Los niños de Winton narra la extraordinaria gesta de Nicholas Winton, un banquero que se vistió de héroe para salvar a 669 niños refugiados por culpa de la anexión alemana de los Sudetes en 1938. Dirigida por James Hawes y escrita por Lucinda Coxon y Nick Drake, esta impactante historia basada en hechos reales se estrena en salas españolas el viernes 22 de marzo de 2024.
Crítica de 'Los niños de Winton'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Los niños de Winton
Título original: One Life
Reparto:
Anthony Hopkins (Nicky Winton)
Johnny Flynn (Nicky Winton de joven)
Helena Bonham Carter (Babi Winton)
Jonathan Pryce (Martin Blake)
Romola Garai (Doreen Warriner)
Lena Olin (Grete Winton)
Ziggy Heath (Martin Blake de joven)
Alex Sharp (Trevor Chadwick)
Marthe Keller (Betty Maxwell)
Samantha Spiro (Esther Rantzen)
Adrian Rawlins (Geoff)
Emily Laing (Investigadora de la BBC)
Angus Kennedy (Nuevo reportero estadista)
Año: 2023
Duración: 110 min.
País: Reino Unido
Director: James Hawes
Guion: Lucinda Coxon, Nick Drake. Biografía sobre: Nicholas Winton. Libro: Barbara Winton
Fotografía: Zac Nicholson
Música: Volker Bertelmann
Género: Drama. Biográfico
Distribuidor: Diamond Films España
Tráiler de 'Los niños de Winton'
Dónde se puede comprar el libro
Sinopsis
Un joven corredor de bolsa británico, Nicholas "Nicky" Winton (Anthony Hopkins), ayudó a rescatar a cientos de niños de los nazis en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, con la ayuda de su madre (Helena Bonham Carter). Un acto de compasión casi olvidado durante 50 años, y del que Nicky vive atormentado por los fantasmas de los niños a los que no pudo rescatar, culpándose por no haber hecho más.
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Limitada e indiferente
La fuerza de un relato no proviene únicamente de los sucesos que lo conforman, sino también de cómo estos son narrados y confeccionados para la historia. Uno de los errores más cometidos últimamente en este arte y que limita de gran manera el potencial de las historias que se cuentan es una confianza excesiva en el impacto de la historia, olvidando que el ímpetu de esta la aportan la creatividad de los artistas implicados.
Esa es, sin lugar a dudas, la gran problemática que se le encuentra a Los niños de Winton. Uno al terminar de verla y reposarla tiene la sensación de haber presenciado una gran epopeya donde los protagonistas son la humanidad y la bondad, que con una fuerza sobrenatural arrollan con todo lo que haya en su camino. Sin embargo, el espectador termina frío, con una sensación de vacío para la magnitud de los hechos presenciados, mucho más habiéndose basado en una historia real. En ningún momento Los niños de Winton logra trasladarnos el desasosiego de unos niños que esperan una inevitable muerte, ni nos logra conectar con sus protagonistas y motivaciones. Los personajes son movidos por las fuerzas de la caridad, por una bondad que nace de la nada absoluta, sin ser más que el bien por el bien.
Con un ritmo demasiado frenético para la crudeza de lo narrado, Los niños de Winton se desenvuelve sin espacio para desarrollar bien las tramas que lo conforman, con un paso bastante atropellado y poco adecuado. Los personajes no crecen ni cambian, simplemente están estáticos durante toda la trama, hecho que dificulta un avance creíble y realista. Una narrativa que tiene como motor la bondad humana debería poder moldear a sus protagonistas de alguna manera, pues dejarlos con esa pasividad que muestran dificulta su credibilidad y frena completamente la inmersión del relato.
Lacrimógena pese a la poca sensibilidad
Los niños de Winton va trazando hilos entre el presente y el pasado, viendo como un ya anciano Nicholas Winton (un correcto aunque olvidable Anthony Hopkins) vive una tranquila vida en Inglaterra mientras en su juventud se embarcaba en una heroica misión de salvamento en vísperas de la Segunda Guerra Mundial. Aunque pasemos más tiempo en 1938 que en los ochenta, el montaje y el guion nos saben trasladar a los diferentes tiempos, expresándose como este suceso ha esculpido el hoy de los protagonistas.
La narrativa convence, pese a no ser nada extraordinario, y cumple, lográndose llegar a un clímax demasiado potente para la forma que está filmado. Se pierden cientos de matices por la prisa de llegar qal gran final, debilitándolo así. Los sentimientos y la pasión del momento, como el film en general, no logra traspasar la cuarta pared, y queda constantemente flotando delante de nosotros, siendo conscientes de que esta presente, pero sin poder llegar a hacerlo nuestro.
En un sentido puramente estético, Los niños de Winton contiene una fotografía idónea y sutil, que hace que visualmente las escenas hablen en muchas ocasiones más que los personajes. El tratamiento de la luz de la mano de Zac Nicholson resalta por encima de la dirección y del guion, consiguiendo salvar en parte la película, que de haber tenido una fotografía más plana no tendría prácticamente ningún atractivo ni aspecto destacable.
Conclusión de 'Los niños de Winton'
En resumen, Los niños de Winton es una película con un relato que alberga un gran potencial, pero desaprovechada cinematográficamente. No se logra transmitir mucho y los pocos momentos donde lo hace son por pura inercia, sintiéndose vacíos y colocados artificialmente, pese a ser una increíble historia real.
Reportaje de Los niños de Winton en Días de Cine TVE
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