En 2027 se cumplirán sesenta años de la publicación de La mujer rota, de Simone de Beauvoir, un libro recopilatorio que reunía tres historias fundamentales dentro de su obra. Este 2025, la directora Heidi Steinhardt revive la pieza en un montaje protagonizado por Anabel Alonso, quien se pone en la piel de esta mujer marcada por el dolor y la soledad. Producida por LAZONA, la función se estrenó el pasado 8 de octubre en el Teatro Infanta Isabel y puede verse de martes a domingo a las 19:00 horas.
Título: La mujer rota Título original: La Femme rompue
Reparto: Anabel Alonso
Duración: 90 min. apróx. Dirección: Heidi Steinhardt Autoría original: Simone de Beauvoir Ayudante de dirección: Ana Barceló y Manuel de Durán
Escenografía y vestuario: Alessio Meloni
Diseño de iluminación: Rodrigo Ortega
Composición musical: Mariano Marín
Producción ejecutiva: Jair Souza- Ferreira
Diseño gráfico: Javier Naval
Distribución: Julio Municio
Dirección de producción: Miguel Cuerdo
Producción: Elisa Fernández, Jair Souza-Ferreira y Marta Gabaldón
Marketing y distribución: Julio Municio
Responsable de narrativas: Antonio Solís
Administración: Rocío Rifé
Contabilidad: Vanesa Murillo
Dirección financiera: Merche Herranz
Director de producción: Miguel Cuerdo Producción: LAZONA
Tráiler de 'La mujer rota'
Sinopsis de 'La mujer rota'
La mujer rota se ambienta en Nochevieja. Murielle está en su casa, sola. Los ruidos de la calle y los gritos de sus vecinos celebrando le impiden conciliar el sueño. En esa vigilia, los recuerdos se enfrentan a un presente desolador y a un futuro aún menos prometedor. Lo perdido, lo arrebatado, el fracaso y la soledad la han dejado fuera de juego, deambulando en un limbo donde todavía se debate entre la supervivencia y la muerte. Su verdadera tragedia—que también es comedia—ha hecho trizas su autoestima como mujer, como esposa, como madre y como hija. (LAZONA).
Foto de Javier Naval
Las entrañas se pudren
Simone de Beauvoir es una de las personalidades más influyentes de Francia, gracias a su labor como filósofa, escritora y ensayista. En 1967 publicó La mujer rota, una colección de tres cuentos que sirve de base para este montaje dirigido por Heidi Steinhardt. El texto posee una fuerza intrínseca que se percibe desde el primer minuto, por lo que no resulta extraño que se haya optado por este título frente a otros de la francesa. El dolor se convierte en el principal vertebrador de la dramaturgia, exponiendo los distintos episodios traumáticos de la protagonista y de su entorno. En este sentido, hay varios momentos desgarradores que permiten al espectador conectar y empatizar con la gran carga emocional por la que transita.
Algunos pasajes transcurren con una naturalidad orgánica, lo que permite un desarrollo más profundo sobre el papel de esta mujer y los aprendizajes que extrae de sus propias vivencias. Se refleja, además, la amargura de la desgracia, planteando cómo se consume una persona ante la dificultad de sobreponerse. No obstante, el paso del tiempo del texto se hace visible en ciertos soliloquios, que pueden sonar algo arcaicos incluso teniendo en cuenta su contexto original. La combinación de los tres relatos logra una sinergia lo suficiente plausible para que se vea una cohesión, pero no está completamente bien unificada. Por lo que, se ve una cierta fragmentación entre ellos.
Foto de Javier Naval
La soledad de la pesadumbre
Anabel Alonso es el principal reclamo de La mujer rota. La actriz se transforma en esta figura acuciada por el dolor, el desencanto, la depresión, la culpa y la necesidad de ser vista. Su carácter fuerte se hace patente desde su primera aparición en el escenario, aprovechando todos los golpes de efectos que puede extraer de la pieza. También cabe destacar su versatilidad vocal y gestual, especialmente en el manejo de los acentos y en la diferenciación de los personajes que exorciza, aportando dinamismo y ritmo al montaje. Su expresividad, su movimiento y su capacidad de llenar el escenario hacen que su interpretación sea de los aspectos más sobresalientes de esta adaptación.
La escenografía cuenta con un componente dramático muy acertado, con una selección cromática que transmite frialdad y refuerza la identidad artística de la desolación emocional del texto. Por tanto, a nivel visual, el montaje capta la identidad que se desea profesar en un título de estas características. El diseño de iluminación es otro de los aspectos que tienen un resultado óptimo, capturando los diferentes momentos y matices por los que transcurren la obra. Por último, mencionar el ritmo, el cual se gesta desde una calma que va explotando con los diferentes arranques de la protagonista, logra que el público quede atento ante lo que se ve en escena. En su conjunto, una pieza notable.
Foto de Javier Naval
Conclusión
La mujer rota revive las palabras de Simone de Beauvoir, en una dramaturgia poderosa sostenida por el dolor, la desesperanza y el desgarro emocional. El texto conserva una profundidad interesante y una honestidad que hacen que sobreviva al tiempo, aunque su estructura podría cohesionarse mejor. Anabel Alonso es un monstruo escénico y así lo demuestra. Potencia, calidad interpretativa y se deja la piel en cada momento de la pieza. Un motivo para ir a ver la obra. La puesta en escena destaca por una escenografía muy bien planteada artísticamente y con un diseño de iluminación delicado y óptimo. Una protagonista al borde del abismo, envuelta en la desazón de la vida, que triunfa por la fuerza de su intérprete.
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