Producida por el Centro Dramático Nacional, Los de ahí se estrenó el 17 de enero y estará en cartel hasta el 9 de marzo de 2025 en el Teatro María Guerrero. Escrita y dirigida por Claudio Tolcachir, reconocido dramaturgo y director argentino. El elenco principal está compuesto por Nourdin Batán, Fer Fraga, Malena Gutiérrez, Nuria Herrero y Gerardo Otero. La trama se desarrolla en un entorno desolado donde cuatro repartidores, guiados por una máquina que organiza los pedidos, exploran temas como la invisibilidad social, la lucha diaria y la construcción de comunidad. La obra invita al espectador a reflexionar sobre las diferentes realidades que coexisten en nuestra sociedad.



Los de ahí

Crítica de 'Los de ahí'

Ficha Técnica

Título: Los de ahí
Título original: Los de ahí

Reparto:
Nourdin Batán (Munir)
Fer Fraga (Nuno)
Malena Gutiérrez (Susan)
Nuria Herrero (Mirja)
Gerardo Otero (Dani)

Duración: 90 min. apróx.
Dirección: Claudio Tolcachir
Dramaturgia: Claudio Tolcachir
Escenografía y vestuario: Lua Quiroga Paúl AAPEE
Iluminación:
Juan Gómez-Cornejo AAI
Diseño de sonido:
Sandra Vicente
Asesoría artística:
Lautaro Perotti, Mónica Acevedo y María García de Oteyza
Coreografía de acción:
Fran Berenguer
Profesora de finés:
Anne Seittenranta
Ayudante de dirección:
María García de Oteyza
Ayudante de iluminación:
Pilar Valdelvira
Diseño de cartel:
Emilio Lorente
Fotografía y tráiler:
Bárbara Sánchez Palomero
Construcción de escenografía:
Mambo Decorados
Ayudante de producción PTC:
Desirée Díaz Henares
Gerencia PTC:
Sagrario Sánchez
Asesoría de producción PTC:
Ana Jelín
Jefe de producción PTC:
Carlos Montalvo
Producción ejecutiva:
Olvido Orovio
Distribución:
Producciones Teatrales Contemporáneas
Producción: Centro Dramático Nacional, Producciones Teatrales Contemporáneas
y Teatro Picadero

Tráiler de 'Los de ahí' 

Sinopsis de 'Los de ahí'

Un páramo apenas alejado de la urbe. Una ciudad extranjera. La máquina emplazada en el monte, una especie de taquilla inteligente organiza los pedidos. Los de ahí: Nuno, Munir, Dani y Eduardo esperan la señal, el sonido que les anuncia su próximo destino. La dirección del envío aparece en el mapa de sus teléfonos entre palabras ajenas y desconocidas. Recogen el paquete, se montan en la bicicleta y entregan el pedido. Adivinando un poco el recorrido. Ignorando del todo lo que se transporta. Y luego, otra vez al punto de partida. Hasta que la máquina emplazada en el monte vuelva a dar la señal. Invisibles a esa ciudad inabarcable que espera sus servicios, ellos tejen la vida, se organizan, se cuidan, desconfían. El silencio del paraje se puebla de bicicletas que caen, de sus voces llegadas de diferentes rincones del mundo. El ruido vital que resiste al vacío. Convivencia obligada que se transforma en lugar de pertenencia. En red social. En referente.

Mirja, una joven mujer oriunda del lugar se acerca al sitio. Su historia está atada irremediablemente a Nuno, uno de los repartidores. Trae con ella algo de lo que se intuye de aquella ciudad extraña.

Y entre todos ellos ronda Susan. Superviviente profesional. Inclasificablemente genuina. Vital por filosofía y convicción. Deseando desear para sentirse viva.

La máquina emplazada en el monte organiza la rutina. Los agrupa, los ordena. Un equilibrio frágil de cuerpos intentando ser. Invisibles en el silencio. Ruidosos. Llenos de vida. (CENTRO DRAMÁTICO NACIONAL). 



Los de ahí
Foto de Bárbara Sánchez Palomero

El mensaje y la crítica social

He salido del teatro con la misma sensación que cuando te ilusionas con un chico, pero al final te deja "en visto". Los de ahí tiene un mensaje claro: el mundo es una mierda para los de abajo, mientras que desde arriba, se sigue sin hacer nada. La obra aborda la cruda realidad de las minorías marginadas: los enfermos, los pobres y los inmigrantes que se ven obligados a aceptar los peores trabajos. Trabajan en condiciones inhumanas, mientras que los demás, con unos pocos euros, pagan a un rider para que traiga un paquete al instante, como si fuera un servicio de lujo. Es la cultura del "ya mismo", de la inmediatez, donde se espera que el que trabaja se rompa el alma mientras el que paga nunca se detiene a pensar en las consecuencias.

