La modista húngara, película dirigida por Iveta Grofova, seleccionada en la sección Cifras del Atlántida Mallorca Film Fest 2025 (del 27 de julio al 27 de agosto en Filmin). En la Eslovaquia ocupada por los nazis, una modista húngara arriesga su vida para esconder a un niño judío de las garras del fascismo. Un drama de época sobrecogedor que te dejará sin aliento.
Crítica de 'La modista húngara'
Resumen
Ficha Técnica
Título: La modista húngara
Título original: Ema a smrtihlav
Reparto:
Alexandra Borbély (Marika)
Nico Klimek (Simon)
Milan Ondrík (Capitán Dusan)
Alexander E. Fennon (Heinz Lepke)
Dénes Ujlaky (Sándorfi, suegro de Marika)
Florentín Groll (Mr. Kramer)
Éva Bandor (Agnes)
Ján Mistrík (Jozko Báci)
László Mátray (Guardia Janko)
Lili Monori (La suegra de Marika)
János Derzsi (Németh)
Piroska Molnár (Márta)
Año: 2024
Duración: 129 min.
País: Eslovaquia
Director: Iveta Grofova
Guion: Iveta Grofova, Peter Kristúfek. Novela: Peter Kristúfek
Fotografía: Martín Strba
Música: Matej Hlaváč
Género: Drama
Distribuidor:
Tráiler de 'La modista húngara'
Sinopsis
Años 40. El Estado eslovaco vive un auge del nacionalismo y no es un buen momento para las minorías. El ambiente social turbulento también afecta a la Marika, una modista húngara viuda. Ante el creciente sentimiento antihúngaro, se encierra en sí misma, sobre todo porque también acoge a un niño judío. (Filmin)
Costuras bajo vigilancia
El guion de La modista húngara se centra en los días tensos y claustrofóbicos de una decisión, y en cómo su vida se complica cuando dos hombres se interesan en la protagonista. Un oficial nazi alemán, con modales inquietantemente amables, y un capitán de la guardia eslovaca, cuya presencia sugiere tanto amenaza como control disfrazado de interés.
La trama avanza con ritmo lento, pero tenso, no hay grandes sobresaltos, pero sí una constante sensación de peligro latente, como si cada escena pudiese terminar en una redada o una traición. El guion, sin ser brillante, es eficaz al centrarse en lo esencial, el miedo, la ética, la dignidad, y la fragilidad del anonimato en tiempos extremos.
La guerra desde el silencio
Iveta Grofová firma una dirección contenida, elegante y profundamente respetuosa con sus personajes. No recurre al dramatismo fácil ni a los tópicos del cine de guerra, al contrario, construye el conflicto desde dentro, desde las miradas, desde los espacios cerrados, desde la rutina de una mujer que cose mientras escucha disparos a lo lejos.
Hay algo profundamente honesto en esa elección, que conecta con una tradición de cine europeo comprometido con las pequeñas historias dentro de las grandes tragedias.
Dignidad en primer plano
Alexandra Borbély sostiene toda la película con una interpretación medida, sin gestos de más, pero llena de matices. Marika no es heroína en el sentido clásico, sino una mujer corriente arrastrada a una situación que la obliga a tomar decisiones extraordinarias. Esa contención emocional, ese miedo que no se verbaliza pero se respira, es uno de los grandes aciertos de La modista húngara.
Los dos personajes masculinos que orbitan a su alrededor están bien resueltos, sobre todo el oficial nazi, cuya cortesía formal es una amenaza en sí misma. No hay caricaturas ni buenos absolutos, todos los personajes viven en un gris moral que hace más creíble el relato.
Envoltorio sobrio
La modista húngara apuesta por una estética austera y funcional, que encaja perfectamente con su tono. La fotografía es fría pero no deshumanizada, con una paleta de colores apagados que refuerzan la sensación de encierro, miedo y resignación. Los interiores están meticulosamente cuidados, telas, muebles, máquinas de coser, todo parece haber sido elegido con la intención de contar la historia también desde el decorado.
Conclusión de 'La modista húngara'
La modista húngara es un ejemplo de cómo el cine histórico puede prescindir de los fuegos artificiales para centrarse en lo esencial, los dilemas morales, la empatía, el peso de las decisiones silenciosas. Iveta Grofova ha hecho una película sobria, pero sólida, que se queda en la memoria por su humanidad más que por su grandilocuencia.
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