La suerte: Una serie de casualidades, creada por Paco Plaza y Pablo Guerrero, se adentra en el terreno resbaladizo del destino y la coincidencia con una propuesta que combina el drama, el humor y un leve toque de intriga existencial. A través de un mosaico de personajes cuyas vidas se cruzan por azar —o tal vez por algo más—, la serie reflexiona sobre cómo los pequeños gestos y las decisiones aparentemente insignificantes pueden alterar el curso de una vida entera. Con su tono entre lo cotidiano y lo fantástico, Plaza y Guerrero construyen un relato coral donde lo fortuito se convierte en espejo de lo humano, y donde la suerte deja de ser una cuestión de azar para transformarse en una forma de mirar el mundo. Se puede ver desde el 8 de octubre de 2025 en Disney+.
Crítica de 'La suerte: Una serie de casualidades'
Resumen
Ficha Técnica
Título: La suerte: Una serie de casualidades
Título original: La suerte: Una serie de casualidades
Reparto:
Óscar Jaenada (Maestro)
Ricardo Gómez (David)
Carlos Bernardino (Jero)
Almudena Amor (Patricia)
Diana Peñalver
Aria Bedmar (Susana)
Jason Fernández (Juanlu Romero)
Óscar Higares (Ramón)
Manuel Morón
Pedro Bachura (Marchena)
Óscar Reyes
Almudena Cid (Mar)
Juan Pino Rodil (Janitor)
Óscar Hernández (Funcionario)
Año: 2025
Duración: 191 min.
País: España
Director: Paco Plaza (Creador), Pablo Guerrero (Creador)
Guion: Paco Plaza, Pablo Guerrero, Borja Glez Santaolalla, Diana Rojo Martín
Fotografía: Pablo Rosso
Música: Sebastián Merlín, Pablo Díez
Género: Comedia. Toros
Distribuidor: Disney+
Tráiler de 'La suerte: Una serie de casualidades'
Sinopsis
Un tímido taxista, David, se convierte inesperadamente en el chófer de "el Maestro", una figura del toreo que sale de su retiro para intentar recuperar el prestigio perdido. El Maestro está de capa caída y David le trae suerte. O eso dice.
Dónde se puede ver la serie en streaming
Taxi torero
La suerte: Una serie de casualidades, creada por Paco Plaza y Pablo Guerrero, se adentra en un terreno poco habitual, la comedia taurina con tintes de redención y costumbrismo español. El guion juega con el contraste de mundos, la sobriedad gris del día a día urbano frente al brillo decadente de la tauromaquia. David, con su ingenuidad y buena voluntad, encarna la mirada del ciudadano común ante un universo que ya no entiende, “El Maestro”, en cambio, simboliza un pasado que se resiste a morir.
La historia fluye con naturalidad, sin excesos ni pretensiones, y aunque su humor es irregular, a veces más simpático que verdaderamente gracioso, tiene momentos de ternura sincera.
Temple cómico
Ver el nombre de Paco Plaza, más conocido por su maestría en el terror, en una comedia sobre toros, ya genera curiosidad. Aquí demuestra que su talento no depende del género, sino del pulso narrativo. Junto a Pablo Guerrero, construye un tono costumbrista, con ritmo y un humor de situación que se apoya en la observación más que en los chistes explícitos.
La dirección de La suerte encuentra el equilibrio entre la parodia y el respeto, no ridiculiza al mundo taurino, pero tampoco lo idealiza, lo retrata como un ecosistema anacrónico, lleno de egos, supersticiones y gestos teatrales. Plaza filma con una mezcla de cariño y melancolía, y aunque no logra un estilo visual especialmente memorable, sí mantiene coherencia y elegancia.
Dos caras, una suerte
El dúo protagonista sostiene toda la serie. Ricardo Gómez, que interpreta a David, aporta una humanidad sincera, casi torpe, que lo convierte en un personaje cercano, no brilla por carisma, pero su vulnerabilidad engancha. El Maestro, por su parte, parece hecho a medida para un intérprete veterano con porte y voz rasgada como Óscar Jaenada, su mezcla de orgullo herido y ternura crepuscular funciona a la perfección. Juntos forman una pareja dispareja de manual, uno habla poco y escucha mucho; el otro no deja de hablar para no pensar en lo que ha perdido.
Sol y sombra
La suerte brilla más en su ambientación que en su puesta en escena, la fotografía juega con los contrastes, la luz dorada del campo frente al asfalto gris de la ciudad, reflejando los dos mundos que chocan en la historia. Las plazas de toros, los bares de carretera y el taxi, convertido casi en un personaje más, están filmados con cariño y una estética realista que recuerda a las comedias de los 90.
El montaje es limpio, aunque irregular en ritmo, algunos episodios se sienten alargados, otros terminan justo cuando comienzan a coger fuerza, no hay alardes visuales, pero sí coherencia y sentido del tono.
Conclusión de 'La suerte: Una serie de casualidades'
La suerte: Una serie de casualidades es una serie que no pretende revolucionar nada, pero consigue exactamente lo que se propone, contar una historia pequeña con alma. Entre risas discretas y silencios incómodos, habla del miedo al fracaso, del paso del tiempo y de las segundas oportunidades. No tiene el filo de una gran sátira ni la hondura de un drama, pero sí una verdad humilde que la hace entrañable.
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