Forero
Ayudante de producción: Andrea B. Mesón
Ayudante de regiduría: Raquel Bravo
Ayudante de escenografía: Fran Patrón
Realización de vestuario: Luisi Penco y Lali Moreno
Peluquería y posticería: Gema Galán
Maestro de armas: Gabriel Ferrá
Partitura corporal “Aquiles”: Néstor Rubio
Edición musical: Pablo Brenes
Realización escenografía: Readest montajes – Alfonso Cogollo, José Corchuelo y Pedro Mancha
Montaje y maquinaria: Moisés Méndez

Sinopsis de Ifigenia

La obra de teatro de Ifigenia es la primera muerte violenta de una mujer en la literatura occidental. Agamenón, su padre y jefe del ejército griego, sentencia y clava como una bandera la raíz de la violencia contra niñas y mujeres en el origen de nuestra civilización. Siguiendo el rastro de sangre de Ifigenia llegamos hasta el sacrificio de Políxena, princesa troyana, y el hallazgo nos incendia la rabia en la garganta: La Guerra de Troya terminaba como empezó, inundando el mar de sangre virgen...

Con "Ifigenia" trazamos un mapa desde el kilómetro cero de la violencia contra las mujeres hasta el regreso a casa del ejército perpetrador victorioso. Una obra de nueva creación, tejida a partir de tres tragedias clásicas, por las que transita la épica de la victoria griega en la Guerra de Troya: Ifigenia en Aúlide, Hécuba y Agamenón. Una obra sobre el altísimo coste que tuvieron que pagar las mujeres para que los hombres alcanzaran la gloria.

Hécuba y Clitemnestra, reinas de vencedores y vencidos, madres de las asesinadas, albergan en su vientre una herida salvaje que se abre. La rabia muta en furia lenta. He aquí la transformación de las madres en fieras... Se abre el portón de acero de la venganza... Rasga el silencio el instinto voraz de una bestia atormentada y un grito atronador sediento de sangre asesina. Esta es la historia de las olvidadas y de sus madres condenadas. Es una rosa de sangre entre las manos ensangrentadas.



El precio de la guerra

El ciclo mítico de los Atridas es uno de los pilares de la tragedia griega. Un linaje condenado, manchado por la violencia y la venganza, lleno de personajes torturados y homicidas. Entre ellos, solo Ifigenia brilla con la luz de la inocencia. Su sacrificio ritual a manos de su padre Agamenón simboliza el precio que la guerra exige a sus adeptos.

Silvia Zarco construye el texto en esta obra de teatro sobre el eco que el sacrificio de Ifigenia al principio de la Guerra de Troya tiene con el de Polixena al final de esta. Una, princesa de Micenas; la otra, de Troya. Para las mujeres el bando es indiferente. Hasta aquí el mensaje es incontestable. Mucho más difícil de digerir es la equiparación que Zarco establece entre las dos madres dolientes, Clitemnestra y Hécuba.

Ifigenia teatro

La heroína silenciada

Clitemnestra es indefendible. Su condena inapelable no viene del asesinato de su esposo. El crimen imperdonable es el de matar a Casandra. Casandra, la princesa de Troya, condenada por rechazar a Apolo a conocer el futuro, pero no ser creída. Violada por Áyax, Agamenón la toma como botín de guerra, la mete en su cama, la arranca de su tierra devastada y de su familia y la arrastra a Micenas entre visiones de muerte. Y cuando llega, Clitemnestra la ejecuta. Casandra representa la voz femenina silenciada, la inteligencia ignorada por la brutalidad. Silvia Zarco toma la decisión de sacrificar de nuevo a Casandra para que el maniqueísmo de sus personajes quede claro. Clitemnestra es víctima, pero también es verdugo implacable. En esa ambigüedad radica la potencia y el interés de los personajes clásicos. Aquí no la encontramos.

Ifigenia teatro

Redundancia y desaciertos

Pero no es este el peor de los defectos del texto. Tampoco su falta de altura poética. Es la sobre explicación lo que lastra su fuerza dramática. Ocurre en varias escenas, pero especialmente en el epilogo que ofrece a los espectadores el mensaje deglutido.

Pasamos por alto también incoherencias como ver a Agamenón vestido de Tino Casal escribir (faltan cuatro siglos para que llegue a Grecia la escritura alfabética) una carta (faltan trece siglos para la invención del papel) con un BOLI (faltan treinta y un siglos para que Ladislao Biro le dé el primero al mundo). Las pellizas en la ardiente Micenas. Los brillos. El bojutso. La incomprensible presencia de Odiseo en Micenas.

El trabajo del elenco resulta muy irregular. Néstor Rubio, como Aquiles, sobresale con diferencia por encima del resto, con un carisma que eclipsa a sus compañeros de escena. Los actores jóvenes, Laura Moreira, Nuria Cuadrado, Alberto Barahona, Maite Vallecillo, también resultan en mayor o menor medida solventes. Es sin embargo en los veteranos donde radican los problemas. Vimos equivocaciones, falta de coordinación escénica y unas dificultades de dicción y vocalización inaceptables en el contexto de un festival del prestigio que se le supone al de Mérida.

El exiguo escenario del Bellas Artes desluce las escenas de combate, diseñadas para la amplitud de Mérida. El sonido tampoco estaba adecuadamente ajustado y hacía en ocasiones inaudible la voz de los actores.  El resultado es un espectáculo poco memorable, que opta por sacrificar la potencia del mito en favor de un discurso ramplón y directo, sin interés literario o escénico ni profundidad reflexiva.

Conclusión de 'Ifigenia'

La tragedia griega nos lega un universo de una riqueza insondable, donde la ambigüedad moral y la complejidad de unos personajes llenos de matices desafían al espectador a reflexionar sobre la condición humana. Esta Ifigenia de Silvia Zarco y Eva Romero opta, sin embargo, por la obviedad. El espectáculo queda por debajo de las expectativas tanto de la historia que narra como de un festival de teatro, el de Mérida, que debería ser referente de excelencia.

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María Zapata Clavería
Licenciada en Filología Clásica y Teoría de la Literatura. Profesora de día y teatrera de noche. Entre libros y pelis a tiempo completo.
ifigenia-critica-obra-teatro-estrenoLa tragedia griega nos lega un universo de una riqueza insondable, donde la ambigüedad moral y la complejidad de unos personajes llenos de matices desafían al espectador a reflexionar sobre la condición humana. Esta Ifigenia de Silvia Zarco y Eva Romero opta, sin embargo, por la obviedad. El espectáculo queda por debajo de las expectativas tanto de la historia que narra como de un festival, el de Mérida, que debería ser referente de excelencia.

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