Después de realizar una gira de éxito por varias ciudades españolas, La Celestina llegó el pasado 18 de abril al Teatro Reina Victoria de Madrid. Protagonizada por Anabel Alonso, acompañada por José Saiz, Víctor Sainz, Claudia Taboada, Beatriz Grimaldos y David Huertas, rescata uno de los clásicos imprescindibles de todos los tiempos del teatro español. Eduardo Galán ha sido el encargado de adaptar esta versión, bajo la dirección de Antonio C. Guijosa. Se podrá disfrutar hasta el 16 de junio.
Título: La Celestina Título original: Tragicomedia de Calisto y Melibea
Reparto: José Saiz (Pleberio y Sempronio)
Anabel Alonso (Celestina)
Víctor Sanz (Calisto)
Claudia Taboada (Melibea y Areúsa)
Beatriz Grimaldos (Elicia y Lucrecia)
David Huertas (Pármeno)
Duración: 110 min. apróx. Dirección: Antonio C. Guijosa Versión: Eduardo Galán Autoría original: Fernando De Rojas
Diseño de escenografía: Mónica Teijeiro
Iluminación: José Manuel Guerra
Diseño de vestuario: Mónica Teijeiro
Música original y espacio sonoro: Manuel Solís
Producción ejecutiva: Secuencia 3
Dirección de producción: Luis Galán
Coordinación técnica: Luis García Sánchez
Coordinación de construcción: Luis Bariego
Comunicación y producción: Beatriz Tovar
Ayudante de producción y comunicación: Borja Galán Producción: Secuencia 3, Pentación Espectáculos, Saga Producciones y Teatre Romea
Tráiler de 'La Celestina'
Sinopsis de 'La Celestina'
Anabel Alonso protagoniza La Celestina en una sorprendente adaptación de Eduardo Galán, bajo la dirección del aclamado director Antonio C. Guijosa, donde es el personaje de Celestina quién va narrando tal y como sucedieron los hechos a Pleberio, padre de Melibea.
Calisto, un joven noble apuesto, penetra en la huerta donde se halla Melibea, de quien queda profundamente enamorado. Ante el rechazo de ésta y aconsejado por su criado Sempronio, decide encomendar su cuidado a Celestina, para lograr por medio de ella el amor de Melibea. La alcahueta consigue mediante artimañas que Melibea se enamore de Calisto. Los criados de éste intentan explotar un beneficio propio a la pasión de su amo: que había prometido una cadena de oro a Celestina si le ayudaba a rendir la voluntad de Melibea. Cuando esto sucede, los criados reclaman su parte y ante la negativa de Celestina, la matan. Son apresados y ejecutados por la justicia.
En el último encuentro de Calisto y Melibea, el joven mancebo al saltar la tapia del huerto de Melibea para socorrer a otro de sus criados cae y muere. Lo que lleva al suicidio de Melibea ante la mirada compungida de su padre Pleberio, quien finaliza la tragicomedia con unas reflexiones morales y existencialistas. (TEATRO REINA VICTORIA).
Una mirada desde otra perspectiva
La Tragicomedia de Calisto y Melibea se ha convertido en uno de los clásicos indispensables de la cultura universal. Popularizada bajo el nombre de La Celestina, vuelve a la vida de la mano de Eduardo Galán, quien realiza esta versión. En esta ocasión, se inicia el relato desde una perspectiva en la que se desea dar una nueva reflexión a la figura de la Celestina, mediante la pregunta de quién tiene responsabilidad en los trágicos sucesos que se ven sobre el escenario. Por tanto, mantiene una parte importante del material original, lo que hace que se valore la intención de ser fieles a lo que se muestra en escena. Además, se valora positivamente que sea una adaptación reducida, en pos de dar más ligereza y acción.
Sin embargo, en ese lavado de cara más ligero, se halla también su trampa, dado que se desea dar más aristas al personaje de la Celestina, pero se ahonda más en quitarle esa parte más oscura, para dar un retrato más luminoso, pero sin entrar en muchos detalles. Con lo cual, se plasma a la perfección el torbellino de pasiones, pero se echa en falta las motivaciones, un análisis más profundo ante las razones que llevaron a la famosa alcahueta a actuar de tal forma. A pesar de ello, se comprende y se sigue la pieza de una forma muy accesible para todo tipo de públicos, por lo que, se puede disfrutar sin más pretensión que la del entretenimiento. En este sentido, logra cumplirlo.
