El Teatro Fernán Gómez Centro Cultural de la Villa apuesta por La señorita de Trevélez como su primera propuesta en esta nueva etapa del conocido espacio teatral madrileño. Considerada la obra maestra de Carlos Arniches, se estrenó en 1916, y ha seguido manteniéndose como una pieza insignia de las artes escénicas. Juan Carlos Pérez de la Fuente se ha encargado de dirigir esta versión, escrita por Ignacio García May. Se representará hasta el 20 de abril en el Teatro Fernán Gómez.
Título: La señorita de Trevélez Título original: La señorita de Trevélez
Reparto: Daniel Albaladejo (Don Gonzalo de Trevélez + Don Gonzalo de Ulloa)
Marta Arteta (Conchita + La espectadora de al lado)
Críspulo Cabezas (Tito Guiloya + Don Luis)
Daniel Diges (Numeriano Galán + Don Juan)
Óscar Hernández (Peña)
José Ramón Iglesias (Don Marcelino)
Edgar López (Lacasa + voz de Ciutti)
Noelia Marló (Soledad)
Silvia de Pé (Flora de Trevélez)
Julia Piera (Maruja + Una espectadora)
Rodrigo Sáenz de Heredia (Señor Menéndez)
Natán Segado (Manchón)
Juan de Vera (Torrija + Regidor)
Duración: 130 min. apróx. Dirección: Juan Carlos Pérez de la Fuente Versión: Ignacio García May Autor: Carlos Arniches
Diseño de escenografía: Ana Garay
Vestuario y figurines: Almudena Rodríguez Huertas
Diseño de iluminación: José Manuel Guerra
Espacio sonoro: Ignacio García
Movimiento escénico: Guillermo Weickert
Maestro de esgrima: Jesús Esperanza
Ayte. de dirección: José Luis Sixto
Ayudante. de escenografía: Isi Ponce
Ayte. de vestuario: Pablo Alcándara
Diseño y Realización de maquillaje: Elvira García para LKM
Maestro de billar: José María García Luna
Tocados: Mélida Molina ( Vanvará) Producción: Fernán Gómez. Centro Cultural de la Villa en colaboración con Producciones Teatrales Contemporáneas
Saludos de 'La señorita de Trevélez'
Sinopsis de 'La señorita de Trevélez'
La señorita de Trevélez nos lleva a Villanea, pequeña ciudad de provincias. Un grupo de jóvenes ociosos decide gastar una broma cruel a Doña Florita, la mujer menos agraciada de la comunidad, haciéndole creer que el joven forastero Numeriano está locamente enamorado de ella. La broma tiene éxito al principio, pero una vez puesta en marcha ya no hay manera de pararla y se encamina hacia la catástrofe; sobre todo porque el hermano de ella, Don Gonzalo, un hombre de físico hercúleo y temperamento colérico, es uno de los ciudadanos más poderosos de Villanea y está dispuesto a absolutamente todo con tal de que Florita consiga la felicidad que merece... (TEATRO FERNÁN GÓMEZ).
Foto de Luiscar Cuevas
Revisión de un clásico
La señorita de Trevélez es uno de los clásicos del teatro más importantes de Carlos Arniches, que la estrenó originalmente en el Teatro Lara de Madrid en 1916. Después de más de 100 años desde su primera puesta en escena, se recupera con una versión de Ignacio García May, bajo la dirección de Juan Carlos Pérez de la Fuente. A diferencia de otras propuesta, en esta ocasión, se decide por una adaptación que guarda el estilo del momento, pudiendo así reivindicar el lenguaje, el léxico y la estructura narrativa original. Gracias a ello, surge una exposición de la necesidad de preservar no solo la esencia, sino también el ADN completo del libreto original y es lo que hace que triunfe sobre la escena.
Tras de sí, deja una ambientación de la época, rememorando una España que puede parecer de antaño. Sin embargo, la comedia, lo grotesco y el mensaje que destaca sobre el guion hace que se convierta en algo muy actual. Tampoco desea inflarle una reflexión de gran complejidad, apostando más por el humor y los entresijos que se forman entre los personajes. De esta forma, se convierte en un divertimento delicioso, que consigue sacar partido a su fórmula y deja a los espectadores más que satisfechos. Sin duda, en la búsqueda del Teatro Fernán Gómez de rescatar autores que ya son historia de las artes escénicas, ha llegado a muy buen puerto con este montaje.
Foto de Luiscar Cuevas
Una puesta en escena a la altura
Un elenco numeroso que realiza una labor espléndida. En primer lugar, una maravillosa Silvia de Pé, que demuestra sus grandes dotes en la comedia. Así, ofrece ese retrato grotesco, burlón de su Flora de Trevélez, que triunfa. Junto a ella, un comprometido Daniel Albaladejo, que pone toda la carne en el asador y se deja cuerpo y alma para dar vida a Don Gonzalo. Por otro lado, Críspulo Cabezas es un maremoto escénico, demostrándolo desde la primera vez que pisa las tablas, con una sátira y con ese aire de pillo, que transfiere a todo el público. Asimismo, Daniel Diges regala una labor con fundamento, se encunetra cómodo y ejecuta sin problemas. Marta Arteta, Óscar Hernández, José Ramón Iglesias, Edgar López, Noelia Marló, Julia Piera, Rodrigo Sáenz de Heredia, Natán Segado y Juan de Vera completan el elenco con un trabajo estupendo, sabiendo acompañar y destacar en su medida.
La puesta en escena regala una composición grandilocuente que aprovecha muy bien los espacios que va creando. Por un lado, la escenografía lleva al público tanto a exteriores como interiores, con un diseño atractivo y adecuado para la época en la que se escenifica. Además, incorpora elementos que dan dinamismo a la pieza, como los balcones. Por otra parte, el diseño de vestuario es excelente, han sabido captar la esencia de la pieza. También mencionar el movimiento escénico y su interacción con el espacio. El espacio sonoro y música, aunque no tan explotada, sabe complementar al montaje. Dividida en tres actos, lo único a mejorar, es encontrar un mayor equilibrio en el ritmo entre las tres, ya que el desenlace, sin duda, capta mayor atención que la introducción de la obra.
Foto de Luiscar Cuevas
Conclusión
La señorita de Trevélez consigue homenajear de una manera estupenda el clásico de Carlos Arniches. Por tanto, ofrece una adaptación a la altura, que triunfa entre el público y entretiene a partes iguales, explotando al máximo esa comedia de entresijos. El elenco está excelente, comandados por una maravillosa Silvia de Pé, junto a unos extraordinarios Daniel Albaladejo, Daniel Diges y Críspulo Cabezas. El montaje triunfa en su diseño de escenografía y vestuario, así como en la ambientación y en el dinamismo en varias partes del montaje. Una comedia sobre las mentiras y el coste de ellas que se convierte en una experiencia gratificante para los asistentes.
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