El 27 de septiembre de 2024 llega a los cines, Megalópolis, escrita, producida y dirigida por Francis Ford Coppola. Megalópolis tuvo su première mundial en el Festival de Cannes y se presentó en la sección PERLAS en la 72 edición del Festival de San Sebastián. Puedes leer aquí otra crítica realizada por Cinemagavia de esta película.
Crítica de 'Megalópolis'
Resumen
Ficha Técnica
Título: Megalópolis
Título original: Megalópolis / Francis Ford Coppola's Megalopolis
Reparto:
Adam Driver (Cesar Catilina)
Giancarlo Esposito (Mayor Cicero)
Nathalie Emmanuel (Julia Cicero)
Aubrey Plaza (Wow Platinum)
Shia LaBeouf (Clodio Pulcher)
Jon Voight (Hamilton Crassus III)
Laurence Fishburne (Fundi Romaine)
Talia Shire (Constance Crassus Catilina)
Jason Schwartzman (Jason Zanderz)
Kathryn Hunter (Teresa Cicero)
Dustin Hoffman (Nush 'El reparador' Berman)
Grace VanderWaal (Vesta Sweetwater)
Chloe Fineman (Clodia Pulcher)
Año: 2024
Duración: 138 min.
País: Estados Unidos
Director: Francis Ford Coppola
Guion: Francis Ford Coppola
Fotografía: Mihai Malaimare Jr.
Música: Osvaldo Golijov, Grace VanderWaal
Género: Ciencia ficción. Drama
Distribuidor: Tripictures
Tráiler de Megalopolis
Sinopsis
Una fábula es una epopeya romana ambientada en una América moderna imaginada. La ciudad de Nueva Roma ha de cambiar, lo que provoca un conflicto entre Cesar Catilina, un artista brillante que pretender crear un futuro idealista y utópico, y su oponente, el alcalde Franklyn Cicero, empeñado en mantener un status quo regresivo, perpetuando la codicia, los intereses particulares y la guerra partidista. En medio de ambos se encuentra Julia Cicero, la hija del alcalde, cuyo amor por Cesar ha dividido sus lealtades, lo que la obligará a decidir qué es lo que realmente cree que merece la humanidad. (Tripictures)
Reportaje MegaCoppola
Dónde se puede ver la película en streaming
Ambición desmedida sin cohesión
Megalópolis marca el regreso de Francis Ford Coppola con una obra que, si bien aspiraba a ser una fábula épica y visionaria, no logra alcanzar el impacto que el director buscaba. Ambientada en una América moderna pero ficticia, la trama se centra en un enfrentamiento ideológico que recuerda a las tragedias romanas clásicas, adaptadas a un contexto distópico. A pesar de su ambición y su intención de ofrecer un relato trascendental, la película se queda corta en varios aspectos fundamentales.
La premisa de Megalópolis es prometedora: un enfrentamiento entre el visionario César Catilina, quien sueña con una Nueva Roma utópica, y el alcalde Franklyn Cicero, quien representa el conservadurismo y el apego al statu quo. Este conflicto se desarrolla en un entorno visualmente imponente, con una ciudad que evoca elementos tanto del pasado como de un futuro posible. Sin embargo, a medida que la película avanza, la narrativa se dispersa y pierde fuerza, incapaz de sostener la tensión dramática necesaria para una obra de estas características.
El guion, escrito por el propio Coppola, intenta abarcar demasiados temas, desde la lucha por el poder hasta el amor y la traición, pasando por la crítica social y política. Esta sobrecarga de ideas, en lugar de enriquecer la historia, la hace confusa y en ocasiones incoherente. Los diálogos, que pretenden ser filosóficos y profundos, a menudo caen en lo pretencioso y no logran conectar con el público.
Actuaciones desiguales
El reparto de Megalópolis cuenta con actores de renombre, pero sus interpretaciones no siempre están a la altura de las expectativas. El personaje de César Catilina, a pesar de su carácter idealista y rebelde, no logra transmitir la pasión y el carisma necesarios para sostener su visión utópica. Su enfrentamiento con Franklyn Cicero, el antagonista que encarna el conservadurismo y la avaricia, se siente carente de la intensidad que uno esperaría de un duelo tan trascendental.
El papel de Julia Cicero, atrapada entre dos mundos y dividida entre su amor por César y la lealtad a su padre, ofrece un potencial interesante que, desafortunadamente, se ve limitado por un guion que no le da suficiente profundidad ni desarrollo emocional. Su conflicto interno, que debería ser uno de los ejes centrales de la trama, queda reducido a un papel secundario, sin llegar a explorar plenamente las complejidades de su personaje.
Un universo distópico con problemas de cohesión
Uno de los mayores aciertos, por no decir único, de Megalópolis es su diseño de producción. La ciudad de Nueva Roma, con sus elementos arquitectónicos grandiosos y sus reminiscencias de la antigua Roma, es visualmente impresionante. Francis Ford Coppola crea un mundo visualmente atractivo que mezcla el pasado y el futuro de manera singular, dotando a la película de una estética única. Sin embargo, esta fuerza visual no se ve respaldada por una narrativa sólida.
El ritmo de Megalópolis es irregular, con momentos de gran dinamismo que se ven interrumpidos por escenas excesivamente largas y diálogos que no aportan al avance de la trama. Esto genera una sensación de desconexión, impidiendo que el espectador se sumerja completamente en el universo que Coppola intenta construir.
Conclusión de 'Megalópolis'
Megalópolis tenía todos los ingredientes para convertirse en una obra maestra: un director legendario, un reparto talentoso y una premisa intrigante. Sin embargo, la ambición de Francis Ford Coppola se ve empañada por una narrativa desordenada y una falta de enfoque que hacen que la película se sienta más como un experimento fallido que como un logro cinematográfico. A pesar de sus momentos de brillantez visual y algunos destellos de creatividad, la película no logra sostener su peso y deja al espectador con la sensación de que, a veces, menos es más.
A pesar de sus buenas intenciones, falla en su intento de ofrecer una reflexión contundente sobre el poder, la utopía y el futuro de la humanidad. La alegoría política y social se diluye en un mar de discursos grandilocuentes y pretenciosos, además de personajes que, aunque interesantes en concepto, no logran conectar emocionalmente con el espectador. Megalópolis intenta ser una obra trascendental y reflexiva, pero su ejecución dispersa y su falta de cohesión la convierten en una experiencia frustrante.
Megalópolis es una obra que no consigue hacer justicia a su ambición. Es un recordatorio de que incluso los grandes directores pueden tropezar cuando la forma supera a la sustancia.
Reportaje de Megalópolis en Días de Cine TVE
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