La ECAM recientemente ha realizado una muestra de los trabajos de final de curso de sus alumnos, como suele ser tradición dentro de la escuela de cine madrileña. Hoy analizaré uno de estos proyectos, al que no podemos denominar un mero ejercicio de estilo, se trata de La gallinita ciega, de Víctor Luiz Riona ('La gran princesa') un cortometraje que si tienen el gusto de visionarlo, no les dejará para nada indiferentes. Puedes leer AQUÍ la entrevista realizada por mí a Víctor Luiz Riona.
Crítica de 'La gallinita ciega'
Resumen
Ficha Técnica
Título: La gallinita ciega
Título original: La gallinita ciega
Reparto:
Mónica Mayen (Mónica)
Homero Rodríguez-Soriano (Miguel)
Aimar Miranda (Samuel)
Nerea Palacios (Alba)
Txema Arribas (Maestro)
Año: 2019
Duración: 15 min
País: España
Director: Víctor Luiz Riona
Guion: Belén Sevillano & Aida Jerez Tarifa
Fotografía: Eva Mackey & Mike Macías
Música: Martín Jiménez Sánchez
Género: Drama
Productora: ECAM
Sinopsis
¿Qué pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley sino bajo la gracia? En ninguna manera - Romanos 6:22
¿Pecará Mónica (Mónica Mayén)? Porque no comprende que únicamente a través de la fe en el grupo, la curación de su hijo Samuel (Aimar Miranda), surtirá efecto. Luiz Riona no esconde de donde proviene su tratamiento del texto de La gallinita ciega, ni mucho menos.
Pudiendo haber realizado lo obvio, una desmedida crítica social contra estas mala praxis de las sectas, entroncando su film con otros conocidos, abordados desde el género de terror como 'El hombre de mimbre', de Robin Hardy (1973), o la actual, 'Midsommar', de Ari Aster (2019); Luiz Riona opta por ir por otros lares menos conocidos para el público medio.
Porque este enfoque lo precisa, el conflicto de esta madre no es solo el querer salvar a su hijo de la muerte, sino que teme pecar por falta de fe. El dogma establecido en el hogar, representado por su marido, Miguel (Homero Rodríguez), así como por el grupo al que pertenecen, imposibilita, a través de una subversión actitudinal y de una marcada manipulación psicológica, el que Mónica se salga de la tangente establecida.
Abraham construyó un altar y puso leña - Génesis 22:9
En La gallinita ciega, deberíamos sustituir la cama por el altar, y la leña por la extraña sustancia que Miguel intenta que Samuel tome. Porque no hay en ningún momento alusión alguna de mención religiosa a este grupo, sino que se trata de un colectivo asociado a creencias de carácter secular, se menciona la figura de un Maestro, pero no hay una identificación de él con Dios. Es evidente que Miguel considera que este ente lo está poniendo a prueba. Como Freddie Quell (Joaquín Phoenix) es puesto a prueba por Lancaster Dodd (Philip Seymour Hoffman) en 'The Master', de Paul Thomas Anderson (2012), para poder preservar su permanencia en el grupo.
La prueba del padre está referida al mundo terrenal, mientras que la de la madre, está dentro del mundo de lo abstracto, de las ideas. Miguel no quiere caer en el sacrilegio que supondría arrastrar a su hijo fuera de la naturaleza, a la denostada civilización que desprecian, para que la ciencia humana y sacrílega, restablezca a su primogénito.
En este sentido, el cortometraje está estrechamente relacionado con 'Dies Irae', de Carl Theodor Dreyer (1943), donde la fe justifica el desconocimiento de virtudes más allá de lo dictado por el dogma: de ahí la quema de brujas. El aspecto formal y compositivo, también toma mucho, o intenta aproximarse a la esencia del film de Dreyer.
Lo que refiere al tema del sacrificio del hijo por alcanzar un objetivo superior, el bienestar común del grupo, enlaza con la preocupación vital del protagonista de 'Sacrificio', de Andrei Tarkovsky (1986), tanto en su marco narrativo de hogar retirado en el campo, como en parte de su contenido, así como la gama cromática de la fotografía.
Conclusión de 'La gallinita ciega'
La gallinita ciega no es un mero ejercicio visual que busca regodearse en la estilización de lo trascendente, que ya mencioné en su momento referida a la tesis de Paul Schrader. Es una obra de una madurez y un magnetismo visual que sorprende con cada uno de sus planos, fruto de una puesta en cámara clásica y estática, en la línea del quehacer de Yasujiro Ozu. Comparte también un momento de maravillosa expresión del deseo a un plano tangible, cuando Mónica contempla una milagrosa recuperación de Samuel, casi propia de 'Los Gritos y Susurros' de Ingmar Bergman (1972). En definitiva, un cortometraje austero, potente, complejo en sus formas y contenido, que muestra solo pequeños retazos de un gran cineasta que está por llegar.