Después de 270 años de su última representación, el 25 de marzo volvió a los escenarios La violación de Lucrecia, zarzuela que se estrenó de mano de José de Nebra, bajo el nombre de "Donde hay violencia, no hay culpa". Alberto Miguélez y Rafael R. Villalobos unen fuerzas como directores musical y artístico, respectivamente. El reparto está formado por María Hinojosa Montenegro, Carol García, Marina Monzó y Judit Sabrina. Además, ha contado con la participación de los actores Manuela Velasco y Borja Luna. Se representará hasta el 1 de abril en el Teatro de la Zarzuela.
Título: La violación de Lucrecia Título original: La violación de Lucrecia
Reparto: María Hinojosa (Lucrecia) Carol García (Colatino) Marina Monzó (Tulia) Judit Subirana (Laureta) Manuela Velasco (Espíritu de la leyenda de Lucrecia) Borja Luna (Sexto)
Duración: 170 min. apróx. Dirección musical y clave: Alberto Miguélez Rouco
Dirección de escena y vestuario: Rafael R. Villalobos
Escenografía: Emanuele Sinisi
Iluminación: Felipe Ramos Música de: José de Nebra
Versión de: Rosa Montero de los hablados originales de Nicolás González Martínez
Cantables: Nicolás González Martínez Producción: Teatro de la Zarzuela
Conferencia de 'La violación de Lucrecia'
Sinopsis de 'La violación de Lucrecia'
Siguiendo con la política de recuperación del patrimonio lírico español, se recupera una obra del siglo XVIII firmada por uno de los compositores más importantes de su época, José de Nebra. La violación de Lucrecia ‘Donde hay violencia no hay culpa’, que fue estrenada en el ámbito privado del Duque de Medinaceli en 1744.
Si bien en 2012 se estrenó en versión concierto, ahora tenemos la oportunidad de disfrutarla también en escena. El libreto se aleja de la rigidez de las zarzuelas mitológicas, y el valor de esta obra reside especialmente en su música que por su estilo avanzado para la época se acerca más al clasicismo. Un título este que nos habla de género y violencia con esta temática recogida de las fuentes de Tito Livio y que posteriormente popularizaría Shakespeare. (TEATRO DE LA ZARZUELA).
Alegato feminista
Basada en la zarzuela “Donde hay violencia, no hay culpa”, de José de Nebra, regresa a los escenarios 270 años después, bajo el nombre de La violación de Lucrecia. El libreto de esta nueva versión está a cargo de Rosa Montero, quién apuesta por un debate arduo entre el clásico y los ojos de una perspectiva plenamente actual. Por tanto, se establece un vis a vis que incide explícitamente en aquello que se debe criticar sobre el machismo imperante en la antigua Roma, en la Roma monárquica. De esta forma, se da un aire fresco a la pieza, dando homenaje a su protagonista y determinando la importancia de reformular los mitos que han perdurado a lo largo de la historia. Sin duda, se ve el compromiso del Teatro de la Zarzuela por dar aires nuevos a obras históricas.
Asimismo, se mantienen intactos los hablados originales de la mano de Nicolás González Martínez, con lo que los amantes de la zarzuela clásica, podrán verse satisfechos al reconocerse esta tragedia. Por otra parte, la estructura narrativa mantiene la esencia principal e identifica a la perfección la simbología de cada uno de los participantes en este drama. Sin embargo, una de las flaquezas que se presentan en esta adaptación es lo incisivo que resulta el mensaje feminista, mascándolo en exceso a los asistentes, que provoca que el público no pueda ejercer su función activa viendo la función. En consecuencia, al explicarse ya lo que se quiere transmitir con esta obra de una manera tan explícita, y reiterativa, subestima a sus espectadores. Una pena, dado que la intención es muy positiva, remover las mentes, pero podría hacerse de una manera menos tosca y forzada.
Magníficas intérpretes
Cuatro intérpretes brillantes son las encargadas de poner en pie los personajes principales de La violación de Lucrecia, tanto a nivel dramático como lírico. En primer lugar, María Hinojosa enfrenta una Lucrecia plausible, llena de matices, una voz impresionante. Además, lo adorna con elegancia, visceralidad, sentimiento, el movimiento es tenue. Gracias a ello, su presencia es arrolladora, pero sin necesidad de aspavientos o tener que tomarlo con una acción que le exija más potencia. Después, Marina Monzó brilla desde el primer momento, protagonizando algunos de los momentos más emotivos. Junto con su capacidad vocal, se aplaude el compromiso con la emoción, transmitiendo ese vaivén que experimenta Tulia. En ese duelo ante el amor tóxico, Monzó deleita por la fragilidad y la contundencia, al mismo tiempo, que muestra. Por su parte, Carol García cumple con su Colatino, aunque podría darle mayor consistencia.