Esta obra refleja la sociedad en la que vivimos, donde los pobres siguen siendo cada vez más pobres y los ricos más ricos. Un sistema que perpetúa la desigualdad y deja a los más vulnerables atrapados en una rueda de explotación. Como sociedad, seguimos cómodamente mirando desde la distancia, ignorando las duras realidades de aquellos que apenas llegan a fin de mes.

Centro Dramático Nacional
Foto de Bárbara Sánchez Palomero

La falta de profundidad

Pero aquí va el problema: me falta garra, me falta un golpe en el estómago. Si me vas a contar la exclavitud moderna, hazlo con toda la crudeza que merece. Haz que me duela, que me incomode, que salga del teatro sintiendo que tengo que hacer algo. Sin embargo, Los de ahí se queda en una especie de premisa interesante que no termina de explotar.

Hay cuestiones en la obra que quedan sin resolver. Por ejemplo, se menciona a un personaje, pero nunca aparece en escena. Sin entrar en detalles que desvelen la trama, me da la sensación de que nos falta información clave para comprender realmente la historia. Al final, la obra no termina de profundizar en lo que podría haber sido un retrato más complejo y revelador. Nos muestran, pero no nos atraviesan.

Centro Dramático Nacional
Foto de Bárbara Sánchez Palomero

El elenco y la puesta en escena

Lo que sí funciona, y de maravilla, es el elenco femenino. Nuria Herrero (Mirja) es, sin duda, la gran estrella de la noche. Su papel, complicado y exigente, es el que realmente le da algo de alma a la obra. Las actrices sostienen el ritmo, le ponen nervio y consiguen que haya momentos de verdad en medio de un desarrollo que, por momentos, se hace monótono. Los actores masculinos cumplen, pero no logran brillar de la misma manera.

En cuanto a la puesta en escena, bravo por la dirección artística. La estética postapocalíptica, el diseño del espacio y la iluminación están realmente logrados. Hay una sensación de desolación que encaja perfectamente con el mensaje que intenta transmitir la obra.

Los de ahí
Foto de Bárbara Sánchez Palomero

Conclusión

Claudio Tolcachir, un nombre con trayectoria en el teatro, nos ha regalado grandes momentos en el pasado. Pero aquí me da la impresión de que se ha quedado en tierra de nadie. El mensaje es necesario, pero se queda sin el desarrollo que podría haberlo convertido en una obra realmente contundente. No hay giros sorprendentes, no hay un momento de revelación que te haga salir con un nudo en la garganta. Y si me das un espacio como el Centro Dramático Nacional, ¿por qué no te mojas más? ¿Por qué no llevas la crítica social hasta las últimas consecuencias?

En definitiva, una hora y media que se siente un poco larga. Una buena idea, una puesta en escena acertada y un elenco femenino brillante no consiguen salvar una historia que, aunque con potencial, se queda corta en profundidad. Lo peor que puede pasarte con una obra de teatro es salir y preguntarte: “¿Me ha gustado o no?”. Y eso, precisamente, es lo que me ha pasado.

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Abrahan Arsis Luque
Tiene dos pasiones, la fotografía y el teatro. Licenciado en Interpretación, especializado en musical, por la Escuela de Arte Dramático de Murcia; y diseñador gráfico y fotógrafo con cursos de Artes gráficas en la Central Saint Martins College of Art and Design of London. Nacido en Alicante pero 11 años viviendo en la capital inglesa donde estrena su primera obra como dramaturgo. Mochilero empedernido con más de 45 países visitados a su espalda. Actualmente viviendo en Madrid, donde compagina la fotografía con el teatro. 
los-de-ahi-critica-teatroEl mensaje es necesario, pero se queda sin el desarrollo que podría haberlo convertido en una obra realmente contundente. No hay giros sorprendentes, no hay un momento de revelación que te haga salir con un nudo en la garganta. Y si me das un espacio como el Centro Dramático Nacional, ¿por qué no te mojas más? ¿Por qué no llevas la crítica social hasta las últimas consecuencias? En definitiva, una hora y media que se siente un poco larga. Una buena idea, una puesta en escena acertada y un elenco femenino brillante no consiguen salvar una historia que, aunque con potencial, se queda corta en profundidad.

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