La flor del Burití es la segunda película dirigida por el tándem Joao Salaviza y Renée Nader Messora, siendo ambos largometrajes estudios etnográficos y antropológicos del territorio indígena Krahó en la Amazonía brasileña. Coproducción brasileña y portuguesa, premiada en el Festival de Cannes 2023 en la sección Un Certain Regard al Mejor reparto, y que se ha presentado en la Sección Oficial de Largometrajes del 49 Festival de Huelva de Cine Iberoamericano.
Crítica de 'La flor del Burití'
Resumen
Ficha Técnica
Título: The buriti flower
Título original: Crowrã / Crowrã (A Flor do Buriti) / La fleur de buriti
Reparto:
Francisco Hyjno Kraho (Hyjnõ)
Ilda Patpro Kraho (Patpro)
Luzia Cruwakwyj Kraho (Crowrãkwyj)
Solane Tehtikwyj Kraho (Jotàt)
Raene Koto Kraho (Kôtô)
Debora Sodre (Debora)
Año: 2023
Duración: 123 min.
País: Brasil
Director: João Salaviza, Renée Nader Messora
Guion: Henrique Ihjac Kraho, Renée Nader Messora, João Salaviza
Fotografía: Renée Nader Messora
Música:
Género: Drama. Vida rural
Distribuidor: Reverso Films
Tráiler de 'La flor del Burití'
Sinopsis
A través de los ojos de su hija, Patpro pasará por tres períodos de la historia de su pueblo indígena, en el corazón de la selva brasileña. Perseguidos incansablemente, pero guiados por sus ritos ancestrales, su amor por la naturaleza y su lucha por preservar su libertad, los Krahô nunca dejan de inventar nuevas formas de resistencia.
Dónde se puede ver la película en streaming
En el territorio amazónico de Krahó
La flor del Burití es la nueva película del director brasileño Joao Salaviza, codirigida con Renée Nader Messora. Anteriormente también con ella dirigieron en 2018 la película Los muertos y los demás que recibió el Premio Especial del Jurado Una Cierta Mirada en el Festival de Cannes. Ahora tras ser premiada en el Festival de Cannes su última película, compite en la Sección Oficial de Largometrajes del 49 Festival de Huelva de Cine Iberoamericano. Éste nuevo largometraje aborda la difícil vida diaria del grupo indígena de los Krahó en plena selva brasileña, bajo las amenazas expansionistas de los ganaderos cupés que quieren apropiarse de sus tierras.
Los guionistas Henrique Ihjac Kraho, Renée Nader Messora y João Salaviza presentan la trama desde la visión de una niña indígena, Patpro, que vive con su familia la precariedad de muy duras condiciones de vida. Gran parte de La flor del Burití está dedicada a mostrar el día a día de la tribu, con sus actividades cotidianas y sus relaciones familiares. También se da buena cuenta de sus simbólicos ritos ancestrales donde muestran su gran amor y unión a la Naturaleza, que respetan y cuidan, mientras viven en su preciada libertad.
La gran fotografía naturalista nos envuelve en la densa y fructífera selva amazónica, hasta fundirnos a medida que pasa el tiempo. Los sonidos de los guacamayos y otros animales de la Amazonía complementan nuestra inmersión sensorial.
La lucha continua por mantener su identidad y territorio
Los diálogos están en la lengua natal del grupo indígena, en ocasiones algunos de sus miembros hablan en brasileño con personas del exterior a su comunidad. Lo más interesante de La flor del Burití es especialmente la narración de su lucha diaria para mantenerse libres frente a las amenazas externas. Esto pasa a constituir el núcleo de la gran segunda parte de la película. Entonces los miembros de la comunidad sintiéndose en peligro se reúnen para decidir qué medidas tomar para preservar su existencia.
El director Joao Salaviza es un gran conocedor de ésta comunidad pues viviendo entre Portugal y Brasil, pasa largas temporadas con el pueblo indígena Krahó, con el que ya se relacionó para su primera película, “Los muertos y los demás”. Los actores y actrices no son profesionales adultos y niños que son personas integrantes de los Krahó. Sus personajes más destacados son además de la mencionada protagonista principal Patpro (Ilda Patpro Kraho), Hyjnó (Francisco Hyjno Kraho), Crowrãkwyj (Luzia Cruwakwyj Kraho), Jotàt (Solane Tehtikwyj Kraho), Kótó (Raene Kôtô Krahô) y Debora (Debora Sodre).
La flor del Burití ha sido rodada en quince meses en cuatro aldeas diferentes del territorio indígena de Kraholándia, donde tras una masacre en la década de 1940 continúan tratando de preservar sus tierras antes las frecuentes amenazas de echarles de ellas.
La transmisión generacional del Krahó
La flor del Burití está rodado a modo de falso documental, siendo un híbrido entre el reportaje y la recreación detallada de las luchas contra los cupés, los no indígenas. La flor de buriti, hace referencia a un tipo de palmera moriche, muy fértil que alcanza más de diez metros de altura. Es nombrada en el canto ritual con que empieza la película y simboliza el culto de la comunidad al Krahó, según la apreciación etnográfica de los directores del largometraje.
La película se desarrolla en torno al Krahô, parte pequeña de la Gran Amazonía, que desde hace muchas décadas está desforestándose y reduciéndose. Para evitarlo los esfuerzos de la FUNIA e iniciativas como la del fotógrafo brasileño Sebastián Salgao tratando de frenar y concienciar al mundo.
La flor del Burití es un grito de socorro de una de las muchas comunidades indígenas en peligro de extinción o cuando menos de ser echadas de sus territorios naturales donde viven desde hace siglos.
El gran pulmón natural que es la Amazonía, como también lo es el Ártico, está siendo muy vulnerable a la destrucción ambiental. Muerte y vida están unidas, a nivel individual como mostraba su anterior película y ahora a nivel de la comunidad, por lo que ambas películas están relacionadas. Muestra la gran identificación con el territorio natural de los niños y mayores de la comunidad Krahó. La continuidad de su cultura está simbolizada por la transmisión ritual de la vida entre generaciones a través del parto.
Conclusión de 'La flor del Burití'
La flor del Burití es un gran documento etnográfico que muestra la larga lucha de la comunidad Krahó, manteniendo su identidad y libertad cultural en su territorio en plena selva de la Amazonía brasileña.
A lo largo de sus dos horas conocemos su cultura, rituales y esfuerzo por ser autosuficientes y libres en su paraíso terrenal, lejos de los cupés, no indígenas, que amenazan su equilibrio natural La segunda película de Joao Salaviza y Renée Nader Messora se centra en la cultura comunitaria, como en su anterior película hablaron de la identidad individual del indígena Krahó.
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