El reparto lírico y dramático lo completa Judit Subirana, dando vida a Laureta. Con lo cual, es el desahogo cómico, su labor se presenta desde una mayor ligereza, siendo políticamente incorrecta en muchas ocasiones. Una interpretación natural, donde se podría darle más confianza. Comprende la personalidad y los movimientos a través del cuerpo, le permiten exponer la naturaleza de su personaje. Después, Manuela Velasco y Borja Luna se convierte en la parte propiamente actoral, dado que no interpretan musicalmente, solo dramáticamente. Velasco, por cómo está diseñado su personaje, queda algo fuera de la atmósfera que hay en la pieza. Aun así, analizando meramente su actuación, es notable. Por último, Borja Luna logra un trabajo muy potente, mediante un atractivo corporal que enlaza perfectamente con el significado de masculinidad que desea obtener en la obra. Por ello, sabe explotar ese aspecto visual y triunfa por ello.
Música elevada, grandes espacios y dos jornadas
Una de las razones por las que merece la pena descubrir La violación de Lucrecia es la exquisita orquesta que acompaña, elevando el resultado global de este montaje. Desde el principio se puede ver un cuidado puro, envolviendo a los espectadores en esta tragedia y logrando introducirlos en ese ritual. Gracias a ello, se puede determinar que en el apartado musical han sabido sacarle partido al máximo y es una joya poder ser testigo de ello. Luego, la escenografía se basa en una construcción de gran envergadura, pero sin una gran transformación entre el primer acto y el segundo. Aun así, el cuadro central cautiva a la audiencia, así como lo que hay tras de él, siendo una decisión artística muy bien elegida. Las estatuas logran su cometido, aunque podrían todavía tener mayor peso.
El diseño de vestuario presenta decisiones creativas interesantes, en especial, en los personajes históricos. No obstante, hay algunos elementos, como el tabaco, la ropa contemporánea, que no consiguen empastar de una manera totalmente orgánica. Por otro lado, la simbología, de una manera totalmente estética, como la representación de Marte en la piel de Borja Luna, consigue engatusar a los espectadores. Además, la violencia y la tensión se palpa en el ambiente, lo que indica una muy buena dirección escénica. El ritmo es fluido, a pesar de haber momentos en los que el papel de narradora ralentiza algo la acción. Pese a ello, consigue mantener a los asistentes pendientes del escenario. En resumen, una propuesta que sorprende en su puesta en escena, teniendo claro hacia dónde quiere ir artísticamente en todo momento.
Conclusión
La violación de Lucrecia reinterpreta la tragedia clásica, con una visión contemporánea en la que se ve claramente la necesidad de reivindicar a su protagonista y al movimiento feminista. Por tanto, logra que haya una unión entre sendos universo. Sin embargo, se incide de una manera tan explícita sobre el mensaje, que no deja al espectador que sea el que extraiga la enseñanza. Después, el reparto está impresionante, sobre todo María Hinojosa y Marina Monzó, las dos brillan fulgurantemente. Asimismo, la puesta en escena tiene varios momentos de gran preciosidad, siendo la música lo más importante. Gracias a ello, se convierte en una experiencia muy grata. El debate social frente a las obras históricas, donde se contrapone la mirada habitual frente a la actual.
Cuando una crítica debe recurrir a tantos argumentos metamusicales para defender un proyecto algo falla. El montaje de La violación de Lucrecia es un fracaso musical, que no musicológico. La orquesta desafina de forma evidente, algunas de las cantantes son inadecuadas para el repertorio, particularmente María Hinojosa que encarna a Lucrecia, el director no consigue ninguna gracia musical y los textos de Rosa Montero son la típica catequesis postmoderna según la cual ni el hombre ni la mujer han sido felices a lo largo de la historia... hasta que ha llegado el feminismo a enseñarnos cómo ser personas.
Comentario aparte merece el hecho de la nula adaptación a la sensibilidad musical actual. Si se cortan obras de Rossini, Verdi o Barbieri, no sé por qué no se iba a simplificar ésta. Las arias son insufribles, llenas de repeticiones innecesarias de unos textos originales abstrusos.
La violación de Lucrecia es, de nuevo, una oportunidad perdida ya que en manos de mejores músicos, particularmente un director que escuchara la música en vez de querer reivindicar su trabajo de rescate, el resultado habría sido mucho mejor. La música de Nebra es más que interesante.
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Comentario aparte merece el hecho de la nula adaptación a la sensibilidad musical actual. Si se cortan obras de Rossini, Verdi o Barbieri, no sé por qué no se iba a simplificar ésta. Las arias son insufribles, llenas de repeticiones innecesarias de unos textos originales abstrusos.
La violación de Lucrecia es, de nuevo, una oportunidad perdida ya que en manos de mejores músicos, particularmente un director que escuchara la música en vez de querer reivindicar su trabajo de rescate, el resultado habría sido mucho mejor. La música de Nebra es más que interesante.