Llámame Sinsorga, candidata al Premio Forqué a Mejor película documental, acompaña a las periodistas Irantzu Varela y Andrea Momoitio en el proceso de reconstrucción de La Sinsorga, un centro cultural gestionado por mujeres. La obra pone en primer plano el trabajo invisibilizado de cinco obreras —carpinteras, interioristas, bricoladoras— que desafían los prejuicios de un oficio aún dominado por hombres. Llámame Sinsorga, que tuvo su première internacional en la 40ª edición del Festival Internacional de Cine de Varsovia dentro de la sección Atlantic Cinema, se estrena el 28 de noviembre de 2025 en salas de cine españolas.
Crítica de 'Llámame Sinsorga'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Llámame Sinsorga
Título original: Llámame Sinsorga
Reparto:
Irantzu Varela
Andrea Momoitio
Yulia van der Bom
Rakel García
Beatriz Silva
Año: 2025
Duración: 87 min.
País: España
Director: Marta Gómez, Paula Iglesias
Guion: Marta Gómez, Paula Iglesias
Fotografía: Emilia Martín, Andrea Martínez
Música: Es amour, Ezta toujours, Merina Gris
Género: Documental
Distribuidor:
Tráiler de 'Llámame Sinsorga'
Sinopsis
Cinco obreras son las encargadas de reconstruir este emblemático edificio de cuatro plantas, antiguo símbolo del amor romántico. Durante un año, vemos cómo la transformación se va abriendo paso desde lo invisibilizado de su trabajo, a través de un relato donde el costumbrismo de la obra convive con un universo performático en el que asoman los miedos y deseos que atraviesan el proyecto. Llámame sinsorga retrata las dificultades y violencias que experimentan aquellas mujeres que deciden realizar trabajos que se suponían de hombres.
Dónde se puede ver la película en streaming
Reconstruir para existir
Llámame Sinsorga se adentra en un territorio pocas veces explorado por el documental español, el cruce entre la artesanía, la construcción y la lucha feminista real, la que se sostiene con manos callosas y madrugones, no solo con consignas. A lo largo de un año, asistimos a la convivencia de lo cotidiano, con momentos performativos que otorgan al relato una capa poética.
Llámame Sinsorga se convierte así en un espejo de lo que pretende narrar, un lugar donde el trabajo manual convive con el pensamiento, donde lo tangible dialoga con lo simbólico. La transformación del edificio es, en última instancia, la transformación de ellas mismas, y también, quizá, un recordatorio de cuántas otras mujeres siguen esperando ocupar un espacio que les pertenece.
El oficio de mirar
Marta Gómez y Paula Iglesias dirigen Llámame Sinsorga con un pulso que combina firmeza y delicadeza. Su aproximación está lejos del didactismo o del mensaje masticado, permiten que la historia respire, que la obra avance con su propio ritmo, lleno de impulsos, frenazos y dudas. Esta observación paciente dota al documental de una autenticidad que se siente en cada escena, en cada conversación, en cada respiración robada entre martillazos.
Su mayor acierto es la renuncia a convertir la película en un panfleto, sí, el proyecto es profundamente político, pero las directoras entienden que lo político se encarna mejor cuando se encuadra desde lo humano, por eso retratan a las trabajadoras como individuos complejos, con inseguridades, fatigas, pequeñas victorias y grandes silencios, no necesitan subrayar nada, basta con mirar.
Hecho a mano
Irantzu Varela y Andrea Momoitio, aportan una energía complementaria, humor, sentido crítico, cierta vulnerabilidad. Su presencia no es invasiva ni exhibicionista, son parte del motor que impulsa la obra, pero también parte del relato emocional que acompaña al edificio en su renacer.
Lo más fascinante es cómo Llámame Sinsorga convierte a sus protagonistas en narradoras involuntarias. Sus silencios pesan, sus miradas dicen, sus manos trabajan, y sin proponérselo, componen una historia colectiva que dignifica profesiones tradicionalmente invisibilizadas.
Arquitectura fílmica
Llámame Sinsorga destaca por una fotografía que abarca tanto la crudeza del proceso constructivo como la estética sugerente de los momentos más relajados. La mezcla es arriesgada, pero funciona, el contraste crea un lenguaje propio. Los encuadres que capturan la transformación del taller son casi pictóricos, pero sin perder su carácter documental.
El montaje acompaña esa dualidad entre lo terrenal y lo poético, hay una cadencia cuidada, casi musical, que permite absorber cada fase de la obra sin prisa y sin saturación. Si algo puede jugar en contra es cierto estatismo en algunos pasajes, donde la película se recrea demasiado en la estética sin avanzar narrativamente.
Conclusión de 'Llámame Sinsorga'
Llámame Sinsorga no aspira a la épica ni a los grandes desenlaces. Su fuerza está en la intimidad, en el detalle y en un tipo de emoción silenciosa. Puede que algunos momentos se sientan más contemplativos que necesarios, pero el resultado final es cálido, reivindicativo y profundamente humano.
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