Jone, a veces es la ópera prima de la directora bilbaína Sara Fantova, una película intimista que explora las complejidades familiares, la enfermedad y el amor a través de los ojos de una joven de 20 años llamada Jone. Ambientada en Bilbao durante la Semana Grande de agosto, la trama sigue a Jone mientras navega entre la emoción de su primer amor y la dolorosa realidad de la enfermedad de Parkinson de su padre, que altera la dinámica familiar. Con un enfoque contemplativo y naturalista, Fantova nos presenta una delicada y conmovedora exploración de la juventud, la familia y la aceptación.
Jone, a veces surgida del Laboratorio Ópera Prima de la ESCAC, ha obtenido los premios de mejor película en Atlàntida Mallorca Film Fest, el premio Impulso colectivo del D’A Film Festival, y mención a la mejor dirección en el Festival de Málaga. Estreno el 12 de septiembre de 2025 en salas de cine españolas.
Crítica de 'Jone, a veces'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Jone, a veces
Título original: Jone, Batzuetan
Reparto:
Olaia Aguayo (Jone)
Josean Bengoetxea (Aita)
Ainhoa Artetxe (Olga)
Elorri Arrizabalaga
Adrián Santos (Fantasma)
Año: 2025
Duración: 80 min.
País: España
Director: Sara Fantova
Guion: Sara Fantova, Nuria Dunjó, Nuria Martín Esteban
Fotografía: Andreu Ortoll
Música: Pablo Seijo
Género: Drama. Familia
Distribuidor: Atera Films
Tráiler de 'Jone, a veces'
Sinopsis
Bilbao, verano. Jone (20), vive con su padre y su hermana pequeña Marta. En el marco de las fiestas de La Semana Grande, Jone se enamorará por primera vez. Mientras, en su casa, deberá afrontar las consecuencias de la dolencia que sufre su padre. Ese verano Jone vivirá entre la sensación de inmortalidad que siente con Olga, la chica de la que se enamora, y el miedo a quedarse sola debido a la enfermedad de su padre. (Atera Films)
Dónde se puede ver la película en streaming
Amor y perdida
La trama transita con fluidez entre dos mundos, las calles festivas, llenas de música, luces y euforia, y la intimidad doméstica marcada por la enfermedad y el temor a la soledad. Jone, a veces no se presenta como un drama lacrimógeno, sino como un retrato honesto de la adolescencia tardía, cuando uno empieza a comprender que la vida está hecha tanto de comienzos radiantes como de pérdidas inevitables. El guion, lejos de subrayar lo evidente, se apoya en pequeños gestos, silencios y miradas que comunican más que los diálogos.
Es en esa doble tensión, la ilusión de Jone por descubrir el amor y la certeza dolorosa de la fragilidad paterna, donde la película encuentra su corazón. Un corazón que late con humanidad, sin caer en excesos melodramáticos, y que refleja con acierto esa sensación de vivir un verano que se siente eterno y efímero al mismo tiempo.
La importancia de la familia
La mirada de Sara Fantova es uno de los mayores aciertos del filme, con una sensibilidad cercana al cine de autor europeo, la directora apuesta por una narrativa contenida, más observacional que explícita. La cámara sigue a Jone con cercanía, como si nos invitara a formar parte de su intimidad sin interrumpirla, respetando sus silencios y contradicciones.
Fantova construye Bilbao no solo como un espacio físico, sino como un estado emocional, la ciudad festiva, con su ruido y color, contrasta con los rincones sombríos del hogar donde la enfermedad del padre se hace palpable. Esa contraposición potencia la sensación de que Jone vive a medio camino entre dos mundos, uno que se abre y otro que se apaga lentamente.
La hija y el padre
El reparto aporta veracidad y calidez al relato. Olaya Aguayo, que interpreta a Jone, encarna con solvencia la mezcla de vulnerabilidad y entusiasmo de una joven que descubre el amor en un momento de gran fragilidad familiar. Su relación con Olga está interpretada con naturalidad, sin grandilocuencias, lo que hace que la historia de amor sea creíble y conmovedora.
El padre, interpretado con una contención admirable por Josean Bengoetxea, logra transmitir tanto la dureza de convivir con una enfermedad degenerativa como la ternura hacia sus hijas. No se recrea en el dolor, sino que lo encarna con dignidad, lo que hace que el personaje sea aún más humano.
Luces de fiesta y sombras domésticas
En lo visual, Jone, a veces se construye sobre contrastes muy claros. La fotografía de exteriores, vibrante y luminosa, capta la vitalidad de la Semana Grande de Bilbao, mientras que los interiores familiares se tiñen de tonos apagados, más sombríos, que reflejan la enfermedad y el miedo a la pérdida. Este juego de luces y colores refuerza la dualidad que recorre la trama.
El montaje es pausado, casi contemplativo, lo que permite que los momentos clave tengan espacio para respirar, esta cadencia podría resultar demasiado lenta para quienes busquen un relato más convencional, pero encaja perfectamente con la sensibilidad de la historia.
Conclusión de 'Jone, a veces'
Jone, a veces es un drama íntimo y sincero que aborda con sutileza la adolescencia tardía, el primer amor y el peso de la enfermedad en el seno de una familia. Sara Fantova firma una obra que no busca conmocionar con grandes discursos, sino con pequeñas verdades que se sienten universales.
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