Inmensa Anabel Alonso
No se puede negar que uno de los grandes atractivos de La Celestina es Anabel Alonso, quién encabeza este cartel, dando vida al personaje que da nombre a la pieza. Alonso se muestra muy cómoda en este personaje, se puede ver que ha habido un recorrido previo muy satisfactorio y equilibra a la perfección esa comedia popular con los matices maquiavélicos que envuelven a su personaje. De principio a fin, su entrega es máxima, por lo que, los espectadores asisten a una interpretación de grandes vuelos que deja embelesados a los espectadores. Sin duda, es uno de los mejores trabajos sobre las tablas, destacando especialmente el trágico suceso que envuelve el destino de su personaje. Magnífica.
José Saiz muestra una dicotomía interesante en su desdoblamiento sobre las tablas. Por un lado, tiene ese aire de fuerza, mientras que en el groso de la obra sabe utilizar el humor a su favor. No obstante, hay momentos en los que se queda algo a medio gas en su desempeño, no aprovechando todas las oportunidades que tiene para brillar. Víctor Sainz ofrece un Calisto risueño, alocado, fresco, dando ese punto de luminosidad. Únicamente, hay escenas en las que se encuentra algo fuera, no logra llegar a la naturalidad demandada. Por su lado, Claudia Taboada triunfa como Areúsa, se mantiene más comedida en Melibea y ahí es donde debería dejar explotar su papel. Aun así, en conjunto, resuelve notablemente. Beatriz Grimaldos está excelente, un trabajo lleno de matices, de visceralidad, es una delicia verla en escena. Por último, David Huertas pone la guinda al pastel con una actuación solvente.
Las cárceles de los corazones rotos
Uno de los puntos más complicados a la hora de adaptar clásicos es saber hacia qué estilo presentar la propuesta en escena y hasta qué punto encaja con la personalidad del texto original. En esta versión de La Celestina, se puede ver una construcción escenográfica que, de primeras, impresiona, una mezcla de cárceles, de hierros. Los cambios de escena y de atmósfera se producen de forma espacial, pero no sucede tanto en la energía que desprenden, hay una cierta desconexión entre los distintos aspectos artísticos. Pese a ello, hay escenas con gran fuerza, como el contraste entre el final de Celestina y la situación de los enamorados, poéticamente efectiva. Asimismo, el diseño de luces muy bien planteado, sobre todo en su selección de colores.
El diseño de vestuario goza de un buen acabado, dando a cada personaje su personalidad y poniendo especial énfasis en Celestina, la cual destaca con el diseño más potente. Con respecto al ritmo, no se presentan momentos de flaqueza, hay un dinamismo constante que hace que se siga la acción sin problema, lo único que podría mejorar es tener más momentos de mayor sentimiento, puntos cumbres que rompan con la linealidad. Por otro lado, el espacio sonoro y la música no siempre encajan de una manera orgánica, lo que hace que se dificulte una mayor cohesión. En resumen, un montaje con puntos fuertes, bien explotados, pero donde aún se puede crecer más.
Conclusión
La Celestina presenta la visión de la alcahueta, mediante una adaptación más ligera con respecto al material original. El libreto ha seguido una versión que plantea un buen punto de partida, llegando a disfrutarse de la esencia primigenia del texto, pero donde se echa en falta más profundidad, más matices. Por otra parte, Anabel Alonso está inmensa, una actuación muy potente, junto a una Beatriz Grimaldos espléndida, ambas y su trabajo son uno de los mejores aspectos de la pieza. Después, a nivel artístico y técnico, se aplaude el diseño de escenografía y el vestuario, siendo menos lúcido el diseño de sonido y la cohesión entre los distintos aspectos. Una vuelta a la vida de la famosa alcahueta, que logra captar a la audiencia por las distintas bazas utilizadas a su favor.
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