El 30 de enero de 2026 se estrenará en salas de cine españolas La chica zurda, dirigida por la taiwanesa Shih-Ching Tsou que tuvo su estreno mundial en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes y su estreno nacional en la Sección Oficial de la Seminci 2025. El oscarizado Sean Baker (Anora) ha coescrito, editado y coproducido la película, que además representará a Taiwán en los próximos Premios Óscar de la Academia de Hollywood.
Crítica de 'La chica zurda'
Resumen
Ficha Técnica
Título: La chica zurda
Título original: Left-Handed Girl
Reparto:
Janel Tsai (Blaire Chang)
Nina Ye (I-Jing)
Shi-Yuan Ma (I-Ann)
Blaire Chang (Xue-Mei Wu)
Huang Teng-Hui (Johnny)
Akio Chen (Wen-Xong Chen)
Xin-Yan Chao (Xue-Mei Wu)
Año: 2025
Duración: 108 min.
País: Taiwán
Director: Shih-Ching Tsou
Guion: Sean Baker, Shih-Ching Tsou
Fotografía: Ko-Chin Chen, Tzu-Hao Kao
Música:
Género: Comedia dramática
Distribuidor: Avalon Distribución Audiovisual / Filmin
Tráiler de 'La chica zurda'
Sinopsis
La cinta es una comedia dramática que sigue a una madre soltera y a sus dos hijas en su llegada a Taipéi, donde abren un sencillo puesto de fideos en un bullicioso mercado nocturno de la capital taiwanesa. Cada una de ellas deberá encontrar una manera de adaptarse a esta nueva vida sin que ello afecte a la unidad familiar. (Avalon Distribución Audiovisual)
Dónde se puede ver la película en streaming
Familia e identidad
La chica zurda es un drama familiar que se mueve en el terreno de lo íntimo y lo cotidiano, pero que esconde bajo su aparente sencillez un retrato profundo sobre la identidad, la herencia cultural y las heridas que se transmiten de generación en generación.
La narración avanza sin estridencias, apoyándose en gestos mínimos y escenas aparentemente triviales que van acumulando peso emocional. No hay grandes explosiones dramáticas, pero sí una sensación constante de tensión contenida, como si la familia estuviera siempre a punto de romperse o de redefinirse por completo.
La delicadeza de lo no dicho
Shih-Ching Tsou dirige con una sensibilidad notable, apostando por una puesta en escena que privilegia la observación antes que el juicio. Su cámara se sitúa a la altura de los personajes, acompañándolos en su rutina diaria, dejando que los conflictos emerjan de forma orgánica. Hay una clara voluntad de respeto hacia las emociones, incluso cuando estas resultan incómodas o contradictorias.
La directora demuestra una gran habilidad para retratar las dinámicas familiares sin subrayados innecesarios. La figura del abuelo, por ejemplo, nunca es convertida en villano absoluto, su rigidez nace de una tradición interiorizada, no de la crueldad consciente, esta ambigüedad enriquece la película y evita el maniqueísmo.
Tres generaciones, un mismo silencio
Las interpretaciones son uno de los pilares de La chica zurda. La madre transmite agotamiento, dignidad y una tristeza silenciosa que se filtra en cada gesto. Sus hijas aportan dos miradas distintas sobre el conflicto, una más adaptativa, otra más rebelde, pero ambas marcadas por la necesidad de ser aceptadas.
Ellas destacan especialmente por su naturalidad, su desconcierto ante la prohibición, su vergüenza incipiente y su deseo de entender por qué algo tan suyo está mal visto resultan profundamente conmovedores.
El mercado como latido vital
La fotografía aprovecha el entorno urbano de Taipéi con inteligencia. El mercado nocturno es un espacio vivo, colorido, caótico, que contrasta con la intimidad de los interiores familiares. Este choque visual refuerza el conflicto entre supervivencia económica y estabilidad emocional.
El sonido ambiente, los ruidos del mercado y la cercanía de los cuerpos construyen una atmósfera auténtica. El montaje es preciso y respetuoso con los tiempos emocionales, y la música aparece de forma discreta, sin imponer una lectura sentimental.
Conclusión de 'La chica zurda'
La chica zurda es un drama sutil, honesto y profundamente humano, que habla de la identidad desde lo pequeño para llegar a lo universal. Su gran virtud es no imponer respuestas, sino plantear preguntas, ¿qué parte de nosotros estamos dispuestos a ocultar para encajar?, ¿cuánto daño pueden hacer las tradiciones cuando se convierten en dogma?
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