Hablar de Sarah Bernhardt es evocar a una de las figuras más deslumbrantes y controvertidas del teatro universal, un mito que trascendió los escenarios para convertirse en leyenda. Con La divina Sarah Bernhardt, Guillaume Nicloux se adentra en la vida y el aura de esta artista irrepetible, buscando retratar no solo a la actriz que revolucionó la escena en el siglo XIX, sino también a la mujer que vivió entre excesos, contradicciones y un magnetismo imposible de encasillar. La película no pretende reconstruir un simple biopic, sino acercarse al mito con una mirada íntima y evocadora. Estreno el 3 de octubre de 2025 en salas de cine españolas.



La divina Sarah Bernhardt

Crítica de 'La divina Sarah Bernhardt'

Ficha Técnica

Título: La divina Sarah Bernhardt
Título original: Sarah Bernhardt, la divine

Reparto:
Sandrine Kiberlain (Sarah Bernhardt)
Laurent Lafitte (Lucien Guitry)
Amira Casar (Louise Abbéma)
Pauline Etienne (Suzanne)
Mathilde Ollivier (Charlotte Lysès)
Laurent Stocker (Pitou)

Año: 2024
Duración: 98 min.
País: Francia
Director: Guillaume Nicloux
Guion: Nathalie Leuthreau, Guillaume Nicloux
Fotografía: Yves Cape
Música: Reynaldo Hahn
Género: Drama. Romance
Distribuidor: VerCine

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IMDB

Tráiler de 'La divina Sarah Bernhardt'

Sinopsis

La Divina Sarah Bernhardt narra la historia de una mujer que vivió múltiples vidas, donde el amor y el teatro importaban más que nada. La personalidad de Sarah, su genio artístico, sus amoríos y los acontecimientos que marcaron su vida fueron ricos y consistentemente extraordinarios. No sólo fue una actriz inmensamente trágica con un magnetismo poco común, sino también una mujer adelantada a su tiempo. Libre y decidida, expresó audazmente sus puntos de vista políticos y feministas, a menudo en contra de la opinión de la mayoría. (VerCine)

Dónde se puede ver la película en streaming



El mito y el espejo

La divina Sarah Bernhardt juega deliberadamente en el límite entre lo biográfico y lo imaginario, entre la reconstrucción histórica y la mitificación, esa mezcla es sugerente, pero también irregular. La trama avanza con elegancia pictórica, alternando recuerdos, escenas teatrales, momentos introspectivos y pasajes que coquetean con la fantasía, casi como si la propia Sarah narrara su vida desde un escenario invisible.

El problema es que La divina Sarah Bernhardt confía más en su aura que en su pulso narrativo, la historia de amor no se explora con toda la profundidad emocional que promete el planteamiento. Se insinúa más de lo que se desarrolla, y aunque la figura de Bernhardt fascina per se, el relato se queda a medio camino entre homenaje poético y biopic estilizado.

Ambición sin constancia 

Guillaume Nicloux opta por una puesta en escena respetuosa, casi reverencial, hacia la figura de Bernhardt. No se trata de contar su vida paso a paso, sino de captar su espíritu, excéntrica, moderna, caprichosa, brillante, teatral incluso fuera del escenario, esa intención es clara, pero el enfoque se vuelve a veces contemplativo en exceso.

Hay momentos donde la narrativa se diluye, como si la película se enamorara tanto de su personaje que se olvidara de contar algo sólido sobre él. La fantasía como recurso funciona en algunos fragmentos, pero en otros rompe el ritmo o queda como un artificio bonito sin peso emocional.

Una protagonista que sostiene el escenario

Interpretar a Sarah Bernhardt no es tarea menor, fue una diva absoluta, un icono mediático antes de que existiera el concepto, una mujer adelantada a su tiempo en libertad, ego, deseo y autodeterminación. Sandrine Kiberlain que la encarna logra transmitir esa mezcla de grandeza y vulnerabilidad, con una presencia que domina cada escena.

Su trabajo es magnético en lo gestual, en la voz y en esa teatralidad natural que exige el personaje, sin embargo, el guion no le da siempre el material necesario para desplegar toda esa complejidad. Hay escenas donde brilla, y otras donde parece atrapada en el molde de la leyenda recordándose a sí misma.

Estética de época

Uno de los grandes aciertos es la recreación del universo visual de principios del siglo XX, vestuario, decorados, maquillaje y ambientación transmiten con finura ese mundo a medio camino entre el teatro clásico y el cine naciente. Hay planos que parecen cuadros congelados, con luces suaves, texturas delicadas y un aire casi fantasmal.

La fotografía de La divina Sarah Bernhardt apuesta por una mezcla entre lo realista y lo onírico, lo que encaja con la idea de memoria dramatizada. Sin embargo, esa belleza no siempre se convierte en emoción, a veces se siente como un telón precioso con poca carne detrás.

Conclusión de 'La divina Sarah Bernhardt'

Hay calidad, hay intención artística, hay momentos interesantes, pero el conjunto no termina de enamorar. Todo funciona, pero casi nada deslumbra. La divina Sarah Bernhardt fascina por su protagonista más que por su forma de contarla. Es una obra agradable, elegante y con momentos de encanto, pero que se queda en retrato bonito más que en relato vibrante, como un telón bien iluminado, sin la ovación final que debería coronarlo.

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